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La única descendiente de don Miguel Hidalgo de que se tenga noticia, Fotografía tomada de un antiguo libro (pronto anotaré los datos del mismo…)
En tres cuatro artículos anteriores dimos cuenta de un listado de 150 mujeres que participaron en la lucha por la emancipación de México. Esto fue en abril pasado. Y como últimamente hemos logrado encontrar algunas biografías faltantes, las iré incluyendo en este artículo. Aquí tenemos a
Camacho, Carmen.
“La participación de las mujeres en la lucha independentista, caracterizada a veces como meramente suplementaria é igualmente valiosa para el esfuerzo bélico. Como demuestra Janet Kentner en su detallado estudio de las mujeres en el movimiento independentista mexicano, muchas de ellas pudieron efectivamente hacer lo que no “podrían haber hecho tan bien, o en absoluto, sus contrapartes masculinas”. El principal ejemplo es a “seducción de la tropa”, la más frecuente de las acusaciones lanzadas contra las mujeres por el gobierno español. En este caso no se trata de actos carnales, sino que “seducir” significa tratar de persuadir a los solados de que desertaran del ejército realista y se unieran a los insurgentes. El proceso contra Carmen Camacho, ilustra una de las formas como las mujeres reclutaban soldados rebeldes: tras cultivar la amistad de los soldados de una guarnición local, los invitaba a acompañarla una noche en algún pulquería o un mesón y, después de unos cuantos tragos, los instaba a desertar, prometiéndoles una parcela en el México independiente como recompensa”. (1)
Camba, María Luisa. "
Misteriosa joven que acompañaba a Hidalgo en los primeros días de la lucha por
Gómez de Larrondo, María Catalina.
Doña María Catalina Gómez de Larrondo nació en el siglo XVIII. Se casó con Juan Bautista Larrondo con quién se dedicó al comercio y al cuidado de la hacienda de nombre San Antonio, ubicada a cuatro kilómetros al sur de la localidad acambarense.
El matrimonio Larrondo-Gómez vivió tanto en la hacienda de San Antonio como en Acámbaro en la casa que se localiza en la esquina de lo que actualmente es la avenida Juárez y Pino Suárez, antes denominada de los “Campos Elíseos”, frente a la iglesia de San Francisco de Asís. Hoy en día, la casa de dona Catalina tiene el número 78 de la calle de Pino Suárez.
Fue en las visitas de los años previos a 1810 cuando el cura del pueblo de los Dolores, Intendencia de Guanajuato, fortaleció y selló sus lazos de amistad y lealtad con el matrimonio acambarense de los señores Larrondo. El esposo de doña María Catalina Gómez, el señor Juan Bautista Larrondo, un militar realista –es decir, un miembro del ejército del rey español que combatió a los insurgentes-, se incorporó voluntariamente a la lucha libertaria en 1810.
Fue el día 3 de octubre de 1810 cuando salió de la ciudad de México una comitiva de autoridades realistas, integrada por Manuel Merino y Moreno, intendente de Michoacán; Diego García Conde, Comandante de Armas de la misma provincia, y Diego Rul, conde de la casa Rul y dueño de obrajes en Acámbaro, con la misión de llegar a Valladolid con la misión de incorporarse al frente de sus respectivos regimientos militares y detener a los insurgentes que trataban de ocupar esa plaza que hoy es Morelia.
De las tres autoridades realistas, la presencia de Diego Rul era la más notoria para la región de Acámbaro. Este connotado personaje aportó dinero para el equipamiento de la milicia de la intendencia de Guanajuato, posterior a 1786, así como para la formación del regimiento de Valladolid. Por este tipo de apoyo a
La instrucción de detener en el Bajío a los insurgentes con don Miguel Hidalgo al frente, la dio don Francisco Javier Venegas de Saavedra, nombrado el 25 de agosto de 1810 como virrey de
Con ese propósito y dado que “don Juan B Carrasco se había llevado hacía poco tiempo a los mejores elementos guerreros y armas de fuego que había disponibles en Acámbaro”, la señora Gómez de Larrondo organizó en la hacienda de San Antonio a un grupo de unos 500 hombres para que salieran al encuentro de la comitiva realista, entre quienes tenía a su cajero y a un torero, de nombre José Manuel Luna. Eran 200 hombres de a caballo y 300 de a pie. Las autoridades realistas provenían a México por la ruta de Apeo y Maravatío, llevando consigo un cargamento de oro y plata. Se dice que el dinero era para pagar el sueldo a los miembros del ejército realista que estaban asignados a la defensa militar a la plaza de Valladolid.
