viernes, 31 de diciembre de 2010

Un repaso a la Ruta de Hidalgo por Aguascalientes

En 1864 Maximiliano, el que fuera efímero Emperador de México, dio el primer paso; reconoció que aquello que conocemos como El Grito fue el acto mediante el cual la guerra de Independencia dio inicio, tal fue así su interés, que para el 16 de septiembre de ese año llegó a la Villa de los Dolores, una placa recuerda el acontecimiento. Pasó otro medio siglo, el porfiriato estaba a punto de terminar y Luis Castillo Ledón, dentro del marco de las festividades del Centenario, realizó, a medida de las posibilidades de transporte existentes en 1910, un recorrido mediante el cual verificó muchos de los puntos, aunque no todos, por los cuales pasó el cura Hidalgo. Su trabajo quedó manifiesto en el libro publicado cuatro años después de su muerte, en 1918. Estamos viendo la Sierra Madre Occidental cuando se va desvaneciendo en los Altos de Jalisco.

Medio siglo más adelante, 1960, en ocasión, ahora a los festejos del Sesquicentenario, de manera oficial es Francisco de la Maza, académico, crítico, historiador de arte, que hace el recorrido de la Ruta de Hidalgo pero con la visión de engrandecer las joyas arquitectónicas que, a lo largo de la ruta, abundan. En cambio el profesor Federico Jiménez de la Rosa, pueblica en forma personal lo que es su aporte de lo que recabó de información de la Ruta de Hidalgo, la fue poniendo en el mapa; por así decirlo.

"Entre los veintirés individuos que lo acompañaban, apenas se reunian veintisiete pesos, suma miserable para el viaje que se iba a emprender. Se dirigió la marcha rumbo a la barranca de Cuquío. Pasamos por esta gran profundidad en que las cabalgaduras se fatigaron en extremo, y sin medio de reemplazarlas. Hidalgo nos dio el ejemplo, echando pie a tierra y estirando su caballo para proporcionarle algún descanso. Y decía: "Muchachos, éste es el modo de remudar en estos lances." Así, pie a tierra, llegó a un rancho miserable, nombrado San Agustín de las Calabazas, en el cual no se halló más recursos que unos cuantos aguacates. El señor Hidalgo quitó las armas de palo de su silla, las tendió, se sentó en ella a comer su aguacate, único que le tocó, porque quiso se repartiera aquel miserable auxilio de un modo proporcional, entre los que formaban su comitiva. Se siguió el camino hasta tocar el pueblecito de Cuquío.

La iglesia tiene la puerta principal muy inmediata al camino y por eso se advirtió gran movimiento, como de una solemne función. Se preguntó su objeto, y se supo que era una rogación a Dios por la vida de Hidalgo, porque ya sabían la pérdida de la guerra en Calderón, pero ignoraban la suerte del generalísimo, con cuyo nombre era conocido. A esto, Hidalgo, muy reconocido a semejante acto, dejó recado al cura del pueblo, diciendo que no le avisaran, porque hallándose en el altar y en un acto tan solemne y santo, no era prudente distraerlo; y, además, que iba de prisa y no podía perder momento". (1)
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La ruta continuó entre laderas, colinas, montañas, cañadas... fue agotador, agreguemos a eso la desmoralización luego del "desastre de Calderón", el poco descanso, las penalidades que se vivieron una vez salidos de Guadalajara y, esa noche, según reza la placa de la casa en una de las esquinas del Jardín Principal de Jalpa, Zacatecas, finalmente pudo descansar.

El recorrido siguió hacia la que fuera Villa de Huajúcar, hoy ciudad de Calvillo, lugar en el que vemos en su plaza principal, frente a la Presidencia y muy cerca de su muy hermosa Parroquia, la estela de Cabeza de Águila, la cual ha sido protegida y colocada en un lugar privilegiado, como privilegiados son todos los 260 sitios en donde, según la teoría, se colocaron los monumentos, cosa que, ahora que hacemos el recorrido punto por punto, nos damos cuenta de que, al modo burocrático (flagelo de México) eso quedó sólo en papel. Muchos de los monumentos son inexistentes.

