viernes, 30 de enero de 2015

1823: El año en que hubo un histórico olvido en León, Guanajuato.

   Dentro de los festejos que ocurrieron para conmemorar el 250 aniversario del nacimiento de don Miguel Hidalgo, en la ciudad de Guanajuato, se organizó el Foro Guanajuato, bajo el tema: Hidalgo, vida y circunstancias. Grandes personajes presentaron sus ponencias sobre el tema. Mario Moya Palencia, Ernesto d ela Torre Villar, Josefina Zoraida Vázquez, Tarsicio García Díaz, José Antonio Serrano Ortega y Alfredo Dávila fueron los encargados de abrir el Foro, le seguirían José Luis Lara Valdés, Luis Fernando Díaz Sánchez, José Tomás Falcón Gutiérrez, José Sotelo Cortés, María José Garrido Asperó, José Eduardo Vidaurri Aréchiga, Marco Antonio Landavazo, Rosalía Aguilar Zamora, Fausto Ramírez Rojas y Marta Terán. Personalidades todas del estudio de la Historia de México, pertenecientes a las más prestigiadas instituciones como  el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, El Colegio de México, el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, la Universidad de Guanajuato, el Colegio de Historiadores de Guanajuato, el Instituto Mora, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Centro INAH Guanajuato. Menudo conglomerado de gente y de instituciones.

   Del libro memoria que se desprendió del Foro Guanajuato, Nuevas interpretaciones de la Independencia de México, extraigo parte de lo presentado por el maestro José Luis Lara Valdés en torno al Tránsito de los venerables restos de los héroes patrios:

    "En el decreto que sería publicado el 27 de noviembre de 1824, fueron declarados de entre los ajusticiados o caídos, 13 jefes insurgentes y guerrilleros, entre ellos se ubicó a Hidalgo, Allende y Morelos, "beneméritos de la patria en grado heroico", y sus nombres fueron inscritos con letras de oro en la sala de sesiones del Congreso. Se decretó que sus despojos mortales fueran "exhumados y trasladados a la capital, donde se convocó a un acto solemne en su honor el día 17 de septiembre de 1823 en la catedral, el sitio de su inhumación, en el que tenían que participar todos las autoridades eclesiásticas, militares y políticas" (Kahle, 133).

   "Durante la segunda quincena del mes de agosto fueron exhumadas las cabezas del panteón de San Sebastián en Guanajuato, y transportadas en una caja, en solemne procesión al templo parroquial donde esperaron la llegada de los restos portales procedentes de Chihuahua. El 20 de agosto "se celebraron exequias fúnebres, asistiendo a ellas las autoridades civiles, militares, y religiosas y el pueblo en general". En cajas bien acondicionadas, con cubierta de bayeta azul se depositaron las osamentas y el 21 de agosto comenzó la marcha. (Rionda Arreguín, 29)

   "A la parroquia de Guanajuato llevaron los restos de Francisco Javier Mina, y el tronco del cuerpo de Pedro Moreno, a la llegada de los héroes primigenios, todos fueron colocados en un suntuoso túmulo colocado en el crucero, adornado "con versos alusivos del padre Palafox". Toda la noche hubo guardia junto al túmulo por una compañía militar.

   "Desde Chihuahua venían los restos mortales, desde el panteón los de Allende, Aldama y Jiménez, y de la capilla del convento franciscano, el de Hidalgo, siendo recibidos por grupos sociales con expresiones de respeto, por Zacatecas, Aguascalientes, Lagos. Al llegar a las inmediaciones de León, según relato que recogió don Toribio Esquivel Obregón el Ayuntamiento descuidó la conducción solemne de los venerables restos.

