Unos dicen que el 16, otros que el 21 de abril fue el día en que por Santa Rosalía paso el prisionero Hidalgo rumbo a la capital de la provincia de Chihuahua. La estela de Cabeza de Águila se encuentra en buen estado, a la entrada de la ciudad, según lo comenta el blog Café Chihuahua. Aprovechamos la ocasión para ver algo sobre la Diócesis de Durango que, en 1811 incluía un poco más de la Nueva Vizcaya.
"Desde su implantación en el territorio mexicano recién conquistado, la Iglesia católica en nuestro país se organizó mediante la fundación de las primeras diócesis. En 1530 se fundó la diócesis de México-Tenochtitlan, con jurisdicción en todo el territorio mexicano que comenzaba a ser evangelizado. Siguieron las diócesis de Antequera (Oaxaca) en 1535, Michoacán (Morelia) en 1536, Chiapas en 1539, Puebla en 15431, Guadalajara en 15482, y Yucatán en 1561. De manera que en el siglo XVI toda la administración eclesiástica de México descansaba en siete diócesis.
"Es notable que en todo el siglo siguiente, el XVII, no se erigió en México más que una diócesis, la de Durango (llamada también de Guadiana o de Nueva Vizcaya), en 1620. Llama la atención que en todo este siglo se erigiera una sola diócesis, dado que es el siglo de mayor expansión de la fe católica en México, pues no sólo se acabaron de cristianizar las comunidades indígenas del centro y sur de la Nueva España, sino que gracias a la acción de los misioneros, sobre todo franciscanos y jesuitas, la fe se expandió hacia el norte, un norte cuyos límites eran tan extensos que quedaban indeterminados; abarcaban las extensas regiones del norte de México y un territorio que después formó parte de los Estados Unidos y que equivale a otro tanto del actual territorio nacional.
Lo mismo pasó en el siglo XVIII. En todo este siglo no se fundaron más que otras dos diócesis: Linares (Monterrey) en 1777, y Sonora en 1779. En total, diez diócesis en tres siglos.¿A qué se debió esta lentitud para crear nuevas diócesis? La población, desde luego, era muy escasa en todo ese gran territorio. Sin embargo, debido a las enormes distancias, la atención de parte de los obispos a sus feligreses, por escasos que estos fueran, en poblaciones tan alejadas como Chihuahua, San Antonio, Santa Fe o Los Ángeles, no podía ser la adecuada. ¿Cómo era posible que una diócesis como Durango abarcara lo que hoy son los estados de Durango, Zacatecas, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Nuevo México, Arizona y las Californias, con las dificultades infinitamente más grandes que había entonces para viajar? No cabe duda que las razones eran políticas y que así convenía al rey de España y a una burocracia tan alejada del lugar de los hechos y configurada mentalmente con un espacio geográfico mucho más reducido. No olvidemos que la Iglesia de América se gobernaba por medio del Patronato Regio y era el rey el que nombraba a los obispos y el que decidía la creación de nuevas Diócesis.
Tampoco habría que descartar la falta de interés de los obispos en ver fraccionadas sus diócesis, como una forma de retener un poder mayor. De momento sólo en el padre Cuevas he encontrado dos alusiones sobre esta reticencia para erigir nuevas diócesis en la Nueva España: Sobre el siglo XVI dice: “Una cosa resulta muy clara de los datos que hemos asentado: que la mies era inmensa y los operarios poquísimos. Lo que no nos podemos explicar es como de los muchos pastores, virtuosos como eran, no se elevaban al Consejo de Indias y a Roma peticiones eficaces e instantes, pidiendo que se aumentasen los obispados. Causa rubor el escuchar en medio de este silencio la voz de los indígenas que, recién convertidos, se dirigieron a Carlos V, por medio de un precioso memorial, en los siguientes términos: ‘Hay muy gran necesidad de que Su Majestad sea servido mandar que se aumente el número de los obispados, así para los españoles como para los indios, porque es mucha la tierra que contiene cada obispado de los que agora hay y es imposible que lo puedan visitar los obispos’”. Y para el siglo XVII comenta: “Si tratándose del siglo XVI nos quejábamos y protestábamos contra la escasez de diócesis, tratándose del siguiente siglo y de un país mucho más conocido, mucho más rico y más cristianizado cual era el México del siglo XVII, esas quejas tienen que subir de punto y un solo obispado erigido en tan largo y tan importante periodo, no libra al Consejo de Indias y al Real Patronato, de tantas responsabilidades como pesaban sobre ellos, relativas a la conversión y espiritual sustento de tantas pobres ovejas sin aprisco ni pastor”.
En el siglo XIX, a pesar de todas sus turbulencias políticas y sociales, se crearon en México veinte nuevas diócesis. El doble de las que ya había. Además, todas se crearon en el México independiente, pues durante los primeros veinte años se siguió la misma política colonial de no multiplicar las diócesis, aparte de las condiciones poco propicias de la guerra de Independencia.
Fuente:
1.- Vázquez, Dizan. Fundación de la Diócesis de Chihuahua y su primer Obispo. El Colegio de Chiuhuahua. Chihuahua, 2008.
http://www2.uacj.mx/uehs/ActividadesyNoticias/Fundaci%C3%B3n%20de%20la%20Di%C3%B3cesis%20de%20Chihuahua%20y%20su%20primer%20obispo.pdf
Fuente:
1.- Vázquez, Dizan. Fundación de la Diócesis de Chihuahua y su primer Obispo. El Colegio de Chiuhuahua. Chihuahua, 2008.
http://www2.uacj.mx/uehs/ActividadesyNoticias/Fundaci%C3%B3n%20de%20la%20Di%C3%B3cesis%20de%20Chihuahua%20y%20su%20primer%20obispo.pdf
Nota: La segunda fotografía, que obtuve del sitio www.mexicoenfotos.com aparece en la sección de Ciudad Camargo, me parece muy curiosa la inspiración que el artista tuvo del traslado del Cura Hidalgo a Chihuahua, en un carruaje, de rostro adusto, escoltado... pero, fuera de la escolta, lo demás creo que fue lo diametralmente opuesto en la realidad.
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