A la salida de Calvillo, aunque con una noche de descanso, el panorama que se presentaba no era nada sencillo de transitar, entre los remanentes de la Sierra Madre, de la Sierra Fría, por allí sería el trazo que se determinó seguir, en una sola jornada desde Huejúcar (Calvillo) hasta San José de Gracia, lugar en donde, finalmente, el cura Hidalgo podría descansar. Desanso que era posible gracias a que el desalmado, pero fiel torero, mozo de cuadrilla, Agustín Marroquín vigilaba la puerta y el sueño del cura Hidalgo.

Se dice que un vencino del pueblo de San José de Gracia, Simón de Lara, el cual era conocido por Hidalgo desde Dolores, y que le acompañó durante todo el recorrido, fue quién facilitó las cosas para que llegaran a este pueblo y allí poder descansar, cosa que sucedió; luego de cruzar la abrupta geografía de lo que actualmente es la parte occidente del estado de Aguascalientes. Misma que estamos viendo en la fotografía.

25 de enero de 1811 se marca como el día de aquella junta en una de las salas de la otrora fastuosa Hacienda del Pabellón, propiedad de uno de los Iriarte, hermano de José Rafael Iriarte, el mejor conocido como Cabo Leiton, mismo que, se suponía, era el representante del movimiento Insurgente en esa zona de la Nueva España. Rafael Iriarte, personaje controvertido que a decir de Juan Antonio Martínez de la Serna era un traidor, inflitrado por el gobierno de los Estados Unidos (2). La escena que vemos fue tomada en la Hacienda del Pabellón, lugar donde se ubica una Cabeza de Águila, justo a la entrada de lo que ahora es el Museo de la Insurgencia. Gran casualidad fue captar a estos jinetes, 6, pasando frente a la misma. Nota, 6 eran los jinetes que se juntaron en ese sitio, donde fuera despojado del mando el cura Hidalgo.

Hidalgo ya no encabezando el contingente. El ya no dirgía el movimiento salió por uno de estos caminos en rededor de la Hacienda del Pabellón, ahora la dirección que se había determinado tomar era la de Zacatecas, la segunda ciudad más rica, luego de Guanajuato, que tenían las provincias de la Nueva España. Nadie imaginaba que esa riqueza, producto de las minas, estaba ya abandonada. Todos temían el enfrentamiento, sea del bando realista que del Insurgente, al final todo acababa en devastación, saqueo, robo y violación.

El siguiente punto que encontramos marcado con una estela de Cabeza de Águila en territorio hidrocálido fue en el otrota arroyo de Arámbulas. Aquí nos detendremos a leer que: "El obejto de Hidalgo era llegar a Zacatecas. Este punto era el destinado para la reunión en un caso desgraciado, que al fin se verificó. Se llegó, pues, a la ciudad, donde se permaneció algunos días, en los cuales se fueron reuniendo algunos jefes y soldados. Como en la expresada ciudad se había dado el grito de independencia, los europeos se habían salido, quedando varios almacenes, los cuales se mandaron realizar. Ya de esto, o de los giros de minas y otros recursos, se reunió una cantidad respetable para seguir adelante. En cosa de unos días se pudieron unir cosa de mil doscientos buenos soldados, y lo mismo jefes, oficiales, y generales, que en el camino se iban reuniendo.