   "Me refería el doctor don Octaviano Galván, originario de Lagos, que oyó referir en aquella población que cuando el Congreso General mandó en 1823 trasladar a México, con todos los honores, los restos de los héroes de la Independencia, que habían estado depositados en Chihuahua, se organizó un ceremonial haciendo que una comisión del Ayuntamiento de cada una de las poblaciones del tránsito, saliera a recibirlos hasta el límite de su comprensión, y a su vez los condujera hasta entregarlos a la de la siguiente municipalidad. La comisión del Ayuntamiento de Lagos llegó hasta la hacienda de Lagunillas, donde esperaban encontrar la de León: pero al ver que no estaba ni había indicios de que se presentara, avanzó hasta la garita de los Gómez, donde tampoco la encontró; entonces mandó aviso ala autoridad que no le había dado mayor importancia al decreto señalado en el ceremonial, ni preparándose para cumplirlo, hasta que vio la puntualidad de la población vecina; a toa prisa y sin cambiar siquiera de traje cotidiano, acudieron al encuentro de la comisión lagunense". (Rionda Arreguín, 29).

   "El 31 de agosto se aproximaron los restos a Guanajuato de donde salió una procesión con los cráneos en una urna que fue cargada por dos miembros de la Diputación, dos del Ayuntamiento y dos oficiales del ejército, colocados en dos líneas iban empleados públicos y personas relevantes, la Diputación, el Ayuntamiento y el Jefe Político Manuel Cortázar, escoltados por el ejército y la banda de música del Regimiento de Infantería nº 1 de León, hubo doble general de campanas durante la procesión." (1)

   Interesante episodio el que nos narra el estimado maestro Lara Valdés, ese olvido que se volvió un olvido histórico de los leonenses. Si eres nuevo por este espacio, te comento que, el ejercicio que desarrollo en Cabezas de Aguila comienza en los monumentos que, en ocasión del Sesquicentenario para marcar la Ruta de Hidalgo; una vez concluido el recorrido de la ruta, continué con el recorrido, ahora de la cabeza, pero de la del cura Hidalgo y todas las exumaciones que sus restos, y la de los otros beneméritos, han tenido a lo largo de la historia, incluida la más reciente, durante los festejos del Bicentenario. Si el tema te interesa, verás abajo las etiquetas, busca la que dice Restos y da clic en ella, allí verás todos los ceremoniales que han habido en torno a esa extraña fascinación que tenemos en México con los muertos, sus restos y sus recuerdos.

Fuente:

1.- Lara Valdés, José Luis. Foro Guanajuato: Nuevas interpretaciones de la Independencia de México. Serie Independencia. Comisión Estatal para la Organización de la Conmemoración del Bicentenario del inicio del movimiento de Independencia Nacional. Guanajuato, 2009. pp.203-206.

viernes, 23 de enero de 2015

1537, el primer levantamiento que hubo en México contra los españoles.

   Mucho se haba, de un tiempo para acá, de la tercera raíz mexicana, la que vino del África. Algo se ha difundido de esa parte de la historia de nuestro país, los asociamos con la costa de Guerrero o de Oaxaca y algo de la costa de Veracruz. En lo personal, cuando comencé a estudiar los libros parroquiales de Salamanca, Guanajuato, me sorprendió ver uno, otro y otro más, registros en donde se asienta que el mulato, la mayoría, era libre o esclavo de algún español que moraba en la zona. De ese modo comprobamos que no sólo en las costas de México hubo la influencia negra, sino que fue a lo largo y ancho del territorio Novohispano. Encuentro en el México a través de los siglos que el primer levantamiento que hubo en Nueva España, apenas dos años después de instalado el Virreinato, en septiembre de 1537 hubo levantamiento de negros que, en calidad de esclavos habían sido traídos a las plantaciones de Veracruz, este fue un antecedente aun más antiguo de aquel encabezado por Yanga.

   "El número de negros era ya crecido en Nueva España cuando llegó a ella el Virrey don Antonio de Mendoza, tanto porque los asientos se habían extendido con facilidad, cuanto porque se había hecho en esta horrible mercancía el contrabando en gran escala, abusando, los que tenían el asiento, para introducir mayor número que los que el permitido, y trayéndose negros por los que no tenían derecho de introducirlos y desembarcándoles en las costas seguros de burlar siempre la poca vigilancia de los oficiales reales. Los negros, en México, calculando sin duda su número, la debilidad relativa de las fuerzas de la colonia y con la esperanza de contar en todo caso con el auxilio de los indios, conspiraron secretamente para levantarse contra los españoles apoderándose de la tierra y a este fin eligieron entre ellos un rey y prepararon armas para la sublevación.

