Había transcurrido apenas una semana de haber iniciado el movimiento de insurrección cuando el cura Hidalgo llegaba a la villa de Salamanca, aquí da instrucciones y muchas gentes se unen a su ideal, uno de ellos, el más conocido, Albino García del cual se dice que nació en un rancho al sur del municipio de Salamanca en los límites de Valle de Santiago de nombre
Cerro Blanco; el otro, conocido apenas regionalmente, fue
Andrés Delgado, originario también de Salamanca, del barrio de Nativitas que entonces era pueblo de indios, aunque se dice que nación en el pueblo de Valtierrilla. Al primero se le apodaba El Manco, al segundo El Giro. Sobre Andrés Delgado,
El Giro, hay una leyenda que es en verdad sorprendente y curiosa pues habla del culto al ánima de Andrés Delgado.
Originalmente el pueblo de Santa Cruz llevó el nombre de Comontuoso debido a que el asentamiento español más grande lo era el de la hacienda de ese nombre. En la región había diferentes pueblos de indios los cuales, luego de la evangelización habían mantenido sus costumbres y tradiciones pero ya se había dado el sincretismo entre la religión original y la católica. Hay la idea que en Santa Cruz son idólatras, que se desarrolla la brujería, pero en realidad lo que allí sucede es una muestra excepcional de una fusión intensa entre ambas tradiciones. Es en esa base que, a la muerte de Andrés Delgado, cosa que sucedió en las proximidades de Santa Cruz, en la barranca de la Laborcilla o Landín; luego de furioso combate, el guerrillero fue acribillado, era el 3 de julio de 1819; se dice que ya muerto fue decapitado y la cabeza enviada a Salamanca, por lo que deduzco que su cuerpo quedó tirado o a la vera del camino para que sirviera de escarmiento a los insurrectos.
Comenzó así a tejerse la leyenda. Se dice que el cuerpo de Andrés Delgado fue atado a una cruz, hay quién afirma que al ser fusilado estaba atado a ella. El caso es que el cuerpo es traído para darle cristiana sepultura y, como marca la tradición fue velado en la capilla del que era, quizá, el panteón de la localidad, aunque, hay que tener en cuenta que para la época de la Independencia aun no existían los panteones independientes, y se acostumbraban enterrar a los muertos en rededor de los templos y, si se contaba con el dinero suficiente, el entierro era dentro del mismo templo. La leyenda siguió creciendo y se pensaba que el ánima de Delgado se había convertido en milagrosa. La capilla en donde la tradición indica que fue velado, se convirtió así en lugar de culto regional.
"Todavía existe en Santa Cruz una capilla que se hizo, según la tradición, para guardar el ánima de El Giro (el insurgente Andrés Delgado), caudillo indio que dio mucho quehacer a los españoles, quien habiendo llegado a comandante militar de la provincia, murió valientemente en Cañada de Landín, resistiendo la persecución del entonces jefe inferior don Anastacio Bustamante. En dicha capilla se adora, pues, el alma del denodado patriota, que fue distinguido por el Congreso Nacional Insurgente con nombramientos honoríficos que supo sostener; pues en virtud de una especial instrucción, persiguió y redujo a la proscripción al célebre bandido el padre don Antonio Torres, de funesta memoria en la grandiosa epopeya". (1)
Sobre Andrés Delgado, uno de los acompañantes de Mina, el norteamericano William Davis Robinson, escribió de su actuar dentro de sus
Memorias, nombre que se le da a su libro en el cual hace mención en repetidas ocasiones sobre el actuar de Andrés Delgado. (Un artículo al respecto lo puedes
ver aquí). Pero, volviendo al tema del ánima de Andrés Delgado, habrá que anotar que en el pueblo hoy llamado Juventino Rosas, la tradición de levantar capillas de ánimas va mucho más allá del recuerdo del guerrillero Insurgente, pues la tradición es tan remota y está tan poco documentada que la leyenda ha crecido aun más, al afirmarse que no solo fue esta capilla, sino que se sacrificaron 5 jóvenes para que sus ánimas fueran las protectoras del pueblo. Consecuentemente se levantaron 5 capillas de ánimas. Si asociamos esto al muy representativo macuili (el cinco) y a la proximidad del cerro del Culiacán con la idea del arqueólogo Kirchner de que fue allí el mítico Aztlán, concluimos que tales sacrificios no se hicieron sino que eran adoratorios que, al paso de los años adquirieron la idea del ánima como lo expone la mezcla de los ritos ancestrales con el cristianismo.