Arreglada lo mejor posible aquella división, se emprendió la marcha para el Saltillo, no sin pensar en lo escaso de recursos de este tránsito estéril y dilatado. Se previnieron bastantes carretas de forraje, como rastrojo, que es lo único que se encuentra en esos terrenos. Se previno por fin todo lo que pareció necesario, no teniendo en cuenta lo ingrato del terreno que íbamos a atravesar ni la porción de carruajes y familias que nos seguían y que eran tantos enemigos de los recursos que se habían reunido con tanto afán. Los primeros días de nuestra marcha fueron contentos y divertidos.
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Cada posada era una población compuesta de familias conocidas, paisanos los más, unidos en sentimientos y en ideas, resuletos del todo a una larga y tal vez eterna emigración. Todos contentos, teniendo, sin embargo, algunos intervalos de pesadumbre por dejar la patria y su causa, no desconfiaban del todo de una oportunidad que les diera ocasión de volver pronto a defender de nuevo los derechos de la patria, ultrajados durante trescientos años por nuestros injustos dominadores. Con estos y otros razonamientos se alentaba de nuevo el entusiasmo, que hacía olvidar las penalidades y trabajos hasta allí sufridos con la mayor constancia. Hubo en estos días un acontecimiento inesperado que no dejó de causar serios temores en alguna parte de aquella división. Apareció un cometa por el norte. Estos cuerpos celestes, en aquella época, no eran verdaderamente conocidos de todos, y la generalidad de las parte poco ilustrada atribuía a estas apariciones presagios tremendos, indicados por el color de su cabellera. Las señoras que iban, bien educadas, de finos modales, rodeadas de hermosura y gracia, no tenían aun la libertad de llegar a esos conocimientos y participaban un tanto en la creencia del influjo que tenían tales fenómenos en la suerte o trastorno de las naciones.

El general Juan Aldama, hombre simpático, de un carácter festivo y amable, llevaba amistad con todos, y su genio, siempre alegre, así como otros compañeros de buen humor, sirvieron de mucho para desterrar el terror y desaliento que se iba introduciendo. Hidalgo, después de dejar arreglada la división que se había formado en San Luis Potosí, en donde lo llamaban algunos negocios de importacia. Dejó determinada la marcha y el rumbo que la tropa debía llevar, asegurando que en el camino nos alcanzaría, tomando diverso camino, pues el que tomó la división fue el de La Blanca. (3)
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En la fotografía estamos viendo la Cabeza de Águila que está instalada en el Jardín Principal de Rincón de Romos, Aguascalientes.

Y es así como, con los antecedentes ya marcados, nos estamos adentrando una vez más al estado de Zacatecas, esta vez, con rumbo a la capital de la Intendencia...
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Fuentes:
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1.- Gacía, Pedro. Con el cura Hidalgo en la guera de independencia. FCE. México, 1982.
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2.- Martínez de la Serna, Juan Antonio. Hidalgo el sefardita. Edición del autor. Aguascalientes, 2010.
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3.- García, Pedro.Con el cura Hidalgo...

jueves, 30 de diciembre de 2010

Hacienda La Punta, municipio de Cosío, Aguascalientes. Cabeza número 152

Estando ya en la parte norte de Aguascalientes compruebo que, la ruta que va trazando el profesor Jiménez de la Rosa en su libro Ruta de Hidalgo 1801-1811 no la realizó físicamente, sino se basó en referencias, cartas y datos que muchos de sus colegas en el magisterio le hicieron llegar hasta la ciudad de México. Lo corroboro aun más, luego de encontrar el artículo que me permití transcribir íntegro y que publicó El Heraldo de Aguascalientes el 15 de septiembre de 1960. Un dato es contundente. Jiménez de la Rosa anota a Presa de los Serna como el punto de salida del estado hidrocálido, siendo que es el principio.

En este mapa vemos calaramente la ubicación de dos haciendas que marca Jiménez de la Rosa, Escaleras y El Saucillo. En el artículo del periódico mencionado no aparece El Saucillo pero sí menciona a Escaleras. A ambos lugares fui y en ninguno de ellos existe Cabeza de Águila alguna. El recorrido sigue un poco más al norte...

Y marca como paso la Hacienda de La Punta, lugar del cual corresponden las fotografías que estamos viendo, en donde exsiten las ruinas de una que fue magnífica hacienda y en la actualidad solo quedan algunas paredes de adobe deshaciéndose con el paso de los años. Será bueno reflexionar que haremos con toda esa enorme riqueza histórica, artística, cultural y arquitectónica que representan el abultado número de haciendas abandonadas que existen a lo largo y ancho de nuestro país.

