lunes, 21 de febrero de 2011

Hacienda de Laguna Seca, municipio de Charcas, San Luis Potosí. Cabeza número 168

Seguimos recorriendo el altiplano potosino de mano del licenciado Rafael Reyes, cronista vitalicio de Moctezma, San Luis Potosí, estamos siguiendo las huellas del cura don Miguel Hidalgo que seguía internándose en zonas cada vez más inhóspitas y totalmente nuevas para él. Don Miguel fue, casi con seguridad lo podría decir, un magnífico jinete, ya que en su muy activa vida, incluía el ir y venir de San Felipe Torresmochas a su hacienda de Jaripeo en la antigua Taxiamora, o ese ir y venir continuo de Dolores a San Miguel y Querétaro.

Solo que, debemos considerar una cosa. Ese andar del cura fue siempre en la zona centro de la Nueva España, por las bondadosas tierras del Bajío y las de la zona lacustre michoacana, siempre en el verde, junto a manantiales, ríos, lagos y lagunas, siempre en zona pródiga en donde no faltaba nada, además del beneficio que implica tener un clima templado. Ahora, en el altiplano potosino las circunstancias eran totalmente distintas, si bien la moral baja, pero, sobre todo, un panorama un tanto cuanto hinóspito.

Al ver con atención las imágenes de lo que actualmente es la Hacienda de Laguna Seca, nos da una idea de lo que, en ese momento, el 15 de febrero de 1811, Hidalgo y los demás Insurgentes estaban enfrentando: un clima nada agradable, caluroso de día y frío de noche; falta de agua y... haciendas localizadas a larga distancia la una de la otra. Cinco leguas distaban, aproximadamente, de la población de las Charcas a la hacienda de Laguna Seca, lo más seguro fue que al llegar allí se hayan solo refrescado, solicitado algún apoyo en cuanto alimento tanto para ellos como para sus bestias y luego continuaron 4 leguas más para terminar la jornada en la siguiente hacienda, la de Solís.

De la historia de la Hacienda de Laguna Seca hemos podido encontrar realmente pocos datos, uno de ellos, el más importante de todos, es que, desde siglos atrás una de las funciones que realizaba, además de la agrícola y ganadera, era la producción de mezcal, del entonces llamado vino de mezcal, producción que aun hoy día se sigue realizando.

Recuerdo que hasta hace poco tuve la oportunidad de ver la película que sobre Hidalgo se filmó como parte de los festejos del Bicentenario, la de Hidalgo, la historia jamás contada. Hay una escena que, sabiendo bien que la historia es una libertad literaria que se tomó el argumentista para recrear un personaje histórico y darnos una visión, la más próxima, de la realidad, pero novelada, es decir, endulzada... en este caso no se endulzó, sino tequilizó. ¿Por qué lo digo?

Pues porque dentro de la trama hay una escena en donde los familiares de Hidalgo que llegan a asentarse luego de que el cura fue movido de Colima a San Felipe, ellos dicen que encontraron en el camino a unos productores de Tequila, y sacan varias botellas del elixir, solo que... mejor hubiera sido sacar unas botellas de mezcal, dado que, en las proximidades de San Felipe había un gran productor de ese vino, en la hacienda de Jaral de Berrio y, no muy lejos de allí, más al norte, se localizaba otro magnífico productor de mezcal: Laguna Seca.

Quizá esta observación se preste a una discusión, pues la Casa Cuervo se fundó en 1795, pero su producción no comenzó sino hasta 1812... El cura Hidalgo llegó a San Felipe el 23 de enero de 1792, consecuentemente, sus hermanos llegarían meses después. Este dato no es de relevante importancia, tampoco es una crítica a la película, muy por el contrario, es solo para rectificar ciertos detalles que, en ocasiones, se nos van perdiendo y luego se vuelven aseveraciones, como lo que apenas ayer vimos de lo que sucedió a consecuencia de la novela del Insurgente de Juan Díaz Covarrubias.

Que mejor que en tierra agreste brindar con una bebida acorde al entorno, en este caso, el delicioso vino de mezcal, el auténtico mezcal, el de Laguna Seca, San Luis Potosí.

Curioso es no encontrar mucha información sobre el producto en México, pero si en Alemania.


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