domingo, 13 de junio de 2010

Loma de Zempoala, Municipio de Yuriria, Guanajuato. Cabeza número 21.

Una cosa es pensar en los caminos que hoy día nos llevan de una ciudad a la otra, y otra lo que fueron, hace doscientos años, las trazas de los caminos, Reales, algunos, vecinales, la mayoría. Tal es el caso del rumbo que debemos tomar para seguir de Jaral del Progreso hacia Salvatierra, por detrás del cerro del Culiacán, el del “cono perfecto”. Llegamos a Loma de Zempola en donde se ubica una de las Cabezas de Águila mejor conservadas de las que hasta ahora he visto.


Loma de Zempoala, al igual que docenas de comunidades y ranchos del Bajío, siguen viviendo en su estilo propio, en su ritmo, poco alterado por la “modernidad”, guardando, aunque con errores, su historia propia, la que le pertenece a ellos y que ahora, en este Bicentenario, es necesario difundir para el conocimiento de los más mexicanos posibles.


“El camino trazado por los jefes de la insurrección comprendía los lugares de Irapuato, Salamanca, Valle de Santiago, Loma de Zempoala, Salvatierra y Acámbaro…” así traza la ruta de la insurgencia don Fulgencio Vargas. “Y fue en Loma de Zempoala donde los insurgentes presenciaron la conmovedora entrevista de doña Gertudis y su hijo José María con el antiguo párroco de la congregación de los Dolores”. (1)


En el estilo inconfundible de don Fulgencio Vargas leemos al respecto: “Llamábse doña Gertrudis Vargas, y la segur (2) ineludible de la muerte habíala dejado viuda desde hacía algunos años, sin otros afectos que el purísimo a su patria y el abnegado y ferviente a su José María, el hijo predilecto que tantas veces le recordaba a su difunto esposo, y que por aquel entonces cumplido había las diecinueve primaveras, dotado de una constitución robusta y de una salud inmejorable, herencia feliz de sus antecesores y carácter distintivo de la gente laboriosa de nuestras campiñas”. (3)


Habrá que anotar que hay un grave error en la placa que recuerda el paso del cura Hidalgo en su Ruta de la Libertad, pues marca una fecha en la cual, ellos se encontraban en ese entonces apenas en el amanecer de la toma de Granaditas ese 29 de Septiembre, siendo que el paso por Loma de Zempoala fue el 12 de octubre de 1810.


“…y el de la matrona viuda, María Gertrudis Vargas, de La Puerta de Andaracua, el camino real del Valle de Santiago a Yuriria, que ofrece a su único hijo, el joven José María, al cura Hidalgo como soldado de la patria. José María alcanzó, al consumarse la Independencia, el grado de General de la República. En el terreno de la anécdota, se ha dicho con épica gravedad, que alguna vez José María regresó a La Puerta a curar sus heridas. Apenas sanadas, su “espartana” madre le espeta: “¡Torna al combate, México lo exige y tu madre lo ordena!” (4)


“-Señor cura- dijo la noble matrona, así que la emoción hubo de permitirle articular palabra-; el cielo ha derramado sobre mí todo genero de bendiciones, proporcionándome la singular fortuna de que mis ojos contemplen el anhelado instante del principio de la lid en favor de nuestra cara independencia, y el inefable gozo de que mi espíritu está lleno al besar la diestra de usted y al dar mi bienvenida a los esforzados guerreros que lo acompañan. (5)


Pluguiera a Dios (6) que las condiciones de mi edad y de mi sexo me permitiesen seguir a los insurgentes en la bendita causa que vienen defendiendo; que de ese modo saldría gustosa la deuda enorme de gratitud que como mexicana he contraído desde el momento de nacer; mas ya que tales deseos no es dado que se realicen, séame concedido al menos depositar en usted lo que constituye mi mayor tesoro, el imán donde tienden mis afectos y mis aspiraciones todas: el jijo único que me acompaña y que de hoy más quiero que salve a su patria, aun cuando tenga que derramar su sangre en beneficio de sus hermanos.


“Acéptelo usted, cual si fuera miembro de su propia familia; y cuando llegue la hora del combate, que sea de los primeros en empuñar las armas: colóquelo usted en los puntos de mayor riesgo, y haga de él un hombre útil a su país y un enérgico defensor de sus intereses” (7)


Llama la atención las referencias del más puro neoclasicismo que don Fulgencio usa en sus escritos, vemos el desenlace de la escena que tal parece la hubiera presenciado en vivo: “De los ojos del anciano sacerdote deslizáronse furtivas dos gruesas lágrimas en elocuente y muda contestación a las frases de aquélla heroica mujer, que emulaba con sus hechos a los hijos de Esparta, y con su abnegado amor a la madre inmortal de los Rayones”. (7) (8)


Fuentes:


1.- En el mero Bajío. Microhistoria regional. Benjamín Lara González. Edición privada. Valle de Santiago, 1999.


2.- Por si no quedó claro lo de la palabra segur1. f. Hacha grande para cortar: 2. Hacha que formaba parte de cada una de las insignias de los ministros de justicia romanos.


3.- Vargas, Fulgencio. La insurrección de 1810 en el estado de Guanajuato. Editorial La Rana. Guanajuato, 2001.


4.- Lara González, Benjamín. En el mero Bajío. Microshistoria regional. Edición privada. Guadalajara, 1999.


5.- Vargas, Fulgencio. La insurrección…


6.- La palabra placiera es una forma verbal correspondiente al imperfecto de subjuntivo del verbo placer. La raíz para la formación del imperfecto de subjuntivo y del futuro de subjuntivo es la tercera persona del pretérito perfecto simple (llamado también indefinido). Indefinido de placer = plací, placiste, plació o plugo, placimos, placisteis, placieron. De ahí la tercera persona del singular del imperfecto de subjuntivo pueda ser placiera o pluguiera / pluguiese.

Son clásicas las expresiones pluguiera a Dios que + subjuntivo / pluguiera al cielo que + subjuntivo. En alemán: ¡pluguiera a Dios (que así fuera)! = „gebe Gott (seine Gnade dazu)!“ / „das gebe Gott!“ / „möge Gott es geben!“.


7.- Haciendo referencia a doña Rafaela López Aguado, madre de los Rayón.


8.- Vargas, Fulgencio. La insurrección…



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