Quizá algunos miembros del ya desmembrado ejército Insurgente pasó por las haciendas de Escalera, El Saucillo y La Punta. El invierno estaba ya entrado, era enero 25, enero 26 de 1811; las trojes, galerones y silos que existían seguramente estaban llenos de granos. De maíz y trigo, cosa necesaria para alimentar las cerca de 800 personas que conformaban en ese momento el grupo de insurrectos, se dice que eran ocho diligencias en las que se transportaban los principales caudillos, esto significaba al menos 32 caballos o machos, número al cual debemos de agregar todos los demás animales que viajaban en el que comenzaba a ser ya tormentoso camino hacia el norte, las necesidades de pastura eran grandes.

Es por eso que hay la posibilidad de que, si bien no fue el cura Hidalgo el que pasó por estas Haciendas, tal vez algunos de sus compañeros si lo hicieron con la encomienda de buscar alimentos que debían ser transportados pues, todos ellos entraban ya en territorio desconocido. Fuera de los guías que iban indicando el rumbo a seguir, tratando de alejarse lo más posible del Camino Real, sitio por el cual los realistas tenían destacamentos. La cabeza de Hidalgo estaba valorada en 10,000 pesos, suma que, en 1811 era una verdadera fortuna.

Se dice que don Miguel Hidalgo ya no iba encabezando físicamente al contingente, es decir, ya no iba en la punta, marcando el camino, sino que iba atrás, derrotado, cabizbajo, pensativo. Don Miguel, que desde niño tuvo la necesidad de viajar, primero por la muerte de su madre, luego para ingresar en el colegio, más adelante para su exámen de Bachiller y luego todo su peripló como presbítero viajó mucho, pero siempre lo hizo por territorio seguro y conocido, ahora se adentraba a las tierras desconocidas, estaba ya adentrándose en lo que hacía tres siglos se denominaba "el norte bárbaro"... se alejaban del Jardín de la Nueva España para adentrarse al desierto, terra ignota.

En este detalle del mapa del estado de Aguascalientes realizado en 1964 como parte de los decorados de la que entonces fue reahabilitada e inaugurada como Museo de la Insurgencia, en la Hacienda del Pabellón, vemos la interpretación de la Ruta de Hidalgo; la cual marca el paso a través de la hacienda de Natillas, lo que actualmente es la cabecera municipal de Cosío. Hasta allá llegué y no, nadie ha visto por ese rumbo una Cabeza de Águila, incluso nadie sabe de la existencia de estos monumentos a pesar que son realmente pocos los kilómetros que separan a Rincón de Romos, donde existe una, con Cosío... indudablemente que nos estamos adentrando a la tierra desconocida.

Y el desierto comienza a hacer su aparición...

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Rincón de Romos, Aguascalientes, Cabeza número 151

Es en el Jardín Principal de Rincón de Romos justo donde se encuentra la Cabeza de Águila número 150 de acuerdo a mi conteo, en el conteo semi oficial que lleva el profesor Jiménez de la Rosa sería el 173, pero la diferencia se debe a que entre lo que el anota y lo que yo he visto sigue habiendo una gran discrepancia. Y es a partir de este punto donde la discrepancia se hará mucho mayor.

Él dice en su libro de Ruta de Hidalgo 1810-1811, que a partir de este punto, el recorrido del cura Hidalgo lo hace a través de cuatro Haciendas, cosa que, al verlas en su ubicación no guardan precisamente una lógica, pues dice que de Rincón de Romos salió rumbo a la Hacienda del Saucillo, para luego continuar a la Hacienda de La Punta, seguir a la Hacienda de la Soledad y continuar a la Hacienda de la Escalera.

Tanto el profesor Jiménez como el autor del artículo publicado en El Heraldo de Aguascalientes hace 50 años coinciden en que antes de llegar a Rincón de Romos pasaron por Ojo de Agua y Arámbula. En Arámbula sí encontré una Cabeza de Águila pero en Ojo de Agua no. Al visitar las haciendas de Saucillo y La Punta, todos aquellos a quienes pregunté, incluídos los Delegados, me confirmaron que en esos sitios no había ni hubo nunca una estela de Cabeza de Águila.

