Curiosidad, casualidad, ironía... no sé cómo calificarlo. Se trata de un hecho ocurrido en Septiembre de 1810, el día 14, que fue un viernes, la ante víspera del día que cambió el rumbo de México. Días antes, el 28 de agosto, desembarcó en el puerto de Veracruz, seguramente habrá descansado allí un día al menos, o tal vez un par de días, aunque cabe la posibilidad de que una vez desembarcado haya tomado camino rumbo a Xalapa y allí haya efectuado su descanso pues, siendo los últimos días de agosto la humedad y calor del puerto era más bien un incómodo ambiente para descansar. El derrotero a seguir estaba más que definido, una entrada triunfal a Tlaxcala, otra en Puebla para luego continuar a la ciudad de México, en donde hace su entrada oficial el 13 de septiembre. El 14 fue la ceremonia y ese mismo día, en Querétaro Josefa Ortiz estaba siendo encerrada, ocurriría luego el ya mítico episodio del taconeo para darse a notar y ordenar que se de aviso en San Miguel el Grande de que la Conspiración había sido ya denunciada. Lo que ocurrió en México fue la visita que el recién ungido como virrey, Venegas, hace a la imagen de la Virgen de Guadalupe, misma que unas horas luego se convertiría en el estandarte del movimiento de insurrección.
"El día 14 del corriente hizo su entrada pública en esta capital el Excmo. Señor Virrey Don Francisco Xavier Venegas, según teníamos anunciado. A este efecto se pusieron sobre las armas todas las tropas de caballería e infantería de esta plaza para hacer los debidos honores a S.E. formándose en dos alas desde el real palacio hasta la garita de N.S. de Guadalupe, cuya carrera se hallaba colgada y ocupado el tránsito de un inmenso concurso de uno y otro sexo. La Real Audiencia partió desde temprano con la tropa de estilo como gobernadora, y luego que llegó a N.S. entregó el mando S.E. con todas las solemnes ceremonias de estilo, en concurso de los tribunales y cuerpos que habían ido a cumplimentarle. S.E. pasó inmediatamente a dar gracias al santo templo de nuestra augusta protectora, donde le recibió el cabildo de la insigne y real colegiata, acompañándole en el acto de dar gracias, y después del Te Deum que se cantó a toda orquesta ase ofrecieron en el santo sacrificio de la misa las preces eclesiásticas para implorar el acierto de los que gobiernan.
Concluido esto pasó S.E. a la Sala Capitular, donde después de cumplimentado con elocuentes arengas del real Acuerdo, Exmo. Ayuntamiento, teal y pontificia Universidad, ilustre y real colegio de Abogados, y demás tribunales y cuerpos, (a que correspondió con energía y laconismo) se dirigió a esta capital, donde fue recibido por este fidelísimo vecindario, en medio de los más sinceros regocijos y sofisticaciones que acreditan el alto aprecio con que presentan su obediencia a nuestro deseado monarca el Sr. D. Fernando VII, cuya autoridad representa nuestro Exmo, Señor Virrey. Las salvas de Artillería y campanas a vuelo llevaban este objeto de regocijo público. Luego que llegó al real palacio, y hubo recibido los parabienes de todos los tribunales y cuerpos eclesiásticos y políticos, pasó a pagar la visita al Excmo. e Illmo, Sr. Arzobispo, volviendo después a recibir los saludos de las tropas que pasaban marchando por la frente del real palacio.
Las tardes de estos tres días de plácemes y enhorabuenas, ha habido paseo público y sobresalientes funciones de teatro las tres noches, y en todo ha brillado el regocijo público, la opulencia de los trenes, la magnificencia de las galas, y particular aprecio con que este file pueblo ha recibido a S.E., corriendo apresuradamente a tener el honor de conocerlo y tributarle su obediencia, sus respetos y su amor, como a origen y fuente de su justicia y fidelidad" (1).
Así pues, si las fiestas de recepción se prolongaron durante tres días que fueron el 14, el 15 y el 16 de septiembre... curiosidades, curiosas ironías de la vida.
Fuente:
1.- Gaceta del Gobierno de México, del martes 18 de septiembre de 1810. Tomo I. Núm. 103, pp. 756-757.
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