lunes, 28 de febrero de 2011

El Salado, municipio de Vanegas, San Luis Potosí. Cabeza número 173

Estamos en la parte más norteña del altiplano potosino, prácticamente a la entrada del desierto, la constante desde ahora será la carencia de agua. En avanzada hecha semanas antes, casi al terminar el año de 1810, Mariano Jiménez, en avanzada triunfal pasó por la hacienda de El Salado rumbo al Saltillo, fue el 28, tal vez el 29 de diciembre. Luego pasaría por aquí, el 20 de febrero Ignacio Allende mientras que el cura Hidalgo y su fiel custodio Marroquín lo harían el 3 o 4 de marzo del ya año de 1811.

Cada vez notamos más solitarias las estelas de Cabeza de Águila, cada vez, en aquel 1811, las noches son más frías, los días cortos, con poca iluminación solar y las represalias se siguen dando, lo que dice Allende lo niega Hidalgo y viceversa, la feria de vanidades continúa; había sospechas, había desconfianzas, la cabeza del cura de Dolores y de sus principales seguidores estaban valuadas en la envidiable suma de 10 mil pesos, de los pesos de ese entonces que eran una verdadera fortuna.

El estado de Coahuila es la tierra que ahora cruzaremos, en medida de lo posible, a través de este recorrido que estamos haciendo siguiendo los pasos del ejército Insurgente, y llevando la marca que desde 1960 tenemos como recordatorio a esa gestación que tuvimos rumbo a la libertad... según el conteo oficial esta es la Cabeza de Águila número 201. Según lo que yo te he ido presentando hasta el día de hoy en este espacio es la número 173.

domingo, 27 de febrero de 2011

Cedral, San Luis Potosí. Cabeza número 172

Dentro de las tantas riquezas que para la historia y la cultura de México encierra la Ruta de Hidalgo, ahora que estamos en el pueblo de Cedral frente a ésta, la décima estela de Cabeza de Águila en el Estado de San Luis Potosí, que corresponde el número 172 de mi conteo y el emblemático número 200 del conteo "oficial", veremos una parte de la historia que en ocasiones se nos olvida.

Esta es una foto que tiene ya sus tres décadas, es del tiempo del Miguel de la Madrid, al parecer la Cabeza no se ha movido del lugar en donde fue colocada en 1960. La historia pues, que hoy veremos es la del pueblo Wixárica, es decir, el pueblo Huichol el cual, luego de doscientos años de Independencia, luego de haber echado a los españoles que explotaban las minas y se quedaban con sus riquezas, es ahora la industria canadiense lo que hace lo propio en esta zona que es, sencillamente, sagrada.

Esto que aparece en la fotografía es el peyote. Veíamos ayer como en los meses de diciembre de 1810 y enero de 1811 los españoles se movilizaron de Real de Catorce, entre otras, hacia el Saltillo en busca de protección, cuando eso sucedía los Wixárica (Huicholes), estaban haciendo su peregrinación anual precisamente hacia el Real de Catorce, lugar para ellos sagrado pues es donde sus dioses se reúnen, es el Wirikuta.

"Wirikuta en el Real de Catorce, San Luis Potosí, es la tierra de origen del pueblo Waxárica (Huicholes). Es donde se reúnen sus dioses, su territorio sagrado. Cada año, entre los meses de diciembre y enero, llegan hasta allí los devotos en peregrinación. Parten del centro de la tierra, del corazón de Teakata, lugar en el que reside Tate'wari. el Abuelo Fuego, después de celebrar la fiesta del tambor, del elote tierno y de las calabazas. Para llegar a Wirikuta, el sitio donde salió el sol, caminan 480 kilómetros.

Desde hace más de mil años, la peregrinación es un evento central en la vida de los Wixaritari (plural para wixárika). Lo llaman su esencia. En ella recrean el caminar de sus pasados para que continúen encendidas las velas de la vida, para mantener el equilibrio de la tierra y para conservar su cultura. Los peregrinos llevan ofrendas y adornan y aprenden de la voz de sus dioses lo que dice la costumbre.

