viernes, 6 de agosto de 2010

Palo Bendito, municipio de Aculco, Estado de México. Cabeza número 84

El Juez de Paz de Aculco, Manuel Perfecto Chávez, encargado de dar sepultura a los caídos y recoger a los heridos, informó a sus superiores que “el número de muertos que hubo en la batalla de este campo de Aculco, inclusive los de Arroyozarco, son ochenta y cinco y nada más; los heridos fueron cincuenta y tres; de estos han muerto diez; ... Remito al Sr. Teniente Coronel cuatro fusiles, cuatro pedreros y una bandera, todo lo cual se halló en el monte por la gente á mis expensas determiné saliese a registrarlo.”


Además de lo enviado por Chávez, Calleja capturó en Aculco, entre muchas otras cosas, doce cañones, dos carros de municiones, 120 cajones de pólvora, 40 cartuchos de bala y metralla, tres cajones de municiones, 50 balas de cañón, 10 racimos de metralla, 10 tambores, un carro de víveres, 1250 reses, 1600 carneros, 200 caballos y mulas, 16 coches, 13,550 pesos y 7 banderas más, entre las que pudo hallarse el estandarte de Hidalgo, pues dos de ellas representaban a la Virgen de Guadalupe. Días más tarde, el cura de Aculco remitió al brigadier José de la Cruz otras armas que recogió y las autoridades del pueblo entregaron también tres cajas de pólvora quitadas a los insurgentes. El pueblo fue enseguida saqueado por los realistas, quienes “sin ninguna caridad ni consideración, verificaron un saqueo general, barriendo con alhajas, ropa de uso y todo género de muebles, quedando este vecindario en la más deplorable indigencia y miseria”, según aseguran las Actas de Cabildo.


Los realistas tomaron más de veinte prisioneros que habían pertenecido a las armas reales, destinados por traidores a la pena capital. Empero, Calleja ordenó que fueran quintados, por lo que sólo a cuatro se les condenó a morir arcabuceados una semana más tarde en San Juan del Río. A última hora fue perdonado también Pablo Armenta, del Regimiento de Pátzcuaro, por lo que sólo tres de los prisioneros fueron ajusticiados en ese pueblo y sepultados en la Iglesia de la Tercera Orden de San Francisco. Así, los muertos a consecuencia de este enfrentamiento en ambos bandos no llegaron al centenar, cifra mínima si consideramos que hubo unos 50,000 hombres en batalla. Esto ha servido a algunos historiadores para apoyar la tesis de que la Batalla de Aculco fue sólo una escaramuza planeada por los insurgentes para escapar de Calleja, lo que no se sostiene si tomamos en cuenta el gran botín que les fue arrebatado, pero sobre todo que aquel primer ejército insurgente quedó disperso y que es muy probable que al rehacerse en Guadalajara estuviera formado en su mayoría por personas distintas a las que sufrieron la derrota en este lugar.


En las inmediaciones del casco de la hacienda de Cofradía se construyó en 1960 la siguiente de las estelas del “águila tendida” en territorio de Aculco. Muy bien ubicada pues se halla precisamente en lo que fue el campo de batalla.


Después de la batalla, Allende enfiló hacia el sur, en dirección a San Felipe del Obraje. El itinerario de Hidalgo es más confuso, pues la lista de poblaciones por las que afirman algunos historiadores que pasó en su huida - Villa del Carbón, la Sierra de Ñadó, San Pablo, Arroyozarco, Amealco, La Torre, Molino de Caballeros, Santa Margarita, Salitrillo y la Hacienda de Juan Martín, para arribar el 9 de noviembre a la ciudad de Celaya- habla de un recorrido demasiado extraño: habría tenido que dirigirse unos cuarenta kilómetros hacia el sureste, en dirección a la ciudad de México, para después regresar casi exactamente al punto de partida, continuar por la sierra hacia el noroeste, retornar prácticamente al campo de batalla, retroceder de nueva cuenta hacia el noroeste, dirigirse luego al sur, después al poniente y finalmente hacia el noroeste.


Nosotros creemos que el itinerario tiene errores o que está por lo menos desordenado, ya que un viaje así le habría tomado muchos más días que los dos que parece haber durado; también creemos poco probable su retirada hasta Villa del Carbón y el itinerario más verosímil, a nuestro saber, habría sido de Aculco, por la sierra de Ñadó, al rancho de San Pablo, de ahí a Amealco y hacienda de La Torre para entrar entonces por Molino de Caballeros a la Intendencia de Michoacán y dirigirse de ese punto hacia Celaya.


Una de ellas se encuentra casi junto al antiguo árbol conocido como el “Palo Bendito”. Según la tradición, en este punto Hidalgo se detuvo en su huída para celebrar una misa bajo las ramas del añoso encino (que según los estudios de Probosque tiene ahora 325 años). Además de no coincidir su ubicación con la ruta más factible, resulta también improbable por el momento, ya que difícilmente habría tomado un descanso a unos cuantos kilómetros del sitio de la batalla y menos para celebrar una de aquellas misas en latín que duraban dos horas. Y, finalmente, aunque la tradición de las misas celebradas en distintos lugares por Hidalgo durante su campaña es muy frecuente (en la misma hacienda de Cofradía existe por ejemplo una piedra empotrada en la capilla con la leyenda “aquí celebrando misa” que fue arrancada de las inmediaciones del Salto y supuestamente habría servido para celebrar el santo sacrificio previo a la batalla), durante el juicio que se le Hidalgo aseguró no haber celebrado ninguna de ellas por “por considerarse inhábil para ello” ya que había asumido un mando militar incompatible con el carácter sacerdotal. Las misas eran celebradas por los numerosos capellanes que acompañaban al ejército.