    "El 24 de septiembre de 1537, uno de los negros conjurados denunció la conspiración al virrey; envió éste, comprendiendo la inmensa gravedad del peligro, espías para tener seguridad de la denuncia; descubrieron estos espías todo lo que Mendoza deseaba saber, y en la misma noche el escogido para rey y los principales de la conjuración fueron aprehendidos, y despacháronse correos a todos los pueblos y minas en que había negros, encargando mucha vigilancia a las autoridades. Confesaron los negros aprehendidos denunciando a muchos de sus cómplices, y espantado don Antonio de Mendoza consumó, como todos los gobernantes que obran bajo el impulso del terror, un acto horrible de crueldad, más que de energía y de justicia, mandando matar a multitud de aquellos hombres.

    "El que estaba reconocido como monarca por los negros y algunos otros, fueron descuartizados o "hechos cuartos" en México, y se enviaron otros a los pueblos y a las minas para que allí sufriesen igual suplicio sirviendo de escarmiento a los demás esclavos. No es posible  saber el número de los negros descuartizados en México; pero deben haber sido muchos, porque solamente a las minas de Amatepec mandó el virrey a Francisco Vázquez de Coronado a que llevase veinticuatro que se hicieron cuartos allí. Los indios aprehendieron a cuatro negros y una negra que habían huido de México y los mataron por instrucciones que llevaban de Mendoza, y con objeto de que los cadáveres no se corrompiesen mientras los traían a presentar al virrey, los salaron como hacían con la carne de res para conservarla. El temor a los negros que se apoderó de don Antonio de Mendoza por este acontecimiento, se descubre en la carta que escribió al rey el 20 de diciembre de 1537 y en las providencias que tomó inmediatamente". (1)

Día llegará en que todo en México entendamos que son tres y no dos, las raíces de nuestra nación.

Fuente:

1.- Riva Palacio, Vicente. México a través de los siglos. Tomo V. Editorial Cumbre. México, 1976. pp.17-18

martes, 20 de enero de 2015

Miguel Hidalgo y Costilla, sus monumentos -16-

352.- Esa serie de imágenes, en realidad no son de monumentos levantados en memoria del Padre de la Patria, sino de pinturas en las que él aparece, así como su imagen dentro de la publicidad y la artesanía. Este que vemos ahora es el anuncio de la presentación del libro que uno de sus mejores biógrafos, Carlos Herrejón. La imagen es usada, también como portada del libro Hidalgo: maestro, párroco e insurgente.

353.- Una pieza excepcional: se trata del Árbol de la Vida de Metepec, con el cura Hidalgo al centro.

354.- El encuentro de Hidalgo con Morelos en Indaparapeo.

355.- Un retrato de Hidalgo en cera.

356.- Una alegoría de la patria, de 1825, aproximadamente, en la que aparece ya retratada la fisonomía que tenemos de don Miguel Hidalgo.

357.- Una más de los dibujos de Hidalgo que se publicaron con motivo de las Fiestas del Centenario de 1910.

358.- La parte central del mural de O'Gorman que retrata a todos los personajes de la Historia de México en el Castillo de Chapultepec.

359.- Una alegoría más, de las usadas en el Centenario de 1910.

360.- Otro retrato más del Cura de Dolores, del "Inmortal Hidalgo", como solía nombrársele al comenzar el siglo XX.

361.- Un Hidalgo cabalgando, obra de

362.- Hidalgo retratado junto a Bolívar y Morelos, y algunos héroes de los Estados Unidos en un mural realizado por Diego Rivera en San Francisco.

363.- Hidalgo por

364.- Hidalgo flanqueado por Morelos y Juárez, en el mural del Teatro de los Insurgentes, obra de Diego Rivera.