La ruta es sagrada. La romería se inicia y consagra a personas escogidas en el arte de recolectar el hi'kuri, es decir, en la cosecha del peyote para las ceremonias rituales." Esta zona, el Wirikuta está en peligro pues la devastadora minería, de origen canadiense está por iniciar operaciones de sus minas sin importar que el sitio está en vías de ser incluido como Patrimonio de la Humanidad al ser uno de los sitos Sagrados que hay en el mundo... Y seguimos festejando doscientos años de libertad...

Nota: las fotografías del arte Wixárica (Huichol) fueron tomadas en el Museo Zacatecano de la ciudad de Zacatecas en donde existe una interesantísima sala que nos narra la historia, costumbres y tradiciones de este pueblo.

Fuente:

Hernández Navarro, Luis. Wirikuta y la minería devastadora, artículo publicado recientemente en la Jornada (8 de febrero 2010).



sábado, 26 de febrero de 2011

La increíble historia del español Juan Villarguide, el resucitado.

Real de Catorce llegó a ser el punto más importante de la zona norte del actual San Luis Potosí, esto debido a que las riquezas que guardaba en el subsuelo eran enormes, hasta allá llegó un español que, dadas las relaciones que entre todos los peninsulares había se desplazaban de un punto a otro de la Nueva España para trabajar directamente en la mina o la hacienda o para hacerse cargo de alguno de los negocios que el acaudalado poseía, tal es el caso de Juan Villarguide. De él Lucas Alamán, del cual sabemos muy bien que nunca le fue grata la imagen de Hidalgo, pero en esta ocasión, quizá tenga algo de cierto, menciona que "Esta marcha fue sangrienta. Aunque a Hidalgo no le quedase más que la apariencia del pode, hacía uso de ella para la destrucción de los desgraciados españoles que habían quedado en los pueblos de su tránsito. anticipaba las órdenes para que se recogiesen todos, tuviesen o no indulto, y a su llegada eran degollados. El intendente de San Luis, Flores, trató de recogerlos y llevarlos a San Luis, a pretexto de asegurarlos, pero en realidad para preservarlos así de la muerte cierta de que estaban amenazados, y como hemos visto, comisionó a un coronel que fuese a conducirlos a lo que debieron por entonces su vida los vecinos de Catorce que acompañaban a Villarguide, pero no todos tuvieron igual fortuna". (1)

Mariano Jiménez se mostró siempre accesible y pensante, no visceral, él en su avanzada al norte trató con justicia a los que hacía prisioneros, es por eso que Flores, el intendente de San Luis Potosí permitió la agrupación de españoles en el Saltillo, algunos se acogieron al indulto, otros decidieron huir, saliendo por las costas del golf, el personaje que hoy nos ocupa enfiló al Cedral para luego continuar al Saltillo, encontramos que Juan E. Hernández en su Colección incluye la carta en donde Villarguide relata lo que el experimentó en carne propia:

"El día seis de enero de 1811 se presentó en el campo de Agua Nueva (actual Coahuila) el cabecilla Jiménez con 11 000 Insurgentes que ciertamente hubieran sido arrollados por nuestras tropas, (se refiere a los realistas), a no estar ellas seducidas y comprometidas y corrompidas por el enemigo; de manera que sin obedecer las voces de su comandante se pasaron todas con armas, caballos y cuanto tenía el rey, al partido de los Insurgentes. El infeliz Cordero tuvo que correr muchas leguas con el objeto de salvar su persona; más sus amigos dragones lo alcanzaron y entregaron vilmente al enemigo, este entró sin oposición hasta el Nuevo Santander, dejando en su tránsito asolados con sus robos y barbarie, todos los pueblos que habían saldo a recibirle con el palio.

"El día 13 de enero comenzaron todas nuestras desgracias. A las dos de la tarde legamos a un rancho distante dos leguas del Cedral. Nuestras bestias venían muy sedientas y fatigadas, y fue necesario despacharlas con los mozos a un aguaje que había a cosa de media legua. Nosotros entre tanto descansamos; pero viendo que pasaba mucho tiempo y que los mozos no volvían, empezamos a recelar que los habrían sorprendido con todos nuestro avío en el aguaje. En efecto así había sucedido, y en menos de un cuarto de hora nos vimos cercados por más de seiscientos hombres, bien armados, de a caballo y de a pie.