Verosímil o no, el caso es que este es uno de los sitios más identificados por los aculquenses con la presencia de Miguel Hidalgo. Es más, las autoridades estatales iniciaron en 2007 su rescate ya que el viento lo tiró sobre un costado, recolectaron semillas para asegurar su reproducción y hace apenas unos días comenzaron a plantar los retoños en todos los municipios del estado, aunque refiriéndose a él en las ceremonias como el “Árbol bendito”, quizá por temor al albur. En fin, el encino de Aculco bien merece tan solo por su edad tanto cuidado y atención.


Todo este interesantísimo relato ha sido escrito por el señor Javier Lara Bayón, indudable es que si sabemos ahora más sobre lo acontecido en esta parte de México en los días 5, 6, 7 y 8 de noviembre de 1810, ha sido gracias a él. Agradecemos en mucho su colaboración.


Fuentes:


Respuesta a un cuestionario sobre estadística, 1820. Secc. Estadística. Caja 1. Exp. 1. Archivo Histórico Municipal de Aculco (AHMA).


Suárez Argüello, Clara Elena. Camino Real y Carrera Larga: la arriería en la Nueva España durante el siglo XVIII. México, 1997. CIESAS.


Respuesta a un cuestionario sobre estadística, 1820. Secc. Estadística. Caja 1. Exp. 1. AHMA.


Cavo, Andrés. Suplemento a la historia de los tres siglos de México, durante el gobierno español. México, 1836. Imprenta de la Testamentaría de D. Alejandro Valdés. Tomo III.


Guerra, José. Historia de la Revolución de Nueva España. Londres, 1813. Imprenta de Guillermo Glindon.


Lastra, Yolanda. Los otomíes: su lengua e Historia. México, 2006. IIA UNAM.


Bustamante, Carlos María de. Campañas del general D. Felix María Calleja. México, 1828. Imprenta del Águila. Pág. 19


Comunicación del Ayuntamiento de Aculco a su superioridad. Aculco, 25 de mayo de 1825. Actas de Cabildo. Exp. 1. AHMA


Hernández y Dávalos, Juan E. Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia. Versión electrónica. México, 2007, Universidad Nacional Autónoma de México.


Alamán, Lucas. Historia de Méjico, desde los primeros movimientos que prepararon so independencia en el año de 1808 hasta la época presente. Tomo III. México, 1849-1850. Imprenta de J.M. Lara.


Bustamante, Carlos María de. Cuadro histórico de la Revolución Mexicana. México, 1961. Comisión Nacional para la Celebración del Sesquicentenario de la Proclamación de la Independencia Nacional y del Cincuentenario de la Revolución Mexicana. Tomo I.


AGN. Operaciones de Guerra. Vol. 141. Exp. 42. F. 76-78.


García, Pedro. Con el cura Hidalgo en la Guerra de Independencia. México, 2002. H. Congreso de La Unión.


“Relación que hizo al virrey Venegas el coronel D. Diego García Conde, de todos los sucesos ocurridos en el ejército de Hidalgo desde el día 7 de octubre...” en Alamán Lucas. Historia de Méjico… Tomo I. Apéndice.


Sotelo, Pedro José. “Memoria del último de los primeros soldados de la independencia” (1874) en Hernández y Dávalos, Juan E. Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821. Tomo II. Núm 178. México, 2007. UNAM. Edición electrónica.



3 comentarios:

  1. De las cabezas que estás citando te faltó una que existe en el barrio de san Jerónimo. JLB te puede decir que faltó citar esa...
    Por lo demás excelente trabajo de investigación de campo.
    Saludos.

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  2. Estimado V-V:

    Gracias por tu comentario.

    En algunos documentos que revisé (un montón de docenas), antes de ir a documentar, leí sobre San Jerónimo pero pensé que se referían al pueblo de Aculco. Probablemente vaya al Estado de México dentro de poco, pero dudo me de tiempo para pasar por Aculco, por lo tanto, si tu tienes una fotografía (o varias) de esa Cabeza, te agradeceré me la compartas.

    Saludos!

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  3. Estimado Benjamín:
    La verdad es que desconocía la existencia de esa cabeza de águila en el Barrio de San Jerónimo (que no debe confundirse con la cabecera municipal, que se llamó San Jerónimo Aculco y es hoy Aculco de Espinosa). De hecho, aunque ya averigüe más o menos dónde está, no he ido a recorrer el sitio y confirmarlo. Pero hay una buena noticia: la foto que aparece en el artículo de Reforma que te envié (donde están dos niños) retrata precisamente esa cabeza.
    Con ésta, son por lo menos cinco las cabezas de águila que existen en territorio del municipio de Aculco, ¡una barbaridad! (ya voy a presumir como aquél tu lector de Durango, jajaja).
    Un saludo.

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