A las nueve de la mañana del expresado día, se reunió el ayuntamiento en el salón de sesiones, juntamente con las demás autoridades eclesiásticas, civiles y militares; y acto continuo por el centro de la villa que formaba la tropa se dirigieron todos a la Iglesia Matriz, y ocuparon sus respectivos asientos, siendo el del Intendente D. Fernando Pérez Marañón un sitial colocado del lado del Evangelio: comenzó la solemne función con asistencia del clero secular, regular y de numerosísimo pueblo; y el cura más antiguo Dr. D. José Antonio de Labarrieta, precedidos de la cruz alta, acompañado con los Diáconos y revestido con capa pluvial, se dirigió al Intendente para tomarle el juramento.
Este se levantó de su sitial y acercose al bello y venerable simulacro, al cual adornaron con una rica banda y con un bastón con puño de oro con pedrería: puso entonces una mano en el puño de su espada y la otra sobre el pie de la Sma. Virgen y el Párroco oficiante lo interrogó de esta manera: "?Jura V.S. como jefe político y militar de esta provincia, en representación de todos sus vecinos y habitantes, por Generala de nuestras armas, a Ntra. Sra. de Guanajuato; y promete V.S. defender bajo sus estandartes el patrimonio del Sr. D. Fernando VII, nuestro soberano, representado en el Supremo Congreso Nacional de Cortes, la religión y la patria? Sí, juro, contestó el Intendente; y el oficiante agregó: Sí V.S. lo cumpliere y el público a quien representa, merecerá las bendiciones del cielo, y el reconocimiento de la generosa nación española, de que somos parte integrante: si no caerán sobre él todos los anatemas y será oprobio de las generaciones futuras.
En seguida predicó un elocuente sermón el mencionado Dr. Labarrieta, y continuó la espléndida función, estando patente el Divinísimo Sr. Sacramentado: salió después, procesionalmente por las calles acostumbradas la sacrosanta imagen, y se repitió el juramento en la forma descrita, en la plaza mayor; y en las de San Diego de San Juan (hoy San Francisco) y de la Compañía, con nuevas exhortaciones en cada una de ellas predicadas por el padre guardián de S. Diego, Fr. José Aguilar y Cueto, presidente de los Misioneros Fr. Francisco Gamarra y el respetado Labarrieta.
La asistencia a la procesión fue numerosa y escogida: toda la tropa que había en la ciudad marchaba a la retaguardia, y todos los edificios públicos y particulares se adornaron por el día y se iluminaron por la noche con lujo y elegancia". (1)
Fuente:
Marmolejo, Lucio. Efemérides Guanajuatenses. Imprenta del Colegio de Artes y Oficios. Guanajuato, 1883.
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