365.- Hidalgo y en general el tema de la Independencia, es recurrente en los sorteos de la Lotería Nacional.

366.- Recurrente es la imagen de Hidalgo y demás héroes de la Independencia en los anuncios de la Lotería Nacional en su magno del 15 de septiembre.

viernes, 16 de enero de 2015

Irónico: Lo que quedaba de Tenochtilan en 1810, se opone al movimiento de insurrección.

    Hay un error, (uno más), recurrente en todos quienes no conocemos a profundidad la Historia de México en su etapa conocida como la Conquista, en el que siempre caemos: decir Ciudad de México a lo que fue la Ciudad Española de México. Justo eso que conocemos en la actualidad por Centro Histórico era la ciudad española, pues, en rededor de ella estaba la República de Indios, es decir, los distintos pueblos en donde los mexicanos vivían. No era un pueblo en sí, sino dos y, para evitar confusiones, pero más bien para tenerlos sujetos y controlados, se les dividió en dos Parcialidades la de Tenochtilan y la de Tlatelolco pero, como ya estaba iniciada la conquista espiritual, entonces se llamaba San Juan Tenoxtitlan y Santiago Tlatelolco. Como Tenochtitlan era tan grande, se dividía en cuatro sectores que no eran otra cosa que los Calpulis o barrios, sus nombres los puedes ver en el diagrama que sigue. Y, en este espacio que tenemos dedicado al inicio de la Guerra de Independencia y la Ruta de Hidalgo, encuentro un documento que me llama la atención debido a que fue emitido por una de esas Parcialidades, la de San Juan que ya se había quitado el apelativo de Tenochtitlan, y que dice:

Exposición de la parcialidad de San Juan contra la revolución iniciada en Dolores.
México, 27 de septiembre de 1810. 

Excelentísimo señor.—

El gobernador, alcalde presidente, gobernadores pasados, y toda la república de la parcialidad de San Juan, han leído la enérgica y juiciosa proclama que vuestra excelencia se ha servido dirigir a todos los habitantes de esta Nueva España con motivo de que algunos de ellos, olvidados de los sagrados juramentos que los ligan, y de sus verdaderos intereses, han levantado el estandarte de la rebelión, y abierto el camino al pillaje, a la devastación y a la ruina total de este preciosísimo reino.

Nos duele señor excelentísimo este alucinamiento delincuente que ha trastornado sus cabezas, y llega a lo sumo nuestro pesar, al oír que cuentan en su número con algunos indios que les auxilian.

Nosotros y los que comprenden nuestra parcialidad, entendemos muy bien que FERNANDO VII y sus sucesores de la antigua casa de Borbón, son los únicos dueños de este reino, que el supremo consejo de regencia que por el cautiverio del primero deposita la soberanía, está legítimamente instalado, reconocido y jurado por nosotros; que nuestra santa religión no permite el quebrantamiento de estos juramentos, y nos estrecha a guardar el pacto social, viviendo sujetos a las legítimas potestades, que a nombre de nuestra madre santísima de Guadalupe y del señor DON FERNANDO VII, no son lícitos, antes sí más criminales y horrorosos, el robo, el homicidio y el perjurio; y últimamente, que el que procure la separación de estos dominios de la península, cuando aún existe allá quien resista a la dominación extranjera, no puede ser fiel a FERNANDO VII, sino que imposibilita en cuanto está de su parte su restitución al trono.

Animados, pues, de estos sentimientos, bien persuadidos de que son los únicos que deben gobernar a un católico y fiel vasallo, hemos acordado venir a presentarnos a vuestra excelencia, ofrecerle nuestras personas y asegurarle, que todos los de nuestra parcialidad están prontos a sostenerlos y derramar la última gota de sangre en defensa de ellos.

Dígnese por tanto vuestra excelencia aceptar esta nuestra oferta, ocuparnos en cuanto nos considere útiles para el real servicio, y elevar al supremo consejo de regencia esta representación, para que su majestad sepa y se complazca de que los indios de México, tienen la felicidad de contarse entre el número inmenso de europeos y americanos, que no se han dejado ni se dejarán seducir por el espíritu de partido y rivalidad.