Habrá que referirnos también a la idea usada en la evangelización para que los adoratorios de Tezcatlipoca fueran transformados en adoratorios de Cristo, el caso más conocido es el del
Santo Señor de Chalma; agreguemos a todo esto que, en muchos de los ranchos en rededor del cerro del Culiacán, en donde hubo algunos asentamientos prehispánicos, se impuso la adoración a la santa Cruz. Como quiera, esta leyenda que en algún momento se tejió en torno al ánima de Andrés Delgado, gerrillero Insurgente nacido en Salamanca, Guanajuato, es en verdad sorprendente.
Y es allá, en el horizonte que aparece en esta fotografía que apunta hacia el Norte, en donde se ubica la Cañada de Landín, nombre que anota el que mejor conoció la orografía de todo el Estado de Guanajuato, otro salmantino, don Pedro González, en donde fue sacrificado Andrés Delgado. La toma está hecha a unos cuantos metros de la Capilla del Señor de la Piedad.
Pero, me pregunto si sobrevive en la actualidad lo que Pedro González escribe y existe aun el culto al ánima del guerillero. En busca de la respuesta nos vamos a Santa Cruz de Juventino Rosas a visitar el lugar en donde la tradición indica que fue el lugar en dónde fue velado el cuerpo mutilado de Andrés Delgado. Lo primero que averiguamos es que allí, a espaldas del cementerio, de llamado "Panteón Viejito" hay una capilla, efectivamente, pero es levantada en honor al Señor de la Piedad.
El comentario de quien atiende a esta capilla es que hubo hace ya doscientos años, efectivamente una capilla en donde fueron velados los restos de Andrés Delgado, pero esa capilla ya no existe, estaba, quizá a una o dos cuadras de allí, sobre la misma calle que, entonces no existía pero, ante el crecimiento de la población, la capilla, o fue derruida o la falta de mantenimiento y el tiempo la hicieron desaparecer, el caso es que de ese sitio nada queda.
Queda, como mera anécdota, como mero relato que ha ido pasando de boca en boca, de generación en generación, que allí, en la capilla desaparecida, se organizaba entre la primera y segunda semana de noviembre una pequeña feria que se volvía la animación del lugar y que dicha feria era solventada por Andrés Delgado, seguramente con el dinero que obtenía en los asaltos a las conductas y convoyes que partían de Guanajuato cargando la plata que era enviada a México. Comentan que esos eran los rumbos que Delgado conocía bien, incluso afirman que era originario de ese lugar.
Y es justo aquí en donde la prudencia nos dice que debemos interpretar detenidamente lo que se dice. Recordemos que, para la década de los veinte del siglo XX, el pueblo de Valtierrilla cambió de nombre por el de Pueblo Andrés Delgado, esto argumentando que allí había nacido el guerrillero insurgente, queda documentado que fue asesinado en las inmediaciones de Santa Cruz de Juventino Rosas, que hubo una capilla cercana al sitio en donde actualmente encontramos el Panteón Viejito, y que hay una capilla en la que se rinde culto al Señor de la Piedad.
Lo demás es una idea que fue floreciendo, que fue cambiando, a la que se le fueron agregando datos, con poco sustento y que, esto, a final de cuentas nos queda como un curioso relato en el que la historia, la leyenda y la tradición oral se va entretejiendo.
Fuente:
1.- González, Pedro. Geografía Local del Estado de Guanajuato. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2000.