En 1910, cuando el historiador Luis Castillo Ledón hizo un recorrido igual al que actualmente estoy haciendo, él con motivo del Centenario, yo con motivo del Bicentenario, enfrentó las mismas dudas y contradicciones, fue hasta cincuenta años después, 1960, que se implementó el programa de las Estelas de Cabeza de Águila, ahora contamos con la ventaja de los medios electrónicos, de los mapas satelitales, y así podemos determinar una ruta que hubiera sido más lógica y corta, teniendo algo muy en cuenta que el Delegado en La Punta me dijo:

"No es posible que el cura Hidalgo haya pasado por aquí, por la Hacienda de La Punta, pues el lo que hacía era alejarse del Camino Real, ya que los andaban persiguiendo y, como tenía guías locales, ellos lo llevaron por los caminos apartados que van por un lado de los cerros, ese fue el camino que siguió don Miguel Hidalgo".

Efectivamente, un comentario muy acertado el que me hicieron allí, será cosa, ahora de seguir caminando por esta Ruta de la Libertad.

martes, 28 de diciembre de 2010

Arámbula, municipio de Rincón de Romos, Aguascalientes. Cabeza número 150

Estamos por terminar el emblemático año del Bicentenario y vamos ya en la Cabeza número 149, nos faltan más de cien por visaulizar, mismas que sé, si llego a encontrar la mitad, serán muchas. Cuando llegué a la Hacienda del Pabellón y ví allí, afuera de lo que ahora es el Museo de la Insurgencia, una Cabeza de Águila pregunté si había más y nadie me supo decir nada, ni idea tenían de lo que les hablaba, a pesar de que les hacia referencia a la Cabeza que allí sigue en pie.

Pregunté de un lugar llamado Arámbula o Arroyo de Arambulas y nadie sabía de su existencia, pregunté sobre un lugar llamado Ojo de Agua y me dijero que sí, que por allí había un rancho con ese nombre pero que monumento no habían visto. Me enfilé entonces rumbo a Rincón de Romos, en el camino me pareció ver a lo lejos una Cabeza, pero el vehículo en el que iba transitaba a alta velocidad, entoces le pregunté al chofer si esa que había visto era uno de los monumentos que buscaba, la respuesta fue tajante: no sé.

Pero una persona que viajaba en el mismo vehículo me dijo, sí allí hay una, está como a dos kilómetros de Rincón. Me enfilé para allá, el chofer del taxi que me llevó no tenía idea ni de que había un monumento, mucho menos lo que representaba, como quiera llegué hasta ahí y lo pude retratar; está completo.

Este viaje por la Ruta de Hidalgo, cuando lo concebí pensé lo terminaría a la par del año 2010, pero no ha sido así, han sido algunas dificultades las que he tenido que enfrentar: falta de información, falta de fondos para viajar, el robo de mi cámara fotográfica para documentar, la caída que tuve en un autobús de rancho y las consecuencias que eso me trajo, en fin, vamos ya en la Cabeza 149, nos faltan 111, ni una más... ni una menos.

Lo que definitivamente no me falta son ganas de seguir por este camino, por esta Ruta de Hidalgo...

lunes, 27 de diciembre de 2010

El paso de Hidalgo por Aguascalientes, un "Camino de Heroísmo".

Finalmente tuve la oportunidad de ir a Aguascalientes para documentar el recorrido del cura Hidalgo luego de ese que todos los historiadores nombran como "el desastre de Calderón". En el centro de la ciudad, la cual, por cierto, está inundada con los pedestales que anuncian los sitios que forman parte del programa de México es mi Museo, localicé las oficinas de El Heraldo de Aguascalientes y me permitieron consultar en su hemeroteca los periódicos que se publicaron el 15 y 16 de Septiembre de 1960, hace cincuenta años, cuando se festejó el Sesquicentenario. De lo publicado pude transcribir una muy interesante nota de autor desconocido que la titula Camino de Heroísmo.

