viernes, 16 de julio de 2010

El traslado de la Virgen de los Remedios a la Catedral Metropolitana, 29 de octubre de 1810

“En la expedición de conquista que partió de cuba al mando de Hernán Cortés, venía un soldado llamado Juan Rodríguez Villafeurte; traía consigo una imagen de la Virgen María, advocada en Nuestra Señora de los Remedios, una copia de la existente en España, en las provincias vascongadas de Tolosa, que mide apenas 27 centímetros de altura, sosteniendo al niño en el brazo izquierdo.


Cuando llegaron a las playas de Veracruz, fue colocada en un improvisado altar donde se efectuó el 21 de abril de 1519, la primera misa en tierras mexicanas ofreciendo el mercedario fray Bartolomé de Olmedo.


Después del desastre sufrido por los españoles en el lugar conocido por el de la “noche triste”, en su huída y ante el pánico de la derrota, la imagen de la virgen maría fue abandonada entre unos magueyes, en un terreno llamado Atancapulco perteneciente a las lomas de Coajimalpa, ahora conocido por Los Remedios.


Los llanos de Coajimalpa, lugar donde se levanta la Ermita a la Virgen de los Remedios (al fondo)


En 1540 fue descubierta por el cacique indio Juan Aguilatabar a quien se le apareció la madre de Dios, conduciendo su imagen a una ermita, donde hoy se levanta su santuario.


En los años de 1576 y 1577 cuando la Nueva España fue asolada por la peste, fue traída su imagen a la Catedral Metropolitana, siendo recibida con gran suntuosidad por las órdenes religiosas, el cabildo y actos dignatarios. Habiendo hecho su recorrido por las calles de Tacaba, por los mismos lugares que hacía cincuenta y cinco años había cruzado durante la jornada de la derrota de los conquistadores el 30 de junio de 1520”. (1)


Un pasaje que se vuelve interesante es el relacionado a lo que la gente, los civiles de la ciudad de México sentían en ese momento, sabedores que el numerosísimo contingente encabezado por don Miguel Hidalgo se encontraba ya en las proximidades de la capital de


El día 30 de octubre de 1810, mientras en Monte de las Cruces a pocas leguas de distancia de la ciudad de México se libraba la batalla entre la tropa Insurgente y el ejército Realista, el miedo seguía cundiendo en la ciudad. Aparecían en escena un grupo de mujeres que, formando parte de las encumbradas familias españolas y algunas criollas, desde su óptica trataban de defender sus intereses, y, como la Religión era un tema de suma importancia, ellas, hacían defensa a la misma. Nos referimos a Las Patriotas Marianas.


“El caso de las Patriotas Marianas, otro ejemplo de iniciativa femenina, muestra como las actividades relacionas con la guerra empezaron a modificar el comportamiento político de las mujeres. Este grupo Realista, que es la primera organización femenina secular conocida en la ciudad de México fue fundado por doña Ana Iraeta de Mier, viuda de un oidor, cuando los rebeldes de Hidalgo rodearon la capital en octubre de 1810.


Su propósito inicial era proteger la Virgen de los Remedios, patrona del ejército realista. Mientras la ciudad era presa del pánico ante los insurgentes, esa asociación de damas guardaba la imagen de la Virgen en la Catedral y las cosía en las banderas del ejército, para contrarrestar los estandartes de la Virgen de Guadalupe que llevaban los Insurgentes.


Las Patriotas colaboraron con la propaganda española publicando panfletos en que proclamaban su lealtad a España y Fernando VII. Además de esas actividades destinadas principalmente a elevar la moral, recolectaron fondos, destinando pare de ellos a ayudar a las familias necesitadas de soldados realistas, contratando a sus mujeres para que ayudaran a guardar la estatua de la Virgen de la Catedral.


Este grupo, sumamente visible en la ciudad de México, en su apogeo incluía supuestamente a alrededor de 2500 mujeres. Las Patriotas Marianas no se desbandaron de inmediato después de la derrota de los realistas en el Monte de las Cruces: un año más tarde, en 1811, dona Ana pidió formalmente al cabildo que conmemorara la batalla, y la organización continuó activa durante los años siguientes”. (3)


Al leer en las Cartas de Bustamante (Carlos María de Bustamante) sobre este episodio, el nos remite a la “aparición milagrosa” que tuvieron los españoles en el ya mítico enfrentamiento con los Aztecas, conocido como Noche Triste: “Aparecióse nuestra Señora de los Remedios; pero no por los aires como cuentan las leyendas de ahora tres siglos, echando tierra a los indios mexicanos en los ojos, sino en coche y en manos del padre capellán de su santuario”.


Púsosele a este bendito eclesiástico en la cabeza que el cura Hidalgo pudiera venir a tomarse aquel simulacro de María Santísima, y con él sus alhajas, y así es que emprendió trasladarlo muy luego a esta catedral, librándolo de unas manos sacrílegas. Cuatro meses antes se había trasladado la imagen a su santuario, después de haber visitado todos los monasterios de México mientras se componía la torre de su templo, destruida por un rayo; había recibido los más justos homenajes de nuestros corazones y dejado una impresión profunda en ellos. México se enloqueció religiosamente en aquellos días (si puedo usar de estas expresiones) y todos vimos aquellas demostraciones desde un punto de vista que nos hacía temer mucho en lo futuro.


