lunes, 27 de diciembre de 2010

El paso de Hidalgo por Aguascalientes, un "Camino de Heroísmo".

Finalmente tuve la oportunidad de ir a Aguascalientes para documentar el recorrido del cura Hidalgo luego de ese que todos los historiadores nombran como "el desastre de Calderón". En el centro de la ciudad, la cual, por cierto, está inundada con los pedestales que anuncian los sitios que forman parte del programa de México es mi Museo, localicé las oficinas de El Heraldo de Aguascalientes y me permitieron consultar en su hemeroteca los periódicos que se publicaron el 15 y 16 de Septiembre de 1960, hace cincuenta años, cuando se festejó el Sesquicentenario. De lo publicado pude transcribir una muy interesante nota de autor desconocido que la titula Camino de Heroísmo.

Esa nota quizá fue escrita por el profesor Alejandro Topete del Valle pues el solía colaborar con los diarios de la localidad, pero esta información no la pude corroborar, igual puede ser de otro autor, quizá del profesor Salas. Será bueno saber quién documentó atinadamente el paso de Hidalgo por el ahora Estado de Aguascalientes y será bueno también, confrontar lo que aquí se menciona, con lo escrito por el profesor Federico Jiménez de la Rosa, artículo que aparece aquí, en este espacio electrónico, en los primeros días del mes de diciembre. Abrimos el periódico de hace 50 años y leemos que:

El Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, que acaudillaba el ejército Insurgente desde la noche memorable del 15 de septiembre de 1810, hizo una campaña de triunfos que la historia ha recogido, hasta que sabedor de que el ejército del virrey Calleja estaba cercano a Guadalajara, quiso liberar a la ciudad y con sus tropas se batió el 17 de enero de 1811 en un combate que resultó lastimosa derrota, en el lugar denominado Puente de Calderón. Con sus soldados doloridos, y en el corazón clavado el frío fracaso, el anciano prócer tomó la senda de los perseguidos temiendo a cada instante ser alcanzado por las tropas realistas.

Con una demostración al publico de Aguascalientes de la Campana de Dolores dieron ayer principio en el estado las fiestas conmemorativas del 150 aniversario de la iniciación de nuestra Independencia. En el acto de ayer en la mañana, se reunieron lo mismo autoridades civiles que militares y una gran cantidad de pueblo, para honrar ala Bandera Nacional y a la Campana.
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Estuvo en Jalpa, San Pedro Apóstol, Teocaltichillo, Mesa de San Jacinto y Tecongo, que hoy pertenecen al estado de Zacatecas y entró a Aguascalientes por Presa de los Serna, pequeño poblado que recibió las primicias de las huellas de su cabalgadura. Con la frente inclinada, dice la tradición, subió la Cuesta Mora que es una loma, dejó atrás Carro Blanco, La Boquilla y Barranca de Ánimas y llegó a Calvillo al atardecer, en la hora del sangriento crepúsculo. Era el 18 de enero de 1811. A hurtadillas, la familia descendiente de don Dionisio Velasco, uno de los fundadores de la que entonces se llamaba Villa de Huejúcar y pertenecía a Zacatecas, abrió las puertas de su hogar al caudillo.

Momentos de gran solemnidad fueron los que vivió el pueblo de Aguascalientes ayer en la mañana cuando la escolta de gallardos soldados del X Regimiento de Caballería trasladaron la Bandera Nacional y la réplica de la Campana de Dolores desde los bajos de la Presdiencia Municipal hasta el pedestal colocado en el balcón central del Palacio de gobierno. El acto se llevó a cabo durante la ceremonia cívica en que se recordó la gloriosa epopeya de los Niños Héroes, en la defensa del Castillo de Chapultepec en el año de 1847.
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Dicen que abrió la ventana de alto antepecho y se sentó en el alféizar a contemplar las sombras que envolvía la arboleda de la plaza. Antes de recostarse en el lecho, tomó asiento en un sillón y frente a un viejo escritorio de madera, escribió. Al día siguiente, muy temprano, don Miguel Hidalgo lleno de estoicismo volvió a emprender la marcha. Escogió los lugares apartados, las hondonadas, los cañones. Temía ser aprehendido por los realistas. Con las primeras luces de la mañana llegó a San Nicolás. Tomó la vereda que iba a Tepezalilla (entre Ojocaliente y Malpaso) e hizo resonar los cascos de su cabalgadura en El Puente y Cerro Prieto. A la altura de Cebolletas donde llegó mediada la mañana, hoy solo se conserva como único punto de refrencia de su paso una humilde choza ¿Pensaba entonces don Miguel Hidalgo en la ruta a seguir? La contestación tiene que ser afirmativa al observar que a pesar de sus muchas precauciones, seguía las curvas serpenteantes del camino que conducía a San José de Gracia.