Esa nota quizá fue escrita por el profesor Alejandro Topete del Valle pues el solía colaborar con los diarios de la localidad, pero esta información no la pude corroborar, igual puede ser de otro autor, quizá del profesor Salas. Será bueno saber quién documentó atinadamente el paso de Hidalgo por el ahora Estado de Aguascalientes y será bueno también, confrontar lo que aquí se menciona, con lo escrito por el profesor Federico Jiménez de la Rosa, artículo que aparece aquí, en este espacio electrónico, en los primeros días del mes de diciembre. Abrimos el periódico de hace 50 años y leemos que:

El Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, que acaudillaba el ejército Insurgente desde la noche memorable del 15 de septiembre de 1810, hizo una campaña de triunfos que la historia ha recogido, hasta que sabedor de que el ejército del virrey Calleja estaba cercano a Guadalajara, quiso liberar a la ciudad y con sus tropas se batió el 17 de enero de 1811 en un combate que resultó lastimosa derrota, en el lugar denominado Puente de Calderón. Con sus soldados doloridos, y en el corazón clavado el frío fracaso, el anciano prócer tomó la senda de los perseguidos temiendo a cada instante ser alcanzado por las tropas realistas.

Con una demostración al publico de Aguascalientes de la Campana de Dolores dieron ayer principio en el estado las fiestas conmemorativas del 150 aniversario de la iniciación de nuestra Independencia. En el acto de ayer en la mañana, se reunieron lo mismo autoridades civiles que militares y una gran cantidad de pueblo, para honrar ala Bandera Nacional y a la Campana.
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Estuvo en Jalpa, San Pedro Apóstol, Teocaltichillo, Mesa de San Jacinto y Tecongo, que hoy pertenecen al estado de Zacatecas y entró a Aguascalientes por Presa de los Serna, pequeño poblado que recibió las primicias de las huellas de su cabalgadura. Con la frente inclinada, dice la tradición, subió la Cuesta Mora que es una loma, dejó atrás Carro Blanco, La Boquilla y Barranca de Ánimas y llegó a Calvillo al atardecer, en la hora del sangriento crepúsculo. Era el 18 de enero de 1811. A hurtadillas, la familia descendiente de don Dionisio Velasco, uno de los fundadores de la que entonces se llamaba Villa de Huejúcar y pertenecía a Zacatecas, abrió las puertas de su hogar al caudillo.

Momentos de gran solemnidad fueron los que vivió el pueblo de Aguascalientes ayer en la mañana cuando la escolta de gallardos soldados del X Regimiento de Caballería trasladaron la Bandera Nacional y la réplica de la Campana de Dolores desde los bajos de la Presdiencia Municipal hasta el pedestal colocado en el balcón central del Palacio de gobierno. El acto se llevó a cabo durante la ceremonia cívica en que se recordó la gloriosa epopeya de los Niños Héroes, en la defensa del Castillo de Chapultepec en el año de 1847.
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Dicen que abrió la ventana de alto antepecho y se sentó en el alféizar a contemplar las sombras que envolvía la arboleda de la plaza. Antes de recostarse en el lecho, tomó asiento en un sillón y frente a un viejo escritorio de madera, escribió. Al día siguiente, muy temprano, don Miguel Hidalgo lleno de estoicismo volvió a emprender la marcha. Escogió los lugares apartados, las hondonadas, los cañones. Temía ser aprehendido por los realistas. Con las primeras luces de la mañana llegó a San Nicolás. Tomó la vereda que iba a Tepezalilla (entre Ojocaliente y Malpaso) e hizo resonar los cascos de su cabalgadura en El Puente y Cerro Prieto. A la altura de Cebolletas donde llegó mediada la mañana, hoy solo se conserva como único punto de refrencia de su paso una humilde choza ¿Pensaba entonces don Miguel Hidalgo en la ruta a seguir? La contestación tiene que ser afirmativa al observar que a pesar de sus muchas precauciones, seguía las curvas serpenteantes del camino que conducía a San José de Gracia.

