miércoles, 4 de abril de 2012

Nuestra Señora de Guanajuato, Generala del Ejército Realista.

Es indudable que la Guerra de Independencia de México tuvo un toque de "Guerra Santa" debido a que era una sola imagen religiosa que identificaba al movimiento Insurgente, la Virgen de Guadalupe, mientras que, del lado contrario, los Realistas iban acrecentando cada vez más la lista de Advocaciones Marianas a las que se les iba dando el grado de Generala para su ejército. Esta, insisto, "guerra santa", comenzó cuando, estando Hidalgo y sus insurrectos en el Monte de las Cruces, el virrey decide otorgar el mando y título de Generala a la Gachupina, nombre con el que se le daba a la Virgen de los Remedios, pero no fue la única, el título lo obtuvo también Nuestra Señora del Pueblito en Querétaro, Nuestra Señora de la Luz en Salvatierra, la Virgen del Socorro en Acapulco, más tarde lo tendría la Virgen de Zapopan. Esta vez veremos el caso de Nuestra Señora de Guanajuato la cual se jura como Generala el 24 de noviembre de 1811, cuando la cabeza de Hidalgo colgaba ya de una esquina de la Alhóndiga de Granaditas.

"El 24 de noviembre de 1811 se jura con gran pompa, por patrona y generala de los tropas del Gobierno Español a Nta. Sra. de Guanajuato. He aquí los pormenores de este acto solemne, según consta en documento que existe en el archivo de la municipalidad.

A las nueve de la mañana del expresado día, se reunió el ayuntamiento en el salón de sesiones, juntamente con las demás autoridades eclesiásticas, civiles y militares; y acto continuo por el centro de la villa que formaba la tropa se dirigieron todos a la Iglesia Matriz, y ocuparon sus respectivos asientos, siendo el del Intendente D. Fernando Pérez Marañón un sitial colocado del lado del Evangelio: comenzó la solemne función con asistencia del clero secular, regular y de numerosísimo pueblo; y el cura más antiguo Dr. D. José Antonio de Labarrieta, precedidos de la cruz alta, acompañado con los Diáconos y revestido con capa pluvial, se dirigió al Intendente para tomarle el juramento.

Este se levantó de su sitial y acercose al bello y venerable simulacro, al cual adornaron con una rica banda y con un bastón con puño de oro con pedrería: puso entonces una mano en el puño de su espada y la otra sobre el pie de la Sma. Virgen y el Párroco oficiante lo interrogó de esta manera: "?Jura V.S. como jefe político y militar de esta provincia, en representación de todos sus vecinos y habitantes, por Generala de nuestras armas, a Ntra. Sra. de Guanajuato; y promete V.S. defender bajo sus estandartes el patrimonio del Sr. D. Fernando VII, nuestro soberano, representado en el Supremo Congreso Nacional de Cortes, la religión y la patria? Sí, juro, contestó el Intendente; y el oficiante agregó: Sí V.S. lo cumpliere y el público a quien representa, merecerá las bendiciones del cielo, y el reconocimiento de la generosa nación española, de que somos parte integrante: si no caerán sobre él todos los anatemas y será oprobio de las generaciones futuras.

En seguida predicó un elocuente sermón el mencionado Dr. Labarrieta, y continuó la espléndida función, estando patente el Divinísimo Sr. Sacramentado: salió después, procesionalmente por las calles acostumbradas la sacrosanta imagen, y se repitió el juramento en la forma descrita, en la plaza mayor; y en las de San Diego de San Juan (hoy San Francisco) y de la Compañía, con nuevas exhortaciones en cada una de ellas predicadas por el padre guardián de S. Diego, Fr. José Aguilar y Cueto, presidente de los Misioneros Fr. Francisco Gamarra y el respetado Labarrieta.

La asistencia a la procesión fue numerosa y escogida: toda la tropa que había en la ciudad marchaba a la retaguardia, y todos los edificios públicos y particulares se adornaron por el día y se iluminaron por la noche con lujo y elegancia". (1)

Fuente:

Marmolejo, Lucio. Efemérides Guanajuatenses. Imprenta del Colegio de Artes y Oficios. Guanajuato, 1883.

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