Hacía tiempo que no encontraba más documentos que nos hablaran sobre el traslado de los restos de Hidalgo y otros caudillos de la Independencia ocurrido luego de la Consumación de la misma en 1823. Ahora que calló (por fortuna) a mis manos el libro de José María Marroquí que describe las calles de la ciudad de México y lo que allí había, encuentro un texto interesantísimo que describe lo que fueron las ceremonias ocurridas en la Basílica, entonces Colegiata, de Guadalupe, en el templo de Santo Domingo y en la Catedral Metropolitana cuando recibieron los restos y las exequias realizadas. Me llama especialmente la atención la descripción que hacen de la pira levantada en la Catedral para recibir con la pompa que la ocasión reclamaba los restos de los héroes, es por eso que me permito transcribirla:
La marcha de Muerte para ser inmolados por la Patria en el Cadalso, es la marcha de del héroe que camina al templo de la inmortalidad.
La patria oprimida
jamás pudo ensalzar a sus guerreros
que hasta rendir la vida,
empuñaron constantes los aceros,
puesta ya en libertad, cual madre pía,
honra a los menos su ceniza fría.
"... los restos fueron conducidos a la pira en dos urnas, una forrada de terciopelo negro guarnecida con galón de plata, y otra de cristales, en que se contenían los huesos.
El primer cuerpo de la pira colocado bajo una hermosa tienda de campaña, era de planta cuadrangular, de más de tres varas de alto: sus cuatro caras almohadillas: a sus lados estaban colocadas dos lápidas rectangulares con varias inscripciones y poesías.
Sobre este cuerpo se levantaba una pirámide cuadrangular con un pequeño truncamiento en la cúspide: en el centro de la base, sobre un cuadro menor que ésta, se levantaban dos gradas y sobre éstas cuatro intercolumnios jónicos compuestos, correspondientes a cada una de las caras de la pirámide, terminándose con la revolución lateral de los cornisamentos prolongados de éstos sobre las superficies de dichas caras, y como, a más de la mitad de altura. En el interior corría también el cornisamiento, que sostenía una bóveda con adornos: aquéllos y ésta muy propios, perfectamente ejecutados, y de un exquisito dibujo. Sobre las gradas se elevaba un pedestal con despojos militares de bajo relieve, el que era cuadrilongo, terminado en figura truncada, cubierto con un tapiz bordado de oro sobre campo negro, sobre el cual se colocó el sarcófago de cristales que encerraba las cenizas de los héroes. De la bóveda interior pendían hacia cada lado unas colgaduras negras guarnecidas con flecos, cordones y borlas de oro.
Encima del cornisamento descansaba un zócalo, y sobre él, correspondientes al centro de cada intercolumnio, se hallaba una lápida con los metros que diremos, y a los lados de éstas unos candeleros de escultura. Sobre la lápida que miraba al coro estaban sentados dos bellos genios, sosteniendo el escudo de armas de la nación mexicana. La parte superior de las otras tres, estaban adornadas con unos jarrones, de los que pendían unos festones que caían a los costados de las lápidas, en nada inferiores al resto de la obra. El truncamiento de la parte superior lo ocupaba una hermosa estatua, representando la religión colocada en una base.
Detente, pasajero,
no dejes este sitio polvoso
sin derramar primero
sobre su suelo, el llanto más copioso,
empapado con él aquesta losa
de tanto héroe valiente en paz reposa
Las ceremonias realizadas en los puntos señalados ocurrieron el 15, 16 y 17 de septiembre de 1823 en la ciudad de México, las honras fúnebres en la Catedral Metropolitana fueron el 17, luego de la solemne misa, los restos fueron depositados en la cripta destinada a los virreyes y dignidades eclesiásticas, debajo del Altar de Reyes.
Fuente:
Gaceta Oficial del Estado de Michoacán. Septiembre 16 de 1887, No, 204. Incluida en: Marroquí, José María. La Ciudad de México. Tomo III. Imp. y Tip. La Europea. México, 1900. p.401.
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