Estando ya en la parte norte de Aguascalientes compruebo que, la ruta que va trazando el profesor Jiménez de la Rosa en su libro Ruta de Hidalgo 1801-1811 no la realizó físicamente, sino se basó en referencias, cartas y datos que muchos de sus colegas en el magisterio le hicieron llegar hasta la ciudad de México. Lo corroboro aun más, luego de encontrar el artículo que me permití transcribir íntegro y que publicó El Heraldo de Aguascalientes el 15 de septiembre de 1960. Un dato es contundente. Jiménez de la Rosa anota a Presa de los Serna como el punto de salida del estado hidrocálido, siendo que es el principio.
En este mapa vemos calaramente la ubicación de dos haciendas que marca Jiménez de la Rosa, Escaleras y El Saucillo. En el artículo del periódico mencionado no aparece El Saucillo pero sí menciona a Escaleras. A ambos lugares fui y en ninguno de ellos existe Cabeza de Águila alguna. El recorrido sigue un poco más al norte...
Y marca como paso la Hacienda de La Punta, lugar del cual corresponden las fotografías que estamos viendo, en donde exsiten las ruinas de una que fue magnífica hacienda y en la actualidad solo quedan algunas paredes de adobe deshaciéndose con el paso de los años. Será bueno reflexionar que haremos con toda esa enorme riqueza histórica, artística, cultural y arquitectónica que representan el abultado número de haciendas abandonadas que existen a lo largo y ancho de nuestro país.
Quizá algunos miembros del ya desmembrado ejército Insurgente pasó por las haciendas de Escalera, El Saucillo y La Punta. El invierno estaba ya entrado, era enero 25, enero 26 de 1811; las trojes, galerones y silos que existían seguramente estaban llenos de granos. De maíz y trigo, cosa necesaria para alimentar las cerca de 800 personas que conformaban en ese momento el grupo de insurrectos, se dice que eran ocho diligencias en las que se transportaban los principales caudillos, esto significaba al menos 32 caballos o machos, número al cual debemos de agregar todos los demás animales que viajaban en el que comenzaba a ser ya tormentoso camino hacia el norte, las necesidades de pastura eran grandes.
Es por eso que hay la posibilidad de que, si bien no fue el cura Hidalgo el que pasó por estas Haciendas, tal vez algunos de sus compañeros si lo hicieron con la encomienda de buscar alimentos que debían ser transportados pues, todos ellos entraban ya en territorio desconocido. Fuera de los guías que iban indicando el rumbo a seguir, tratando de alejarse lo más posible del Camino Real, sitio por el cual los realistas tenían destacamentos. La cabeza de Hidalgo estaba valorada en 10,000 pesos, suma que, en 1811 era una verdadera fortuna.
Se dice que don Miguel Hidalgo ya no iba encabezando físicamente al contingente, es decir, ya no iba en la punta, marcando el camino, sino que iba atrás, derrotado, cabizbajo, pensativo. Don Miguel, que desde niño tuvo la necesidad de viajar, primero por la muerte de su madre, luego para ingresar en el colegio, más adelante para su exámen de Bachiller y luego todo su peripló como presbítero viajó mucho, pero siempre lo hizo por territorio seguro y conocido, ahora se adentraba a las tierras desconocidas, estaba ya adentrándose en lo que hacía tres siglos se denominaba "el norte bárbaro"... se alejaban del Jardín de la Nueva España para adentrarse al desierto, terra ignota.
En este detalle del mapa del estado de Aguascalientes realizado en 1964 como parte de los decorados de la que entonces fue reahabilitada e inaugurada como Museo de la Insurgencia, en la Hacienda del Pabellón, vemos la interpretación de la Ruta de Hidalgo; la cual marca el paso a través de la hacienda de Natillas, lo que actualmente es la cabecera municipal de Cosío. Hasta allá llegué y no, nadie ha visto por ese rumbo una Cabeza de Águila, incluso nadie sabe de la existencia de estos monumentos a pesar que son realmente pocos los kilómetros que separan a Rincón de Romos, donde existe una, con Cosío... indudablemente que nos estamos adentrando a la tierra desconocida.
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