Al terminar la lucha y capturar a los españoles, las carrozas de Diego Rul, Manuel Merino y Diego García fueron llevadas a Acámbaro y confiscado el cargamento de oro y plata que llevaban. Doña Catalina evitó que sus exaltados seguidores mataran a los realistas, cuyo arribo a la localidad fue a las 5 de la tarde. Rul, Merino y García resultaron heridos durante la pelea debido a la resistencia que opusieron. Ya en Acámbaro fueron alojados en un mesón con estrecha vigilancia. Y mediante un gesto humanitario de doña María Catalina, se permitió que un cirujano atendiera a los realistas para curarlos de las heridas. Manuel Merino era el más grave de todos y fue necesario confesarlo. Rul sufría de una herida con cuchillo. Durante el tiempo que estuvieron recluidos en el mesón, el pueblo pidió las cabezas de los gachupines.
Por la noche del mismo día 7 de octubre de 1810, alrededor de las once, los prisioneros fueron enviados a Celaya. Bien pudieron dejarlos en Acámbaro hasta alguna nueva disposición, pero el pueblo insistía en pedir sus cabezas y doña María Catalina Gómez para evitar su linchamiento o crimen los envió a Celaya. En esa localidad estaba un grupo de Insurgentes, los detenidos y su escolta llegaron al día siguiente a la una de la tarde. En Celaya fue necesario atender nuevamente a los prisioneros. Manuel Merino seguía grave. Finalmente quedaría a salvo. De Celaya fueron trasladados el día
En un solo día en Acámbaro doña Catalina Gómez salvó en dos ocasiones la vida de los realistas capturados en la cañada de Jaripeo y el Moral. Todo el hecho indica que entre los seguidores de don Miguel Hidalgo si había personas con razón y sentido común que luchaban por un ideal y no por venganza. (2)
Fuentes:
1.- Arrom, Silvia mariana. Las mujeres de la ciudad de México, 1790-1857. Editorial Siglo XXI. México, 1988. Con infrormación basada en la tesis doctoral de Janet Kentner de la Loyola University. The Socio-Political role of women in the Mexican Wars of Independence. 1975.
Tovar Ramírez, Aurora. 1500 mujeres en nuestra conciencia colectiva: Catálogo biográfico de mujeres en México. DEMAC (Documentación y Estudios de Mujeres A. C.) México, 1996.
2.- Argueta Saucedo, Gerardo. Acámbaro, cuna del Ejército Mexicano. Editorial
Para ver el artículo inicial de esta serie, entra aquí:
http://cabezasdeaguila.blogspot.com/2010/04/mujeres-en-la-independencia-el-listado.html
Y a bordo del microbús conducido por Alejandro pude llegar a esta, que para mi, era una remota tierra, no había oído hablar de ella y, la verdad sea dicha, su entorno es en verdad bello, el aire puro y todo es tranquilidad, es una comunidad netamente rural, de allí sigue Contepec y Tepuxtepec.
Dejamos ya el municipio de Maravatío y entramos en el de Contepec, veamos algo de su historia: “Al ocurrir la conquista, el territorio de Contepec quedó comprendido en parte dentro de la encomienda de Taximaroa, en las inmediaciones de Tepetongo; otra fracción se integró a la de Maravatío. A través de las mercedes de tierras, otorgadas por las autoridades coloniales, se constituyeron las haciendas más importantes de la zona.
Con motivo de las epidemias de sarampión, tifo, fiebre tifoidea y otras enfermedades, la primitiva población indígena de la zona de Contepec se extinguió poco antes de concluir el siglo XVI. A principios de la centuria siguiente, mediante la política de congregación, se establecieron en los pueblos de Coroneo, Contepec y el Barrio de Santa María la loma, nativos de origen otomí y mazahuas. Por ese tiempo los frailes franciscanos fundaron un convento, desde el cual atendían hacia
“Llamábase Maravatío, que en lengua michoacana quiere decir lugar de pesca; y en su longitud y latitud, hacia el primer tercio del siglo pasado (se refiere al XIX), tenían asiento siete pueblos, aparte de Maravatío: Tziritzícuaro, Tangareo, San Miguel el Alto, Cusinguato, Uripitío, Tupataro y Yerécuaro.
