Reconozco, (lo he apuntado en varias ocasiones), que no sé mucho de la vida del cura de Nocupétaro, José María Morelos, es decir, de José María Teclo Morelos Pérez y Pavón como muchos dicen que era su nombre completo y que es por esa razón que inicié este ejercicio en colectivo para aprender más de su vida, sus andares y su persona.
Hay algo en el imaginario colectivo reciente, que mucho se discutió sobre su imagen, su imagen física, eso ocurrió cuando aparecieron los nuevos billetes de cincuenta pesos en donde retrataban a un Morelos con rasgos delicados, más bien europeos que mucho hizo dudar a la gente si se trataba de una alegoría más del caudillo. Reflexionando sobre el tema, fuimos viendo los distintos retratos que de él se publicaron a lo largo del tiempo, tiempo que acumulan dos siglos y en ellos hay uno que, a diferencia del cura Hidalgo, a él, a Morelos, si se le realizó uno estando en una de sus campañas cuando llega a Oaxaca en 1812 o 1813 por un artista anónimo del que sólo hay el dato de que era conocido como el Mixtequito; el cual, señala, el historiador de arte Justino Fernández lo consideró “uno de los mejores y más fieles retratos de Morelos”. El retrato, junto con varios documentos fueron confiscados como “botín de guerra” y enviados a España por Félix María Calleja el 30 de abril de 1814, se incluyó el uniforme de Morelos. Estos objetos fueron la pieza central de la ceremonia que la Delegación Española hizo cuando los devolvieron al Gobierno Mexicano durante las Fiestas del Centenario.
Morelos, como ya lo vimos, fue ejecutado en San Cristóbal Ecatepec el 22 de diciembre de 1815, justo al fondo, del lado izquierdo de esta toma, vemos el sitio del fusilamiento. Sus restos fueron enterrados posteriormente en la Parroquia de San Cristóbal para luego, en 1823, ser exhumados y trasladados a la Catedral Metropolitana. Fue allí que se tejió otro de los mitos en torno a su figura. Se dice que los restos, en algún momento fueron nuevamente exhumados por su hijo Juan Nepomuceno Almonte, el cual, haciendo un viaje a Europa, los tira al mar, en mitad del Océano Atlántico. Otra versión dice que los llevó consigo hasta llegar a París y que allí cuando él muere, son enterrados junto a él.
Ocurrió muchos años después que no se sabía con precisión si los restos de Morelos eran, efectivamente, los que reposaban en la Columna de la Independencia; para comprobarlo, durante la presidencia de Miguel de la Madrid, se hicieron las gestiones correspondientes ante el gobierno francés para abrir la tumba de Juan Nepomuceno y corroborar si estaban o no los restos del Generalísimo. Una vez abierta la tumba se comprobó que no estaban depositados en ese lugar, solamente los de Juan Nepomuceno que, al no tener descendencia, no hubo quien los reclamara para repatriarlos a México. Esa es otra de las leyendas o mitos que se fueron tejiendo en torno a la figura de José María Morelos y Pavón.
Hay algo más, estrechamente relacionado a Juan Nepomuceno, su hijo, es decir, sobre la paternidad del cura Morelos, el cual, durante el otro juicio (recordemos que en los artículos anteriores lo que vimos fue el interrogatorio que se le hizo en el juicio civil. Pero hubo otro, el juicio eclesiástico, en el cual al ir respondiendo a las preguntas afirmo haber tenido hijos. Eso lo veremos en un artículo específico que publicaré más adelante, no con el morbo que el tema pueda levantar, sino con la intención de entender mejor al héroe que, lejos de ser una estatua de bronce, era una persona de carne y hueso como cualquiera de nosotros, con sentimientos y pasiones exactamente iguales a las que tú o yo podemos tener. Un ser humano.
Las dos fotografías anteriores corresponden a la Parroquia de San Cristóbal en Ecatepec, Estado de México, sitio en donde fuera enterrado Morelos luego de su ejecución. La fotografía que ahora vemos es de una placa colocada a un costado de la Parroquia, que recuerda al Generalísimo.
Esta es la placa.
Junto a la Parroquia, al lado izquierdo, hay una capilla en donde se conserva la que fuera la tumba de José María Morelos y Pavón.
"México, 20 de diciembre de 1815.- De conformidad con el dictamen que precede del señor auditor de guerra, condenó a la pena capital en los términos que expresa al reo Morelos, pero en consideración a cuanto me ha expuesto el venerable clero de esta capital por medio de los Ilustrísimos Señores Arzobispo electo y asistentes en la representación que antecede, deseando hacer en su honor y obsequio y en prueba de mi deferencia y respeto al carácter sacerdotal cuanto es compatible con la justicia, mando que dicho reo sea ejecutado fuera de garitas en el paraje y hora que señalaré, y que inmediatamente se dé sepultura eclesiástica a su cadáver sin sufrir mutilación alguna en sus miembros, ni ponerlos a la expectación pública; para todo lo cual tomará las providencias oportunas el señor coronel Don Manuel de la Concha a quien cometo la ejecución de esta sentencia que se notificará al reo en la forma de estilo". (1)
Fuente:
1.- Independencia Nacional Tomo II. Morelos – Consumación. Coordinador: Tarsicio García Díaz. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Seminario de Independencia Nacional. Universidad Nacional Autónoma de México – Biblioteca Nacional – Hemeroteca Nacional. México, 2005. Páginas 196-197. Tomado de: Ernesto de la Torre Villar. Historia documental..., t. II, p. 129.
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