"Mientras unos fueron a robar nuestras cargas, sin dejarnos ropa, alhajas, armas, ni nada de cuanto traíamos, otros inhumanos nos conducían a pie en triunfo para el Cedral. Nos llevaban fuertemente amarrados, cubiertos de sangre y polvo, y casi agonizando de dolor. No cesaban de darnos golpes y de decirnos las palabras más obscenas y denigrativas: "mueran, mueran estos perros gachupines herejes, y viva la América". Así nos metieron al Cedral; se agolpó oda la plebe al vernos y llenarnos de maldiciones, y hasta las mujeres y muchachos pedían sin cesar nuestras cabezas. Creció la gritería y los insultos, y nuestros conductores tuvieron harto que hacer para librarnos y contener el furor de aquellos caribes.

Curioso ver la inclusión de la definición de "caribes" a esos desalmados, según lo anota Villarguide, el cual, junto a tres personajes más: Jacobo María Santos; Manuel Abreu y un tal Pico; todos vecinos del Catorce, y conducidos a Matehuala. "Así pasamos un mes, en cuyo tiempo nos condujeron a Matehuala, en medio de una chusma de indios flecheros. Allí tuvimos también mil sustos y aflicciones, porque en todas partes nos trataban con un lidio implacable... A los dos días (luego de un mes de estancia en Matehuala) recibimos la terrible noticia de que el infame Hidalgo venía a Matehuala, desesperado y furioso por la batalla que tan completamente habían perdido en el puente de Calderón, en donde fue de los primeros que huyeron. Esta noticia nos llenó de pavor, y más cuando dentro de tres días debían llegar a Matehuala los aposentadores de su alteza serenísima, y entonces era inevitable que nos cortaran las cabezas con una sierra, como lo hicieron allí y en el Cedral con los infelices que cogieron a las manos.

El intendente de San Luis deseando librarnos del riesgo que nos comenzaba, así que supo los estragos que el cura venía haciendo en su huida, comisionó a un Coronel insurgente, dándole su coche, treinta mulas de tiro y más de quinientos pesos para que trajera a San Luis los europeos que hubiese en Catorce, Cedral y Matehuala, con el pretexto de tenerlos más seguros en la ciudad... Nos sacó de Matehuala un día antes de que entrasen los aposentadores del cura. Caminamos dos días escoltados por indios flecheros, y con muchísimo temor porque teníamos que pasar muy inmediatos a las gentes de Hidalgo. El tercer día nos creímos ya fuera del peligro y llenos de gusto y esperanza llegamos temprano a una legua de San Luis; pero he aquí que recibimos el aviso de que el sanguinario angloamericano había entrado aquella mañana con bastante gente en la ciudad.

La presencia del angloamericano les hizo retomar camino rumbo a la hacienda de Poetillos, siendo allí aprehendidos y trasladados a San Luis en calidad de rehenes por los Insurgentes era un 19 de febrero, Hidalgo estaba ya en Matehuala, Villarguide y los demás en una cárcel instalada en el convento Franciscano. "Eran las tres y media de la tarde y aun no nos habíamos desayunado. Vemos entrar al angloamericano en nuestro calabozo; mis compañeros se echaron a sus pies implorando su piedad. Ustedes son felices, nos dijo, miren el reloj, son las tres y media, a las cuatro debían ustedes salir para el suplicio... ustedes son los primeros que se escapan de este sable, con él degollé yo mismo más de doscientos en Granaditas, y más de mil en Guadalajara... de buena escaparon ustedes hoy".

Los prisioneros fueron conducidos hacia Río Verde en donde permanecieron por algún tiempo, era ya el mes de marzo, el día 20 se encontraban en el valle del Maíz. En la distancia, al día siguiente, Miguel Hidalgo junto a los demás Insurgentes eran aprehendidos por la traición de Elizondo, mientras que, para el día 22 Villarguide viviría el peor de sus días...

"Serían las nueve de la mañana cuando oímos el primer cañonazo y contamos hasta catorce; a este tiempo se abría la puerta de la cárcel y entraron de golpe sobre nosotros los treinta lanceros de nuestra guardia, nos amarraron fuertemente los brazos atrás, y nos despojaron de la mayor parte de la ropa que teníamos puesta. Presentose en seguida el malvado capitán y nos intimó que acababa de recibir orden de sus generales para pasarnos a cuchillo en aquel mismo instante". Once fueron los muertos, de ellos hay evidencia de tres nombres más: un Verdeja, un Molleda y un tal Inguanzo. Todos pasado a cuchillo.