Once eran las haciendas, las cuales con su producción de maíz, trigo, frijol, cebada y chile, daban relieve económico a la llanura; pues aparte de sus buenas tierras y de la humedad proveniente de la cordillera del San Andrés, a cuatro kilómetros de Maravatío, avanza, en ocasiones severo, en ocasiones atropellado, el río Lerma, para dar, ya en aquella, ya en esta condición, sus aguas con las cuales regábanse los cultivos en cuarenta leguas cuadradas”.
“Sobre la margen izquierda del Lerma, y en una cornijal; siempre verdegueante, formando por aquél río y el arroyo nativo de Tlalpajahua, está la hacienda de Pateo, cuyas tierras, al igual que todas las del valle, pertenecían a numerosas comunidades indígenas antes de la llegada de don Hernán Cortés; pero cuando el estado español gozó del derecho ganado a fuerza de almas, concedió tales tierras en posesión y uso al virrey don Antonio de Mendoza, quien las vendió en treinta y cinco mil pesos a don Francisco Fernández de Ávila, en el año de
Fernández de Ávila no encontró más remedio, ante la molestia de los dueños originales, que fraccionar las sesenta y nueve leguas cuadradas de su propiedad, para atraer pobladores españoles. De ahí salieron once haciendas. Pateo entre estas.
Los primeros muros que circuyeron el caso de la hacienda de Pateo empezaron a tomar cuerpo y altura entre 1780 y 1768. El propietario de la nueva y recia finca y de esas tierras de imán y de ventura era don José Simón de Tapia, capitán del regimiento de Pátzcuaro y persona muy distinguida por el estado y la iglesia virreinales”. (2)
Esta parte de México que ahora vemos, perteneció a
En la época porfirista, las haciendas del lugar, se caracterizaron por ser de las más importantes productoras de trigo”. (3)
Estando allí, a lo lejos vi las ruinas de una antigua construcción, seguramente de mediados del siglo XIX. Ese fue el Molino, me dijo Alejandro. Fui para allá pensando que sería cerca, el río Lerma hay que cruzar para llegar hasta allá… era mi intención, pero, ¿quién en todo México que ha dejado un desconocido tiene la atención de ir en su vehículo hasta encontrarlo en la desolada carretera para saber si se regresará o no o Maravatío? Esa fue una atención que difícilmente volverán a tener conmigo, así que la excursión a esas ruinas, que se antojaban fantásticas, será para otra ocasión… por ahora sigamos recorriendo
Fuentes:
1.- Enciclopedia de los Municipios de México
http://www.e-mexico.gob.mx/work/EMM_1/Michoacan/Mpios/16017a.htm
2.- Valdés, José C. Don Melchor Ocampo, reformador de México, Dentro de Obras, publicado por Siglo XXI Editores. México, 1992.
3.- Enciclopedia de los Municipios de México…
A bordo del microbús de Alejandro Morales, esta persona que se interesó en la historia de las Cabezas de Águila que tuve la suerte de conocer en Maravatío, continuamos, luego de salirnos de la ruta y conocer Apeo, rumbo a Pomoca y allí fue fácil dar con
Seguramente Pomoca es la más conocida de todas las haciendas de la región y esto es debido a que fue allí en donde nació el héroe de
Pomoca, el pueblo, se encuentra paralelo a la autopista que va de Guadalajara a México, justo
Lo que yo si rescato de esta escala es la disposición de Alejandro. Esto lo he comprobado, cuando hablas con la gente, de forma sencilla y congruente de lo que es la historia, de cómo fue realmente y lo que fue, en automático se toma un interés. De que
Fuentes:
Hoy las fuentes no son más que las que brotan de mi cabeza, de mí entender y, sobre todo, de lo que veo y experimento.
Bueno, está bien, recapacitaré y no me dejaré ir en la vorágine de este día malo para la historia de México, 29 de junio del 2010, años del Bicentenario y hago estas anotaciones:
En Maravatío vivió Don Antonio María Uraga, quien fuera precursor de
Maravatío fue el primer lugar de Michoacán a donde llegó el ferrocarril y sus haciendas (como la de El Salto), fueron de las más prósperas, junto con las de Contepec y Epitacio Huerta. (1)
El 23 de octubre, habitantes de Taximaroa, encabezados por José María Hidalgo y el franciscano Fray Pascual de Alarcón, se incorporan al ejército del cura Hidalgo, que se encontraba en Maravatío. (2)
Fuentes:
1.- Enciclopedia de los Municipios de México
http://www.e-mexico.gob.mx/work/EMM_1/Michoacan/Mpios/16050a.htm
2.- Enciclopedia de los Municipios de México
http://www.emexico.gob.mx/work/EMM_1/Michoacan/Mpios/16034a.htm