Dios nuestro señor guarde la vida de vuestra excelencia muchos años, y lo conserve a la cabeza de la fidelísima Nueva España para su felicidad.

México 27 de septiembre de 1810.


Excelentísimo señor.
Dionisio Cano y Moctezuma, gobernador.
Francisco Antonio Galicia, ex gobernador.
Ramón Lizalde, alcalde.
Josef Crecencio Cano, alcalde.
Josef Teodoro Mendoza, alcalde.
Francisco Valdés, alcalde.
Domingo Salazar, alcalde.
Miguel Rivera, alcalde.
Josef Manuel García, escribano.

Excelentísimo señor virrey de esta Nueva España don Francisco Xavier Venegas.

  Vemos en este mapa de 1767 la Calle de S. Juan, se trata de la de San Juan de Letrán, que ahora conocemos como Eje Central Lázaro Cárdenas. un poco a la izquierda aparece el "Teypan", que no es otra cosa que el Tecpan de San Juan, ya no era el de Tenochtitlan sino el de Moyota, sitio en donde se asentaba el tribunal de ese sector de la población. 

Fuente:

J. E. Hernández y Dávalos. Historia de la Guerra de Independencia de México. Seis tomos. Primera edición 1877, José M. Sandoval, impresor. Edición facsimilar 1985. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana. Edición 2007. Universidad Nacional Autónoma de México.

Versión digitalizada por la UNAM: http://www.pim.unam.mx/catalogos/juanhdzc.html

Tomada de 500 años de documentos. Biblioteca. TV.

martes, 6 de enero de 2015

Guadalupe y México, el Padre de la Patria y la Madre de la Patria: El estandarte depositado en 1853.

   Seguramente has visitado la Villa de Guadalupe y te has maravillado con todo lo que hay allí, independientemente de los sentimientos religiosos, allí lo que hay es cultura viva. Por un lado las añejas tradiciones que implicar el bailar en la explanada del templo, transformada en atrio con el matiz que la religión Católica le impuso, nos deja ver que las ideas antiguas siguen vigentes. Por otro lado, la abundancia de arte que hay, especialmente en la antigua Basílica y su Museo es impresionante, más aun cuando enfocamos al arte novohispano que allí se conserva y se exhibe. Por si todo esto no fuera suficiente, aunemos el patriotismo, que allí también se refleja. Lo que vemos en la toma es la Capilla de Indios de Guadalupe, construida junto a la Ermita que originalmente se construyó luego de las apariciones y que, se dice, estuvo custodiada por Juan Diego Cuahutlatoatzin, sí por el mismo San Juan Diego.

  Y es allí, en esta Capilla de Indios en donde se localiza la placa conmemorativa que nos recuerda que en ese recito estuvo depositado al que se cree fue el estandarte que portó don Miguel Hidalgo al salir del Santuario de Atotonilco, cercano a San Miguel el Grande, cosa que ocurrió por la tarde del 16 de Septiembre de 1810. La placa dice que estuvo allí depositado el estandarte del 12 de diciembre de 1853 al 17 de febrero de 1896. Quien lo mandó depositar allí fue Antonio López de Santa Anna, que tenía poco de haberse autonombrado como "Su Alteza Sentenísima", el ocupó definitivamente el cargo de Presidente de la República el 20 de Abril de 1853 y para el 12 de Diciembre de ese año, en solemne ceremonia, llevó personalmente el estandarte para quedar en custodia en el recinto. Quizá en buena medida lo hizo presintiendo la inminente proclamación a las Leyes de Reforma, con las cuales, quizá, se hubiera perdido este singular estandarte. Lo más seguro es que el estandarte fue colocado para presidir una solemne ceremonia que encabezó el día 19 Su Alteza Serenísima:

