viernes, 24 de abril de 2015

Algo sobre los huesos (reliquias) de Don Vasco de Quiroga.

   Si bien este espacio está dedicado a los sucesos de la guerra de Independencia, creo interesante incluir un episodio un poco extraño (aunque no es de extrañarnos) en la vida, (mejor dicho luego de la muerte) de don Vasco de Quiroga. Buscando la relación que pudiera haber con Miguel Hidalgo, la encontramos en el Colegio de San Nicolás, fundado por don Vasco y atendido por don Miguel. Y la asociación de ideas no está en la cosa educativa, sino en ese extraño y particular gusto y/o culto que tenemos en México a los héroes por un lado y a sus reliquias por el otro. Es así como, encuentro por ahí y gracias a las digitalizaciones magníficas que hace la Universidad Autónoma de Nuevo León, tengo acceso a un libro que nos relata sobre un particular hecho en los restos de don Vasco de Quiroga, los cuales, son auténticas reliquias, dado que está corriendo una Causa en El Vaticano para buscar la beatificación y canonización del que fuera el Primer Obispo de Michoacán.

   Se dice que, luego del traslado de la sede catedralicia de Pátzcuaro a Valladolid, los restos de don Vasco de Quiroga  quedaron “con algún abandono y desaseo hasta el año 1897 en que se les arregló decente cripta en ese mismo lugar”, los restos estaban en el colegio jesuita, luego de la restauración del a que fuera la Catedral de “Tata” Vasco,es decir, el santuario de Nuestra Señora de la Salud, serían pasado allí, el autor lo dice de este modo: “Con anterioridad había dispuesto el Illmo. y Rvmo. Sr. Arciga que se hiciesen las reformas que exigía el deterioro del templo que conserva en Pátzcuaro las reliquias del Ilmo. Sr. Quiroga; y se dirigió además por escrito al R. P. D. Antonio Planearte y Labastida, Abad de la insigne Colegiata de Ntra. Sra. de Guadalupe, enviándole el original de una inscripción latina, para que se sirviese ordenar que se grabara en mármol por alguno de los artistas más expertos de la Capital, á fin de colocarla oportunamente en el sepulcro del Ilmo. Sr. Quiroga. El R. P. Planearte, aplaudiendo de corazón la idea y con la actividad que caracteriza su celo, dirigió tan satisfactoriamente la obra que ya desde los primeros días del pasado mes, se pudo instalar en Pátzcuaro la preciosa lápida, en la que todos han admirado así la maestría del cincel, como el buen gusto que presidió en la hermosa combinación de los mármoles. De ello resultó un monumento digno de ser contemplado detenidamente por los amantes de lo bello”.

   La placa rezaría en latín: “D. O. M. Vasco de Qviroga Apostolicha Charitate Omniqve Excelentia. Viro Sanctissimo. Patriae Nostrae Vere Parenti Qvi. Regii Senatoris Mvneribvus Integre Et. At. Exemplvm Perfvnctvs Et. Postmodvm Divino Aflante Nvmine Mechoacani Protopaesvl Factvs Imperavias Estas Regiones Christi Veritate Reclvsit Qviqve Immanes Thrrigenas Havd Solvm Hvmanitatis Legge Sociavit Sed Singvlari Benevolentia Complectens Vel. In. Ipsis Mechanisis Opificus Mirifica Docvmenta Praebvit Quae Adhvc Tanti Magistri Memoriam Retinentes Distribvtione Ab. Ipso. Sapientissime Peracta Ab. Oppidorvm Incolis Fediter Cvstodivnvr Vitae Deniqve Meritorvm Copia Perqvam Ditissimae Finem. Atitvlit Annvs MDLXV Pridie. Idvs. Martii Nonagesimvs Ex. Qvo. Lucem Haversat. Heic. Vbi In Pace Christi Reqviescit Joseph Ignativs Arciga XXXVII Qvi Eivsdem Aintistitis Svccesionem Ascceperat Convenientibvs I. Mi. Concilii Provincialis Mechoacanensis Reverendiddimis Patries. Hoc Exile. Monvmentvm Anno Salvtis M.DCCC.XC.VII Ponendvm Cvravit. Ave. Pastor. Et. Pater. Optime Vale. Et. Vive. In. Deo”.