"Yo estaba bañado en mi sangre y me sentía herido mortalmente; pero Dios por sus altos juicios conservaba mi vida. Más de un cuarto de hora estuve tendido desangrándome y encomendando mi alma a su Criador. Abro mis ojos y veo que todos mis asesinos habían huido así que consumaron el sacrificio. Procuro incorporarme con muchísimo trabajo, di dos o tres pasos, pero se puso una espesa nueve delante de mis ojos, me abandonaron las fuerzas y caí sobre los cadáveres de mis compañeros.

Calleja había entrado y dominado, razón de la huida de los Insurgentes. "Poco después llegó el cirujano del ejército don Mariano Güemes; fue necesario cortar con tijeras toda mi ropa porque estaba empapada en sangre y pegada al cuerpo. Reconoció mis heridas y contó veintidós, siendo tres de ellas mortales de necesidad. Les aplicó bálsamos y me vendó perfectamente; intentó darme unas cucharadas de vino generoso y todo se salió por la terrible herida del cuello . El cirujano y todos estaban persuadidos a que yo moría antes del amanecer. Una herida mortal que tenía sobre el corazón me causaba agudísimos dolores; se apoderó de mi una violenta calentura y pasé toda la noche en profundo delirio... por haberme quedado casi sin sangre era tal mi debilidad que me daba treinta gotas de opio, y no fue posible dormir una hora en más de veinte días...

Juan Villarguide recibe ayuda de Rita y Dolores Barragán, es conducido a la ciudad de San Luis en donde se recuperó, fue apoyado por don Vicente Pastor, así como por el regidor y alférez real don Manuel de la Gándara. Con este testimonio podemos ver los excesos a que se llegaron durante el inicio del movimiento de insurrección en México... al parecer, la historia de nuestra nación nunca la acabaremos de entender.

Agradezco profundamente la asistencia del licenciado Rafael Reyes, cronista vitalicio del municipio de Moctezuma, San Luis Potosí, por haberme apuntado hacia tan valioso documento.

Fuentes:

1.- Alamán, Lucas. Historia de Méjico. Capitulo VII, segunda parte. Biblioteca Antorcha Digital.

2.- Hernández y Dávalos, Juan E. Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821. Tomo II. Documento número 274. UNAM, México, 2007

viernes, 25 de febrero de 2011

Matehuala, San Luis Potosí. Cabeza número 171

Una Cabeza de Águila más que encontramos en el altiplano potosino, son once las que le corresponden al estado de San Luis Potosí y las once están en su sitio aun.

Matehuala fue la población más importante de todo el Altiplano Potosino, si bien fue, prácticamente, el corazón de la enorme superficie que ocupaba la Intendencia de San Luis Potosí. Desde allí se ejercía el control de cada una de las numerosísimas haciendas que poblaban la zona. Es aquí, en Matehuala que el historiador Castillo Ledón retoma la Ruta de Hidalgo, fue de los pocos lugares en el estado potosino que documentó, la que vemos es la foto realizada durante su paso y nos muestra la que se dice fue la casa donde durmió Hidalgo.

Vemos ahora, gracias a la puntual atención del licenciado Reyes de Moctezuma, SLP, la Cabeza de Águila número 191, de acuerdo a mi conteo, 199 del conteo "oficial", se encuentra al seguir por la calle de Escobedo hasta Ocampo justo en la Plaza de Armas.
En la muy interesante recopilación de Homero Adame sobre las historias que de boca en boca han ido pasando que nos cuentan los hechos de cuando Hidalgo anduvo por el rumbo existe una, casi leyenda que cuenta de la construcción de cañones de madera, según reza la placa, con un carpintero local. Solo que, de haberse construido de madera, más bien fueron las bases donde los sentaban, o, en todo caso, las ruedas, al igual que las de una carreta, para poderlas mover.

En esta foto de Yac vemos un cañón que se mantiene en ese Jardín Principal de Matehuala, al centro de la rueda está grabado el emblemático año del Bicentenario (recordemos que de Bicentenario tendremos once largos años), 1811. ¿será acaso ese uno de los cañones que dieron pie a la historia leyenda de los construidos en Matehuala?

