martes, 24 de enero de 2017

El monumento a Miguel Hidalgo y un nopal

   El monumento no lo había visto en persona hasta hoy. En las fotografías, especialmente las de época, solamente había notado la elegante forma del pedestal, propia del clasicismo de la época. Sabía que había sido un regalo de Porfirio Díaz al pueblo de Guanajuato, lo de decir que fue él precisamente no quiere decir que él lo mandara hacer para regalar, sino que, en calidad de Presidente de la República decidió que fuera a Guanajuato a donde iría a parar.

   Ahora que lo veo, compruebo la estética que hay en su pedestal, obra de un francés avecindado en Guanajuato, Ernesto Brunel. Y ahora aprendí que la escultura fue elaborada en Roma por Giuseppe Trabachi. La escultura había sido elaborada en la última década del siglo XIX y la idea era colocarla en un monumento que se le dedicaría a Hidalgo en el Paseo de la Reforma, pero luego, cuando se convocó el concurso para el diseño del monumento, la escultura no sería utilizada, por la que el Señor Presidente de la República, decidió enviarla a Guanajuato.

   Igual ocurrió con la de Juárez, que sería colocada en una de las glorietas del Paseo de la Reforma, pero, por la dimensión del monumento, el proyecto se canceló y la escultura fue a dar a la capital oaxaqueña.

   Caminamos a lo largo del Paseo de la Presa, llegamos hasta la emblemática Olla, y seguimos un poco más adelante, ahí está el monumento, al centro de un parque, con la presa de San Renovato de fondo, es bella, con aires clásicos, especialmente en el rostro de Hidalgo y... ¿que hay ahí, a los pies del Padre de la Patria?

  Rodeé el monumento para ver cada detalle y ese, al lado derecho, en su pie izquierdo parecía como una imperfección del fundido pero no, nada de imperfección sino un elemento por demás curioso y por demás interesante. 

   Así como en el monumento que conocemos por Caballito, que es la estatua ecuestre de Carlos IV, el caballo pisa un carcaj en señal de dominio al pueblo azteca, al pueblo mexicano en todo caso, aquí el cura Hidalgo no está pisando, simplemente está a un lado de un nopal, símbolo patrio. Interesantísimo detalle que el escultor interpretó en con el más profundo clasicismo de la época.







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