   Esto ocurría en marzo de 1897, era la tercera vez que los restos de Vasco de Quiroga habían sido exhumados; la primera el 16 de Agosto de 1831. Luego, con autorización del Arzobispo michoacano Arciga se haría, además un reconocimiento de estos venerables huesos, en 1884. Hubo una cuarta vez, en Febrero de 1903 cuando se le practicó un estudio antropométrico del cráneo, que es de dónde proceden las imágenes que ahora vemos. Y de la mencionada tercera ocasión en que los restos son expuestos, se desprende el siguiente documento:

    "En la ciudad de Pátzcuaro, á horas que son las cuatro de la tarde del día primero de Abril de mil ochocientos noventa y siete, presentes en la sacristía del templo de la Compañía de Jesús las personas siguientes: limo, y Rmo. Sr. D. José Ignacio Arciga Arzobispo de Michoacán; limo. Sr. Dr. D. Rafael Camacho Obispo de Querétaro; limo. Sr. Dr. D. Herculano López Obispo de Sonora; Sr. Canónigo Lic. D. Lorenzo Olaciregui, Sr. Cura D. Ignacio M. Torres, Sr. Cura D. Arsenio Robledo, Sr. Cura D. Ignacio Silva, Sr. Capellán D. Rafael Bustamante, Sr. Cura D. Estanislao Acha, Sr. Rector D. Rafael Nambo, Sr. Presbítero D. Ismael Huacuja, y los Doctores D. Nicolás Luna y D. José Laris; el limo, y Rmo. Sr. Arciga manifestó: que habiéndose celebrado hoy con la debida solemnidad las honras fúnebres en sufragio del limo. Sr. D. Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacán, y estando acordado que los restos de tan ilustre como tan respetable persona, sean depositados en este santo templo de la Compañía, y cubiertos con la respectiva lápida conmemorativa, pareció conveniente hacer constar el número y clasificación de dichos restos, certificándose el acto por el notario público D. Carlos Alcocer y Piña, que se halla presente. En consecuencia los señores doctores Luna y Laris procedieron desde luego al examen de los referidos restos, y fecho manifestaron que los restos que tienen á la vista, se componen de las siguientes piezas

  “El cráneo completo y el maxilar inferior; dos fémures, dos tibias, dos peronés, un húmero, un cúbito completo, dos radios incompletos, una clavícula completa y dos fragmentos de otra; dos huesos iliacos, dos fragmentos de húmero; el hueso sacro, siete vértebras completas y dos fragmentos; dos fragmentos de omoplatos; un fragmento del esternón, dos calcáneos completos; un astrágalo también completo, catorce fragmentos de costillas y cuatro huesos sin clasificación posible. Terminado el examen de los restos en los términos que quedan expresados, se colocaron en una urna de madera de cedro y cristales, en la que igualmente se depositó el inventario antiguo de los expresados restos, escrito en papel del sello cuarto y autorizado por D. Andrés Vanegas, notario de este curato. El notario que suscribe certifica: que los hechos a que se refiere la presente acta, han pasado de la manera que queda expresado; y en consecuencia, se da por terminada aquella, firmando todas las personas presentes, así como los testigos que lo fueron los señores Tomás Torres, Eduardo Alcazar, Abundio Barriga, Miguel Corona, Agapito Solórzano y Espiridión Melgoza. Doy fe: JOSE IGNACIO, Arzobispo de Michoacán. — RAFAEL, Obispo de Querétaro.— HERCULANO, Obispo de Sonora.— Lorenzo Olaciregui.—Ignacio M. Torres.—A. Robledo—Ignacio Silva.—Rafael Bustamante.— Estanislao Acha. —Rafael Nambo.— Ismael de J. Huacuja.—Nicolás Luna.—José Laris —Tomas Torres.—Eduardo Alcázar.—Abundio Barriga.—Miguel Corona—Agapito Solórzano y Solcliaga.—Espiridión Melgoza.—Ante mí: Carlos Alcocer y Piña, Notario público."

