La pregunta da para muchas respuestas, para muchos puntos de vista. En el México antiguo la presencia de la muerte era constante a lo largo de los 18 meses en que consistía el año, y sus 18 fiestas rituales que terminaban con la muerte de una o varias personas. Luego de las Guerras Floridas los cráneos, en ocasiones se exhibían en el Templo Mayor, el Tzompantli era el lugar establecido para ello. No era tanto un culto, sino una demostración de poderío y, a la vez, una ofrenda a los dioses. Al paso del tiempo, algo así como tres siglos, unas cabezas tuvieron precio, 10 mil pesos de 1810, luego, en marzo, al denunciante de las cabezas le dieron su recompensa, misma que no gozó, pues a los pocos meses fue asesinado y las cabezas que él denunció se exhibieron durante diez años en la alhóndiga de Guanajuato, el Tzompantli, si bien reducido en tamaño, nuevamente renacía.
La fotografía que vemos la tomé en agosto de 2011. Allí se ve, en la capilla de San José de la Catedral Metropolitana de México, es la tumba/mausoleo del consumador de la Independencia de México, Agustín de Iturbide y allí, aun, se siguen exhibiendo sus restos... una especie de moderno Tzompantli.
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