   "1853.- 19 Diciembre. Acto solemne de la restauración de la Orden de Guadalupe hecha por don Antonio López de Santa Anna en la Colegiata. “La salida de la comitiva del Palacio se hizo en este orden: a una descubierta de gastadores del Regimiento de Granaderos seguían los coches de los condecorados Caballeros, Comendadores y Grandes Cruces, cuyos cocheros llevaban en el hombro izquierdo un listón blanco; los carruajes de los Ministros precedían la elegante carroza del Gran Maestre, tirada por  seis arrogantes caballos, retintos, guiados por tres cocheros y postillones de lujosa librea; seguían, después, los brillantes oficiales del Estado Mayor; cuatro picadores a caballo con librea de la Casa del Gran Maestre; una bellísima estufa dorada y pintada con emblemas y las armas nacionales, de la cual tiraban cuatro hermosos caballos anaranjados, y por último el vistoso Regimiento, de Lanceros de la Guardia”. “El Gran Maestre, revestido con un rico manto, tomó asiento bajo el dosel de terciopelo que del lado del Evangelio se había colocado, cerca de Monseñor Clementi, Delegado Apostólico, que era el oficiante. Apartadas del presbiterio y a la altura de éste se hallaban dos tribunas, una a la derecha, que ocuparon la esposa y la familia del presidente y otra a la izquierda, en que se colocó el cuerpo diplomático. En la crujía  central, limitada por balaustradas de plata, se colocaron los Caballeros de la Orden”. “La ceremonia dió principio a las diez de la mañana y terminó a las tres de la tarde, dando asunto al hábil pintor Francés Pingret para la ejecución de un hermoso cuadro al óleo. El artista eligió para el efecto, los momentos en que el Gran Maestre de la Orden entregaba las insignias al Ilustrísimo Arzobispo de México”. (García Cubas El libro de mis recuerdos). El “Álbum de la Coronación” añade que concurrieron los Ilustrísimos Señores Obispos Becerra, Belaunzarán, Pardío y Madrid, y que predicó el célebre P. Francisco Javier Miranda". (Tomado de la página electrónica de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.)

   El momento cuando se retiró el Estandarte Guadalupano de la Capilla de Indios en la Basílica de Guadalupe fue cuando el Presidente Porfirio Díaz comenzó a colectar todos los símbolos relacionados con el inicio de la Guerra de Independencia a la ciudad de México, el Estandarte ya estaba allí, pero en la Villa de Guadalupe, que entonces tenía la categoría de Municipio. Llegaría luego la Campana de Dolores, trasladada desde la Parroquia de Dolores en Dolores Hidalgo, Guanajuato; luego llegaría la Pila Bautismal en donde fuera bautizado don Miguel Hidalgo en el templo de Cutizeo de los Naranjos, actual Abasolo, Guanajuato. Y así, con la Campana de Dolores en el Palacio Nacional y los demás emblemas en el Museo de Historia del Castillo de Chapultepec, se irían preparando, con la debida anticipación, las emblemáticas Fiestas del Centenario.


lunes, 5 de enero de 2015

El levantamiento de Topia, uno de los primeros movimientos de insurrección en México.

    Sobre estos acontecimientos nunca había oído nada, ahora que he dedicado más tiempo a leer uno de los clásicos de la Historia de México, encuentro en sus páginas este pasaje no del todo difundido, de lo que por esos rumbos sucedió casi al finalizar el siglo XVI, lo cual lo coloca a la cabeza, o tal vez el segundo o tercer movimiento de insurrección, luego del de Acualmeztli en los rumbos del hoy Estado de Hidalgo y el de Tenamaztle por Nochistlán, en Zacatecas y antes del de Yanga, en el actual Estado de Veracurz. Topia se localiza en el Estado de Durango, metido en la Sierra Madre Occidental, y allí ocurrió que...