   "Cumplidas estas formalidades, de suma importancia para la historia, nuestro limo y Rmo. Prelado tuvo el consuelo de colocar los venerados restos en la cavidad que se abrió para este fin en la pared del presbiterio. El mármol que hoy los cubre no es ciertamente digno de guardarlos, pero recordará á las generaciones futuras la grandeza de nuestro primer Obispo y la desinteresada piedad de un sucesor esclarecido. 

Morelia, 3 de Abril de 1897."


Fuente:

1.-  León, Nicolás. El Illmo. Señor Don Vasco de Quiroga, primer Obispo de Michoacán. Grandeza de su persona y su obra. Estudio biográfico y crítico. Tip. de los Sucesores de F. Diaz de León. México, 1903, pp.134-149


1 comentario:

  1. EL ILUSTRE TATA VASCO

    “A Pátzcuaro y Santa Fe, consagró su santa fe.”

    Te evoco a ti, Don Vasco de Quiroga,
    grandiosa tu obra, que la injusticia ahoga,
    quisiera recordar tu tierna esencia,
    luego abundar . . . en tu benevolencia.

    Querer al prójimo, quitarle lo sufrido,
    del nuevo mundo, anhelo esclarecido;
    un cuento de hadas, aquella fiel nacencia,
    en esa España, en plena efervescencia.

    Fue Madrigal de las Altas Torres,
    la tersa cuna de tus amores,
    el Reino de Castilla la Vieja,
    sobrio presagio de tal grandeza.

    Año de mil cuatrocientos setenta,
    de cierta oscuridad, siempre irredenta,
    nació junto contigo la bondad,
    fe, austeridad, abrigo, caridad,

    De dos seres hermosos, tú brotaste,
    cariño en la niñez, así encontraste,
    más, Dios, te dotó de algo inmanente,
    abriendo el cielo a tu corazón, latente.

    ¿Quién cinceló ese ser maravilloso,
    sensible, desinteresado, generoso?,
    ¿quién sembró en tu mente, de soñador,
    la semilla de la humildad y el candor?

    Comprendes a Erasmo, a Santo Tomás,
    les captas lo bueno, eso . . . nada más,
    adoras a Vives, al gran Pedro Mártir,
    con México sueñas, piensas compartir.

    Los Sacros ideales de la perfección cristiana,
    con la enorme raza p’urhépecha, michoacana;
    al indio le diste muy franca la mano,
    por ese detalle fue más que tu hermano.

    Estudiaste leyes, derecho canónico,
    erudito Juez, de corte Platónico,
    Oidor, Sacerdote, Obispo muy sano,
    todo lo que hiciste nunca fue en vano.

    Noble castellano, castizo hombre hidalgo,
    entregaste todo, sin quedar con algo,
    tierna simpatía por tus semejantes,
    de los buenos tratos todos demandantes:

    “Poder de juicio, acertado,
    todo individuo tu aliado,
    forjando psique . . . espiritual,
    educas todo ser . . . corporal.

    Santa Fe de la Laguna,
    sociedad como ninguna,
    Hospital-Pueblo anhelado,
    un deseo cristalizado.

    La “Utopía” de Tomás Moro,
    trabajo, alma, amor, decoro,
    la hiciste una . . . realidad,
    tolerancia, humanidad.

    Virtudes tuyas, sinceras,
    con abnegación, de veras,
    pacifista religioso,
    forjaste núcleo amoroso.”

    En Pátzcuaro, se te valora y admira,
    habría que desechar crueldad, coraje, ira,
    gracias a esa enseñanza, reconciliadora,
    apegarnos los seres humanos a tu aurora.

    Mira, que bellísima está la Basílica,
    en la que descansan tu osamenta, tu súplica,
    tus ánimos que, velados por la Virgen,
    nos impiden olvidarnos de tu imagen.

    Permíteme decirte, Ilustre Tata Vasco,
    la generosidad hace de la miseria . . . un asco,
    ¡viva tu modestia, tu ideario y fidelidad!,
    que, en este suelo, jamás impere la maldad.

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    Dedicado al Sr. C. P., Jorge Gabriel Pita Arroyo.
    Registro SEP INDAUTOR No. 03-2012-030612580800-14

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