Pisábamos sobre un suelo volcanizado, conocíamos el ferocísimo carácter de nuestros enemigos, y cada uno vaticinaba una serie de desgracias. Por semejantes motivos, la llegada de nuestra Señora de los Remedios se tuvo por un agüero feliz de su protección contra los insurgentes. Tomó cuerpo esta patraña cuando el público supo que Venegas, en secreto y en compañía de varias personas, pasó a la catedral, le hizo un razonamiento devoto, puso a sus pies el bastón y le dijo que ella gobernase y le dirigiese en sus operaciones.


Esta artimaña obró su efecto en muchos, menos en los que le conocían a fondo, los cuales se rieron y compadecieron a una nación que semejaba a los antiguos pueblos, capitaneados por un Sila (Lucio Cornelio Sila) que consultaba sus operaciones con una estatuita de Minerva , o con un Sertorius (Quinto Sertorio) que oía los oráculos de la boca de una cervatilla blanca... ¡Venegas a los pies de María Santísima de los Remedios, implorando el mejor modo de asesinar a un pueblo que trataba de romper las cadenas de su ominosa servidumbre! ... ¡J a, ja, ja! ¡Este espectáculo hizo reír sin duda al mismo Satanás y compañía diablesca! (4)


Al leer este pie de nota del maestro Dionisio Victoria Moreno, reflexionamos mucho sobre el tema de las advocaciones marianas: “Es sabida la devoción que profesaban los españoles ala Virgen de los Remedios, a quien pedían los protegiera de los insurgentes que se acercaban a México protegidos por la Virgen de Guadalupe, como si estas imágenes no representaran a la misma persona.” (5)


“Jueves 3 de julio de 1823 (lluvioso).


Hoy se retira Nuestra Señora de los Remedios de la Iglesia catedral, a su Santuario. Ha permanecido en esta iglesia el espacio de trece años, menos tres meses, pues se la trajo a México la tarde del ataque del Monte de las Cruces, ocurrido el 29 de octubre de 1810. Como la mucha comunicación es causa de menosprecio, el que hacían de esta imagen los mexicanos era casi escandaloso en estos últimos tiempos. También la Virgen ha padecido en sus alhajas, pues en su santuario le han robado entre otras cosas preciosas, un diamante de extraordinaria magnitud que tenía en la corona, en la parte superior…” (6)


Una interesante conclusión a este caso la encontramos con el maestro Otoniel Contreras: “Así que en los siguientes días, para la gente que se evidenció que la guerra de independencia adquiría una mayor dimensión, y no solo era una lucha en el plano terrenal, sino en el divino, porque los Insurgentes de Hidalgo traían como su bandera la imagen de la Virgen de Guadalupe; y los españoles tomaron como su protectora a la virgen de los Remedios. Así que dice Alamán “vino a levantarse bandera contra bandera y altar contra altar”. O como dice Zavala “una especie de guerra de los dioses” mejor dicho vírgenes”. (7)


Fuentes:


1.- Casasola, Gustavo. 6 siglos de historia gráfica de México, 1325-1976. Editorial Gustavo Casasola. México, 1978.


2.- Bustamante, Carlos María. Hidalgo, las primeras siete cartas del Cuadro histórico de la revolución mexicana. Tercera Carta. Biblioteca Virtual Antorcha.


3.- Arrom, Silvia Mariana. Las mujeres de la ciudad de México 1790-1857. Editorial Siglo XXI. México, 1988


Mucha de la información de Arrom está basada en la tesis doctoral de Janet Kentner de la Loyola University titulada “The socio political role of women in the Mexican wars of Independence. 1975.


4.- Bustamante, Carlos María. Hidalgo, las primeras siete cartas del Cuadro histórico de la revolución mexicana. Carta Cuarta. Biblioteca Virtual Antorcha.

www.antorcha.net


5.- Victoria Moreno, Dionisio. La guerra de Independencia en el Estado de México. Biblioteca Mexiquense del Bicentenario. Toluca, 2007.


6.- Bustamante, Carlos María. Diario Histórico de México. T.I. INAH. México 1981. Citado por Victoria Moreno.


7.- Contreras Esquivel, Otoniel. Miguel Hidalgo y los Insurgentes en Cuajimalpa 1810. Edición del Autor. México, 2009.


Sobre el tema, habíamos ya publicado un artículo, lo puedes ver aquí:


http://cabezasdeaguila.blogspot.com/2010/04/virgen-de-guadalupe-vs-virgen-de-los.html



2 comentarios:

  1. no conozco la parte historica, pero unas correcciones:
    1. no eran las lomas de "coajimalpa", sino las lomas de Naucalpan
    2. no era un terreno llamado "Atancapulco", sino un lugar, una extencion de terreno, que en realidad se llamaba "OTOCAMPULCO" lugar de otomies
    3. El nombre del indigena al que se le revelo la imagen era Ce cuautli, despies bautizado cristianamente como Juan Aguila o Juan Tobar

    espero y sirvan de algo
    gracias
    Ramiro Tepozan Rojas

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