   "Con no pocas inquietudes presentóse para el gobierno español en México, el principio del siglo XVII. El desacertado empeño del conde de Monterrey, por reunir en pueblos y congregaciones a los indios que vivían dispersos en las montañas y la codicia de los hacendados que pretendían apoderarse de las tierras poseídas y cultivadas por estos indios, agitaban peligrosamente los ánimos de los naturales del país, y muchos españoles, y entre ellos varios religiosos, escribieron al rey Felipe III manifestándole cuan peligrosos camino era aquel que había adoptado el Conde de Monterrey, del que si no se apartaba dejando vivir libremente a los indios, se originarían grandes trastornos en la colonia. Por otra parte, en la provincia de Nueva Galicia, el empeño de descubrir y explotar las minas de plata, había llevado a muchos españoles a Topia, y los malos tratamientos que sufrían por estos los naturales causó una sublevación, que aunque poco importante en el año de 1600, ya en el siguiente había tomado tan grandes y temibles proporciones, que necesario fue enviar consta los sublevados algunas tropas españolas. La provincia de Topia, refiere el padre Hernando de Santarén, jesuita, en una carta que escribió a su provincia, tomó su nombre, según la tradición conservada entre los naturales, de una india llamada Topia que se convirtió en estatua de piedra.

   "El primer español que hizo entrada a esa provincia fue don Francisco de Ibarra, quien sentó sus reales en el valle de Topia, considerado como cabeza de aquellas serranías, y el primer misionero que llegó allí a predicar el cristianismo fue el jesuita Gonzalo de Tapia en 1592. La parte del territorio conocido por provincia de Topia era, según dice el padre Santerén, una serranía que corre "de Norte a Sur del Nuevo México hasta Guadalajara; tiene de ancho más de cuarenta leguas, y en medio y riñón de ellas, están poblados el día de hoy estos acaxees y de esta sierra, como de más alto tienen principio muchos poderosísimos ríos que corren al Poniente y entran en la mar del Sur, y otros que corren al Oriente, y van a pasar al mar del Norte, acabándose algunos como el río de las Nasas, el de Papatzquiaro y el de los Ahorcados en la laguna grande, donde está la misión que la Compañía tiene en las Parras".  La Audiencia de Nueva Galicia envió contra los sublevados de Topia al capitán Canela, portugués, con dos compañías de soldados y órdenes para castigar severamente a los indios; pero por ese tiempo hacía la visita de su diócesis el nuevo obispo de Guadalajara don Alonso de la Mota, y como aun no se había erigido el obispado de la Nueva Vizcaya, la provincia de Topia correspondía a la Nueva Galicia, y el obispo Mota quiso probar con los insurrectos el medio del convencimiento y blandura para hacerles volver al orden, proponiendo al capitán Canelas suspender las hostilidades, y le dejase entrar al país insurreccionado; opúsose a esto el capitán, alegando las ordenes del presidente de la Audiencia, doctor don Santiago de Vera, y además el peligro que iba a correr el obispo.

   "Don Alonso de Mota insistió y envió a los indios dos mensajeros invitándolos a darse la paz, ofreciéndoles el perdón y remitiéndoles como prendas de aquel ofrecimiento su mitra y su anillo pastoral. Recibieron los sublevados la embajada, conservaron en su poder la mitra y el anillo y aplazaron la respuesta definitiva, en cuya espera quedaron el obispo y el capitán Canela. Pasaron así varios días, y mirando el capitán que no se alcanzaba resolución, determinó atacar a los insurrectos y se puso en marcha para sorprenderlos. De improviso vieron aparecer los indios las tropas españolas cuando menos las esperaban, y bien porque se creyeran perdidos o porque tenían ya intención de darse de paz, en vez de combatir o dispersarse huyendo, colocaron sobre una asta la mitra del obispo, y llevándola como un estandarte salieron todos a encontrar pacíficamente a los españoles. El obispo Mota, que acompañaba la expedición, habló entonces a los indios en su idioma y terminó así aquella sublevación, que pudo haber sido tan prolongada y de tan terribles consecuencias". (1)


Fuentes:

Alegre, Francisco Xavier. Historia de la Compañía de Jesús. Tomo I. p394

Mota Padilla, Matías. Historia de la Nueva Galicia. Cap. XLIX, N. 2