En Calvillo donde reposó por primera vez don Miguel Hidalgo y Costilla después de la derrota de Puente de Calderón el 17 de enero de 1811, se conserva la casa que dio hospitalidad al caudillo.
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Ochenta y cuatro leguas a matacaballo recorrió el valeroso cura de Dolores desde Calvillo hasta San José de Gracia, montado en un caballo negro, según dicen unos, otros afirman que en un macho prieto. Fue dejando girones de alma, angustias y zozobras en El Maguey, Mesa de los Pozos, donde comienza San José de Gracia, Santa Rosa, que es hoy la Hacienda propiedad de la familia Ibarra, Potrero de los López, Mese de las Cebolletas, El Reventón y Presa del Alto, que quedaron inundadas por la Presa Calles. En esta agotadora jornada empleó el viernes 18 y el sábado 19 de enero de 1811, entró al antiguo pueblo de San José de Gracia.

Don Antonio Ventura Medina, primer Presidente Municipal de San José de Gracia nos muestra el antiquísimo documento firmado por un señor Basilio, cuya rúbrica parece que está en la constancia de la presencia del cura Hidalgo en San José de Gracia el 19 de enero de 1811 a las 8 de la noche.
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Su desconfianza era inmensa. Entró por la que después se llamó Calle Hidalgo de 6 cuadras de longitud y al atravesar el puente que no tenía barda y se prolongaba durante 60 metros, se bajó de la cabalgadura, en el preciso lugar donde había un foso en el piso. Se hospedó en el cuarto que estaba a cargo del señor cura Cervantes. Eran las ocho de la noche. Largos años puso en duda el que el cura Hidalgo hubiese estado en San José de Gracia. Pero... existe un documento que es prueba irrefutable y que según los testimonios de los ancianos del pueblo, firmó un hombre llamado Basilio. Decía el documento: "El día 19 de enero de 1811 a las 8 de la noche llegó a este pueblo el señor cura don Miguel Hidalgo y Costilla, derrotado en el Puente de Calderón el día 17 anterior y esta visita funesta y comprometida la recibió en la casa cural el Señor cura don Pedro Cervantes habiendo salido el Sr. Hidalgo de este pueblo a las 5 de la mañana del día 24 del mismo a la Hacienda del Pabellón".
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Estas son las antiguas ruinas de la iglesita abandonada que encontró el cura Hidalgo antes de entrar en Rincón de Romos y frente a la cual devotamente hizo la señal de la cruz.
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Un testimonio más de su presencia en San José de Gracia fue un cuadro que después se perdió en el que aparecía Hidalgo jinete en un caballo blanco y le tenía las riendas del animal su asistente Simón Casto de Lara, nativo de San José de Gracia. En el cuadro había una leyenda que decía: "Cuartel de Celaya, Sept. 27 de 1810.- Al H. Cabildo de San José de Gracia. Enero 22 de 1811. Rúbrica. Miguel Hidalgo y Costilla". El poblado fue cementera de Insurgentes. De ahí salieron Julián Macías, Santos Ugarte, J. Encarnación de Lara, José Ramírez, Pascual Ibarra, Santos Ortega, Simón de Lara Castro y José María Calvillo.