En Calvillo donde reposó por primera vez don Miguel Hidalgo y Costilla después de la derrota de Puente de Calderón el 17 de enero de 1811, se conserva la casa que dio hospitalidad al caudillo.
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Ochenta y cuatro leguas a matacaballo recorrió el valeroso cura de Dolores desde Calvillo hasta San José de Gracia, montado en un caballo negro, según dicen unos, otros afirman que en un macho prieto. Fue dejando girones de alma, angustias y zozobras en El Maguey, Mesa de los Pozos, donde comienza San José de Gracia, Santa Rosa, que es hoy la Hacienda propiedad de la familia Ibarra, Potrero de los López, Mese de las Cebolletas, El Reventón y Presa del Alto, que quedaron inundadas por la Presa Calles. En esta agotadora jornada empleó el viernes 18 y el sábado 19 de enero de 1811, entró al antiguo pueblo de San José de Gracia.

Don Antonio Ventura Medina, primer Presidente Municipal de San José de Gracia nos muestra el antiquísimo documento firmado por un señor Basilio, cuya rúbrica parece que está en la constancia de la presencia del cura Hidalgo en San José de Gracia el 19 de enero de 1811 a las 8 de la noche.
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Su desconfianza era inmensa. Entró por la que después se llamó Calle Hidalgo de 6 cuadras de longitud y al atravesar el puente que no tenía barda y se prolongaba durante 60 metros, se bajó de la cabalgadura, en el preciso lugar donde había un foso en el piso. Se hospedó en el cuarto que estaba a cargo del señor cura Cervantes. Eran las ocho de la noche. Largos años puso en duda el que el cura Hidalgo hubiese estado en San José de Gracia. Pero... existe un documento que es prueba irrefutable y que según los testimonios de los ancianos del pueblo, firmó un hombre llamado Basilio. Decía el documento: "El día 19 de enero de 1811 a las 8 de la noche llegó a este pueblo el señor cura don Miguel Hidalgo y Costilla, derrotado en el Puente de Calderón el día 17 anterior y esta visita funesta y comprometida la recibió en la casa cural el Señor cura don Pedro Cervantes habiendo salido el Sr. Hidalgo de este pueblo a las 5 de la mañana del día 24 del mismo a la Hacienda del Pabellón".
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Estas son las antiguas ruinas de la iglesita abandonada que encontró el cura Hidalgo antes de entrar en Rincón de Romos y frente a la cual devotamente hizo la señal de la cruz.
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Un testimonio más de su presencia en San José de Gracia fue un cuadro que después se perdió en el que aparecía Hidalgo jinete en un caballo blanco y le tenía las riendas del animal su asistente Simón Casto de Lara, nativo de San José de Gracia. En el cuadro había una leyenda que decía: "Cuartel de Celaya, Sept. 27 de 1810.- Al H. Cabildo de San José de Gracia. Enero 22 de 1811. Rúbrica. Miguel Hidalgo y Costilla". El poblado fue cementera de Insurgentes. De ahí salieron Julián Macías, Santos Ugarte, J. Encarnación de Lara, José Ramírez, Pascual Ibarra, Santos Ortega, Simón de Lara Castro y José María Calvillo.

El pocito del Refugio, donde la humilde señora, Juana García de Carmona, dio de beber fresca agua al venerable caudillo. Cuentan que Hidalgo no se bajó de la cabalgadura y tomó el líquido en una cazuela.
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Hidalgo salió de San José de Gracia por la calle de la Aurora, para dar a la calle de Zaragoza y tomar camino a Rincón de Romos. No se sabe exactamente por donde traspuso el arroyo de La Vaca, pasó por las Jajitas y llegó a la Hacienda de Pabellón. Sus dueños le dieron hospitalidad. Durmió en un aposento con papel tapiz rojo y pisos de ladrillo, que estan en ruinas, al igual que toda la espaciosa residencia colonial. Sin embargo, antes de haber tenido un altercado con Allende, Aldama, Abasolo y Luévano, que lo acompañaban, fue despojado del mando del ejército Insurgente. A la entrada del salón sufrió esta afrenta, se lee en un trozo de cartón: "Enero 24, 1811. Sala donde despojaron del mando al cura Hidalgo". Las paredes de esta estancia que ha servido de aula por mucho tiempo, acogieron en su mudo silencio la pesadumbre de Hidalgo... El comedor de la hacienda, donde Hidalgo tomó leves refrigerios está abandonado. La placa de cartón al frente de este aposento reza textualmente: "Comedor donde según la tradición tomó sus alimentos el cura Hidalgo".

