Sobre el tema de
Don Francisco Xavier Venegas de Saavedra, Rodríguez de Arenzana, Güemes, Mora, Pacheco, Daza y Maldonado, Caballero del Orden de Calatrava, Teniente General de los Reales Exercitos, Virey, Gobernador y Capitán General de esta N. E., Presidente y Capitán de su Real Audiencia, Superintendente general Subdelegado de Real Hacienda, Minas, Azogues y Ramo del Tabaco, Juez conservador de éste, Presidente de su Real Junta, y Subdelegado general de Correos en el mismo Reyno.
El documento lo encontré en una edición especial hecha en el sexenio de Miguel de
“Con el importante objeto de precaver el abuso en la toma de licores y extinguir el detestable vicio de la embriaguez que tantos daños ha causado y causa en este Reyno, he resuelto con arreglo á lo propuesto por el Sr. Intendente Corregidor de esta Capital, y de conformidad con voto consultivo del Real Acuerdo, se observen por vía de adición al Bando de 5 de julio del año próximo pasado los capítulos siguientes”.
Lo estipulado en el primer punto no dista mucho de lo que sabemos que en la actualidad no está permitido: “1.- Que en ninguna Vinatería y Pulquería, se ha de permitir beber en poca o en mucha cantidad a personas de todos estados y clases, tampoco en sus piezas interiores, ni en la calle á quarenta varas de distancia de las puertas”.
En el segundo punto nos dice como era el modo de surtirse de licores en esa época: “2.- Que todos los que necesiten licores, vinos, aguardiente o pulque, han de mandar traerlo á las respectivas casas, llevando sus botellas, redomas o basijas, sin que estos aperos ó muebles se tengan en dichas casas de trato para proveer con ellos a los marchantes ó consumidores, aunque sea con la calidad que extraigan el efecto para las suyas”.
Será bueno pensar que el documento fue escrito en 1811, y el libro que lo rescató fue publicado en 1878, quizá alguna variante en el lenguaje ya había, no mucha, seguramente; aparecen palabras casi en desuso que nos transportan a un México más sano que el actual. Al leer el cuarto vemos que los permisos eran necesarios, eso de la burocracia existía desde la antigüedad: “4.- Que ninguno pueda poner vinatería sin su licencia, que sin acreditar y afianzar el principal á lo menos de mil y quinientos pesos para apearla y surtirla de caldos puros y sin adulteración y mezcla”.
Aparecen, de pronto, los distintos establecimientos de la época y lo que cada uno hacía, veamos el “9.- Que los dueños de Fondas en igual conformidad que los de Cafés, sean libres para expender dentro de ellas aguardiente, vino ó licor, para su uso moderado en la comida, y los tenga en franquicia hasta las diez de la noche”.
Bien es sabido que la clasificación social, rango o casta, estuvo implementado desde siempre, acrecentado cuando se otorgaron los títulos nobiliarios y lo vemos de algún modo expresado en el catorceavo punto: “12.- Que en las cafeterías, que son donde principalmente concurren la gente plebeya, y por eso se distinguen de los Cafés, como los Zangarros actuales, de las Vinaterías, no se permita la venta de vino, licores y aguardiente, juegos ni músicas baxo la pena y multa de veinte y cinco pesos y que se cierre enteramente el trato, privando al dueño para siempre exercitarse en él”.
Han pasado doscientos años y la pregunta está: ¿qué tanto han cambiado las cosas en México? ¿Será que requerimos de otros doscientos para comenzar a cambiar y mejorar?
El texto en cursiva fue tomado de Historia de
Si te brincó, al leer este artículo, la palabra zangarro y la entendiste como changarro, estás en lo correcto, chécate esto:
http://www.fondodeculturaeconomica.com/obras/suma/r3/buscar.asp?word2=changarro
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