El pocito del Refugio, donde la humilde señora, Juana García de Carmona, dio de beber fresca agua al venerable caudillo. Cuentan que Hidalgo no se bajó de la cabalgadura y tomó el líquido en una cazuela.
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Hidalgo salió de San José de Gracia por la calle de la Aurora, para dar a la calle de Zaragoza y tomar camino a Rincón de Romos. No se sabe exactamente por donde traspuso el arroyo de La Vaca, pasó por las Jajitas y llegó a la Hacienda de Pabellón. Sus dueños le dieron hospitalidad. Durmió en un aposento con papel tapiz rojo y pisos de ladrillo, que estan en ruinas, al igual que toda la espaciosa residencia colonial. Sin embargo, antes de haber tenido un altercado con Allende, Aldama, Abasolo y Luévano, que lo acompañaban, fue despojado del mando del ejército Insurgente. A la entrada del salón sufrió esta afrenta, se lee en un trozo de cartón: "Enero 24, 1811. Sala donde despojaron del mando al cura Hidalgo". Las paredes de esta estancia que ha servido de aula por mucho tiempo, acogieron en su mudo silencio la pesadumbre de Hidalgo... El comedor de la hacienda, donde Hidalgo tomó leves refrigerios está abandonado. La placa de cartón al frente de este aposento reza textualmente: "Comedor donde según la tradición tomó sus alimentos el cura Hidalgo".

Del otro lado de la plaza donde se halla frente a la vieja casa de la hacienda construida por 1700, todavía exsite una piedra de molino donde el jefe Insurgente solía sentarse tristemente atenazada el alma por crueles amarguras. (Nota: la segunda fotografía corresponde a la mencionada piedra de molino).

Los libros de texto gratuito entregados en ocasión del Sesquicentenario no llevan la tradicional portada de La Patria, sino las visiones de los personajes de la historia nacional vistos por los principales pintores de la época.
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Un 26 de enero, el citado año de 1811, Hidalgo llegó a Rincón de Romos, había estado los días 24, 25 y 26 en la Hacienda y escondiéndose, a la retaguardia del ejército (ya no a la vanguardia), pasó por Arámbulas y Ojo de Agua. Antes de entrar su corta comitiva por las callejuelas de Rincón de Romos, se persignó ante una iglesita abandonada que todavía se yergue a la vera del camino real. Tomó por la calle que después se llamó de Hidalgo y al pasar frente al pocito del Refugio, pidió agua a una mujer llamada Juana García de Carmona, que le dio de beber el fresco líquido en una cazuela... Dicen que otros Insurgentes también bebieron. Antes de abandonar el estado de Aguascalientes, don Miguel Hidalgo todavía, siguiendo el viejo camino que aun se conserva por Escaleras, Laguna de Piedra y Chiquihuitillo... luego se venerable figura se perdió en las tierras de Zacatecas. (1)

En este relato que acabamos de leer nos damos cuenta de un puntual recorrido, en el cual se van anotando todos los pueblos y ranchos por los que la Ruta de Hidalgo se va desarrollando, sigamos hojeando el periódico, El Heraldo de Aguascalientes, de esos días para adentrarnos un poco a lo que era la vida cotidiana hace 50 años, durante el Sesquicentenario; cuando todo México (especialmente los lugares de la Ruta de Hidalgo) se preparaba para una gran celebración.

Los Comités Estatales estaban ya formados y listos para los festejos.

Con la guardia de honor ante el monumento a los Niños Héroes, el entonces Presidente de la República, don Adolfo López Mateos, daba por iniciadas una serie de festividades que culminarían con la gran ceremonia del 150 aniversario del incio de la guerra de Independencia.

Disel Nacional, la armadora de carros mexicana lanzaba su nuevo modelo, el Dauphine.

Y se nacionalizaba la energía eléctrica.

También se nacionalizaban los servicios de telefonía.

Y la Caravana de Estrellas Corona anunciaba su espectáculo por $ 10 pesos, con la presencia de Amalia Mendoza, la Tariácuri; Viruta y Capulina; las Hermanas Huerta; Los Xochimilcas, La India y el Chatanooga.

En el anuncio de Mejoral vemos esa gran influecia de "arte Republicano" tan de moda en los años cincuenta del pasado siglo.

Y la sección dominical, la única en color, incluía las histrietas de Lorenzo y Pepita... tiempos ya pasados...
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Fuente:
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1.- El Heraldo de Aguascalientes. 2ª sección. 15 de Septiembre de 1960. Año VI, Tomo XII, Número 2087. Gerente: Mauricio Bercun.
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Agradezco enormemente a El Heraldo de Aguascalientes el que me hayan permitido consultar la hemeroteca y reproducir estos valiosos testimonios de la celebración del Sesquicentenario en Aguascalientes.

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