En este espacio hemos dado cuenta del traslado de osamentas, específicamente de las de Miguel Hidalgo y de otros de los caudillos que participaron en la guerra por la Independencia de México, pero esta vez lo haremos, si bien de osamentas, no enfocado a ningún héroe o caudillo, sino a los santos de la Iglesia Católica y su curiosa (por no decir otra cosa) tradición de venerar restos óseos y objetos que fueron propiedad de algún santo, beato, venerable o siervo de Dios; lo hago debido a que encuentro, por mera casualidad, una fecha en una de esas osamentas que de inmediato la asocio al tiempo en que creemos todos estaban inmersos en la problemática de la guerra que llevaba sus diez años, pero no fue así.
Sabemos que una de las principales rupturas que hubo en la Iglesia fue aquella iniciada por Lutero pues él se dio cuenta del tráfico de reliquias y prebendas que había en Alemanía, ante su furioso grito vino el quiebre y se inició el Luteranismo, vendrían luego más dispersiones, sea por las liviandades del Rey de Inglaterra, que creó el Anglicanismo, que por lo dicho por Erasmo y demás personajes.
Pero eso ocurría en Europa, acá en el Nuevo Mundo y específicamente en la Nueva España, la Iglesia seguía acumulando bienes, y comprando reliquias pues se pensaba que mientras más objetos de este tipo tuviera, más importancia representaría para los fieles seguidores orar ante huesos, calaveras, astillas, pedazos de trapo, bastones y cuanta cosa nos podamos imaginar.
El tema me parece, como tantos otros, fascinante, y lo he desarrollado en los otros blogs que mantengo; ahora lo hago aquí precisamente por los restos que ahora vemos en la imagen, son los de San Vital, santo patrono de los estudiantes universitarios, restos a los cuales, se hizo tradición llevarle copia del título una vez obtenido en la Universidad.
Son muchos, muchos los huesos, es decir, las reliquias que conserva la Catedral Metropolitana que en sus varios siglos de existencia ha ido acumulando y específicamente los de San Vital (San Vito) me llaman la atención porque fueron exhumados de las catacumbas romanas el 13 de diciembre de 1819, lo cual quiere decir que en 1820 llegaron a México (al menos eso es lo que creo) con lo cual comprobamos que las preocupaciones por estos rumbos no eran precisamente la guerra por la Independencia.
Si el tema te interesa te recomiendo leer este artículo del INAH. Y este otro del la propia Catedral Metropolitana. Y este de la Arquidiócesis de México.
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