Gracias a la excelente revista potosina La Corriente, tenemos estas dos vistas de finales del siglo XIX de, en este caso, la calle Hidalgo y una toma general que le continúa. Sabemos de ese recelo, ese enojo que había entre Allende e Hidalgo, acentuado aun más luego de la degradación que al cura se le dio en la Hacienda del Pabellón apenas un mes atrás. El ejército Insurgente llega aquí el 18 de enero de 1811, Allende continúa por más días en Matehuala, le custodia su fiel matador (en todos los sentidos de la palabra), Agustín Marroquín.

Se dice que una vez partido Allende, el cura mandó matar, seguramente degollar, que era la... costumbre, a varios de los españoles allí asentados. El rumor se hizo grande y corrió la versión de que él los mandaba degollar debido a que Allende, que era el que tenía el mando, así se lo ordenaba. Sin lugar a dudas la historia del inicio por la Independencia de México hubiera sido otra si no se hubiera dado este encuentro de personalidades... sigamos pues, entre el Camino Real y la Ruta de Hidalgo que ahora ya está en las proximidades de la Sierra Madre Oriental...

jueves, 24 de febrero de 2011

Hacienda de La Presita, parte de la Ruta de Hidalgo en San Luis Potosí


El 17 de febrero de 1811, domingo, seguramente luego de que uno de los Capellanes que acompañaban al ejército Insurgente ofició la misa en Represadero salió el contingente con rumbo a Arroyo Seco, pasando por La Biznaga y la Hacienda de La Presita según nos lo comenta el Cronista Vitalicio de Moctezuma. Homero Adame dice que luego de Represadero, hoy Villa de Guadalupe, el recorrido fue por La Biznaga, La Presa y La Presita.

Las fotografías que estamos viendo fueron tomadas en la reciente Cabalgata que con motivo del Bicentenario del paso del Cura Hidalgo y el Ejército Insurgente se realizó en tierras potosinas, justo por lo que fue la Ruta de la Libertad, lo que estamos viendo es la llegada y el recibimiento que hubo precisamente en la ex Hacienda de La Presita, un día de jolgorio, como bien lo anota el licenciado Reyes.






miércoles, 23 de febrero de 2011

Villa de Guadalupe, antes Represadero; San Luis Potosí. Cabeza número 170

Llegamos a ésta que, según mi conteo es la Cabeza 170, sí bien tendremos que hacer un ajuste al final del recorrido pues una persona de la parte sur oeste de Zacatecas me comentó de la existencia de una de ellas en un lugar que no aparece registrado en la lista "oficial" del profesor Jiménez de la Rosa, como quiera, ninguno de los listados emitidos lleva una precisión absoluta, pero lo que sí se ha seguido con la mayor puntualidad es el rumbo por el que enfiló el ejército Insurgente.

Estamos en el altiplano y ya al norte, en el horizonte, comenzamos a ver las primeras laderas que forman parte del inicio de la Sierra de Catorce, lugar al que, incluso alguno de los Insurgentes, Jiménez, llegó en busca de financiamiento para continuar la causa. Estamos en la cercanía de la tierra sagrada de la Wirikuta del pueblo Wixárica; efectivamente, nos referimos a los Huicholes.

Aquí, en el altiplano potosino se celebra en Febrero, en Guanajuato se hace en Septiembre, en Michoacán durante el mes de Octubre y, así, cada región va dándole una fecha específica, de acuerdo al calendario histórico de lo que fue el paso de Hidalgo y sus seguidores, 20 mil por Celaya, 80 mil por Toluca, 7 mil entrando en Guadalajara y ahora, por Represadero, apenas un millar en aquel entonces. La escena que vemos me parece de lo más representativa, el paso de los jinetes por un agreste camino, el que luego se convertiría en la Ruta de la Libertad.

Las Cabalgatas de la Independencia son tradiciones que en algunas partes van teniendo más arraigo y, en otras, van decreciendo en su número de participantes, pero, como quiera, sigue vivo el recuedo, ese gusto por recordar el acontecimiento que marcó el cambio en el rumo de México, cambio que incluso fue de nombre pues antes se le denominaba la Nueva España.

