Alvaro Obregón rindiendo honores a Miguel Hidalgo y Costilla.

 Estas fotografías, que encontré en el libro de Casasola Historia Gráfica de la Revolución Mexicana, me parecen interesantes y un poco intrigantes a la vez. No tienen la fecha de los acontecimientos pero los podemos deducir. Quizá esta sea entre 1916-1917, cuando fungía como Secretario de Guerra, lo digo porque el general Obregón va vestido con el uniforme militar. Es una ceremonia que tal vez sea el 8 de mayo, aniversario del nacimiento del Padre de la Patria o, tal vez, sea un 16 de septiembre, no creo sea dentro de la Catedral, que era el sitio en donde se ubicaban los restos de los héroes. Tengo entendido de que no se pueden colocar bustos dentro de los altares, a no ser los de los santos autorizados por El Vaticano.

 La anciana que vemos al lado derecho del general Obregón es una de las descendientes de don Miguel Hidalgo, pero no está identificada con nombre. Pudiera ser Micaela o María Hidalgo Quintana, hijas de don Miguel y Josefa Quintana... o Agustina Hidalgo Ramos, hija que tuvo con Manuela Ramos Pichardo. O, en todo caso, se trata de alguna de sus sobrinas. No lo sé.

 Esta era la urna en donde estaban los restos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, sus calaveras para ser precisos. El altar se debe a que era un 16 de septiembre y se hacían guardias de honor frente a él por parte de las autoridades federales.

 Y esto es lo sorprendente. Alvaro Obregón, que lo vemos con la banda presidencial y vestido de gala, nos indica que es un 16 de septiembre, el año es incierto. Él fue presidente de la república de 1920 a 1924. En noviembre de 1921 fue cuando hubo un atentado dinamitero en la Basílica de Guadalupe, eran los tiempos en que el enfrentamiento estado-iglesia comenzaba a recrudecerse, es por eso que, al verlo sentado en primera fila en la Misa de Función, la de las 12 del día, en honor a los héroes de la Independencia, me sorprende, ya que fue en su cuadrienio cuando comenzó el movimiento Cristero.

Y luego de la solemne función, pasó a hacer la guardia de honor correspondiente ante los restos en la capilla correspondiente, dentro de la Catedral Metropolitana de la ciudad de México.