Del otro lado de la plaza donde se halla frente a la vieja casa de la hacienda construida por 1700, todavía exsite una piedra de molino donde el jefe Insurgente solía sentarse tristemente atenazada el alma por crueles amarguras. (Nota: la segunda fotografía corresponde a la mencionada piedra de molino).

Los libros de texto gratuito entregados en ocasión del Sesquicentenario no llevan la tradicional portada de La Patria, sino las visiones de los personajes de la historia nacional vistos por los principales pintores de la época.
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Un 26 de enero, el citado año de 1811, Hidalgo llegó a Rincón de Romos, había estado los días 24, 25 y 26 en la Hacienda y escondiéndose, a la retaguardia del ejército (ya no a la vanguardia), pasó por Arámbulas y Ojo de Agua. Antes de entrar su corta comitiva por las callejuelas de Rincón de Romos, se persignó ante una iglesita abandonada que todavía se yergue a la vera del camino real. Tomó por la calle que después se llamó de Hidalgo y al pasar frente al pocito del Refugio, pidió agua a una mujer llamada Juana García de Carmona, que le dio de beber el fresco líquido en una cazuela... Dicen que otros Insurgentes también bebieron. Antes de abandonar el estado de Aguascalientes, don Miguel Hidalgo todavía, siguiendo el viejo camino que aun se conserva por Escaleras, Laguna de Piedra y Chiquihuitillo... luego se venerable figura se perdió en las tierras de Zacatecas. (1)

En este relato que acabamos de leer nos damos cuenta de un puntual recorrido, en el cual se van anotando todos los pueblos y ranchos por los que la Ruta de Hidalgo se va desarrollando, sigamos hojeando el periódico, El Heraldo de Aguascalientes, de esos días para adentrarnos un poco a lo que era la vida cotidiana hace 50 años, durante el Sesquicentenario; cuando todo México (especialmente los lugares de la Ruta de Hidalgo) se preparaba para una gran celebración.

Los Comités Estatales estaban ya formados y listos para los festejos.

Con la guardia de honor ante el monumento a los Niños Héroes, el entonces Presidente de la República, don Adolfo López Mateos, daba por iniciadas una serie de festividades que culminarían con la gran ceremonia del 150 aniversario del incio de la guerra de Independencia.

Disel Nacional, la armadora de carros mexicana lanzaba su nuevo modelo, el Dauphine.

Y se nacionalizaba la energía eléctrica.

También se nacionalizaban los servicios de telefonía.

Y la Caravana de Estrellas Corona anunciaba su espectáculo por $ 10 pesos, con la presencia de Amalia Mendoza, la Tariácuri; Viruta y Capulina; las Hermanas Huerta; Los Xochimilcas, La India y el Chatanooga.

En el anuncio de Mejoral vemos esa gran influecia de "arte Republicano" tan de moda en los años cincuenta del pasado siglo.

Y la sección dominical, la única en color, incluía las histrietas de Lorenzo y Pepita... tiempos ya pasados...
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Fuente:
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1.- El Heraldo de Aguascalientes. 2ª sección. 15 de Septiembre de 1960. Año VI, Tomo XII, Número 2087. Gerente: Mauricio Bercun.
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Agradezco enormemente a El Heraldo de Aguascalientes el que me hayan permitido consultar la hemeroteca y reproducir estos valiosos testimonios de la celebración del Sesquicentenario en Aguascalientes.