Hemos visto por lo largo de la geografía nacional, por esos lugares en donde hace doscientos años pasó en ocasiones victorioso y entusiasmado, otras decaído, otras agobiado y también, en otras, derrotado, el ejército Insurgente. La celebración tomó especial relevancia durante los festejos del Bicentenario, Bicentenario que, por cierto se festeja en este mes de febrero precisamente allí en San Luis Potosí.

El nombre original del pueblo era el de Represadero, la tradición lo conviritó luego en Villa de Guadalupe y es ese el que en la actualidad sigue llevando oficialmente. Es justo más adelante de allí en donde el Camino Real antes y ahora la Carretera 62 van enfilando rumbo norte, hacia el Saltillo.

Fue el 16 de febrero de 1811 cuando las empolvadas calles de Represadero vieron pasar a Hidalgo y los demás Insurgentes, al día siguiente enfilarían hacia el Arroyo Seco para luego llegar a la Biznaga y terminar la jornada en la Hacienda de la Presita.

martes, 22 de febrero de 2011

Hacienda de Solís, municipio de Villa de Guadalupe, San Luis Potosí. Cabeza número 169

El altiplano potosino es una zona salpicada de haciendas, unas en el abandono, otras que conservan aun su esplendor, como es el caso de la que hoy estamos conociendo, la de Solís. Nombre que seguramente adquirió del apellido de alguno de sus propietarios en el pasado, y curioso también econtrarnos en la Ruta de Hidalgo una segunda hacienda que lleva ese nombre, la anterior la vimos al pasar del actual estado de Michoacán al Estado de México, justo luego de Tepetongo, se ubica la Hacienda de Solís en el municipio de Temascalcingo; hago esta anotación para no confudirnos, estamos, efectivamente en la Hacienda de Solís pero en el estado de San Luis Potosí.

En buen estado de conservación y con su diseño original y austero encontramos también esta Cabeza de Águila a la que le corresponde, según mi conteo, el número 169. Según el conteo "oficial" del profesor Jiménez de la Rosa, sería la Cabeza número 197... la diferencia, como lo hemos venido anotando a lo largo del recorrido, se debe a que se dijo se colocarían las estelas en sitios determinados, pero solo quedó en el papel, la realidad es otra.

Encontramos una curiosidad más, un detalle que, creo es relevante al ser la estela de Cabeza de Águila el leimotiv de este recorrido que vamos haciendo por la República Mexicana, es que en el estado de San Luis Potosí ha sido, hasta el momento, el único estado en donde hemos encontrado todas las Cabezas según lo marca el itinerario oficial, 11 en total. Pasamos ya por Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Jalisco, Aguascalientes y Zacatecas, por cierto, en este último, Zacatecas, es en donde menos Cabezas de Águila hemos encontrado en su sitio.

Hace doscientos años la población de México, mejor dicho, la de la Nueva España, era eminentemente rural y más precisamente, avecindada en haciendas. Haciendas que con el paso del tiempo, las que lograron sobrevivir se han convertido incluso en cabeceras municipales. Las haciendas fueron los núcleos de desarrollo económico debido a su producción agrícola, minera y ganadera en la mayoría de los casos, pero, en el rubo de las haciendas agrícolas hemos ido observando que hay una especialidad según es la zona del país.

Aquí, en el norte de San Luis Potosí, zona de clima extremo, hubo una especialidad en la producción y giro de las haciendas que solo se daba en esta región, la cual, en la actualidad abarca partes de Tamaulipas y Coahuila, era la producción del ixtle, fibra natural que daba paso a la industria de la jarciería, indispensable para producir, especialmente, cordeles. El ixtle, de ancestral tradición mexicana se desarrolló cabalmente en esta zona del altiplano y encontramos la especialidad de las haciendas ixtleras, como es el caso de la que vemos ahora, la de Solís.

Una vez más lo diré. Recorrer la Ruta de Hidalgo, la Ruta de la Libertad, esa que está sembrada de Cabezas de Águila es un recorrido que nos adentrará al alma de México, a las entrañas de la concepción de todas la ideas que forman parte de nuestro auténtico nacionalismo... sigamos recorriendo el altiplano potosino, el cual, indudablemente está lleno de maravillas, sorpresas y, por que no decirlo, de magia.