martes, 24 de mayo de 2011

Chihuahua, Chihuahua. La degradación de don Miguel Hidalgo.

En el Derecho Canónico la Degradación se divide en verbal y real. Aquella consiste en la sentencia de Degradación. Esta sentencia contra Hidalgo la pronunció el Ministro de la Degradación el día 27 de julio, y el día 29 del mismo mes entre las seis y las siete de la mañana, se ejecutó la Degradación Real en el corredor del cuartel, con todas las ceremonias y condiciones prescritas en el Pontifical Romano de la manera siguiente:


Se puso un altar y sobre él un crucifijo en medio de dos cirios encendidos, y sobre la tarima se colocaron cuatro sillones, en los que se sentaron el Ministro de la Degradación y tres prelados asistentes, dando la espalda al altar y la cara al pueblo. El ministro fue el doctor Francisco Fernández Valentín, Canónigo Doctoral de la Catedral de Durango, como delegado del obispo don Francisco Gabriel Olivares, quien no pudo ir a Chihuahua por los achaques de su edad muy avanzada y lo largo y trabajoso del camino.

Los asistentes fueron el cura de Chihuahua don Mateo Sánchez Álvarez; fray Juan Francisco García, Guardían del Convento de San Francisco y otro monje franciscano llamado fray José Tárrraga; los cuatro estaban revestidos con el Amito, Alba (indumentaria), Cíngulo, Estola y Capa pluvial, las dos últimas piezas de color encarnado. Los dos clérigos tenían bonete en la cabeza y los monjes estaban sin el Bonete (indumentaria). A los lados de los asistentes estaban en pie los jueces civiles don Manuel Salcedo y don Ángel Avella y fray José María Rojas, notario del acto. El patio estaba lleno de espectadores, vecinos de Chihuahua, unos españoles y otros mexicanos, unos ricos y los más de la plebe.

Sobre una mesa que se puso cerca del altar se colocó un traje eclesiástico a saber: Alzacuellos, unos ornamentos sacerdotales, un cáliz, una Patena y unas Vinajeras. Se sacó a Hidalgo del calabozo y se llevó al corredor, como estaba cuando fue aprehendido en Acatita de Baján, esto es, con grillos y vestido seglar, calzón corto, chaqueta larga, medias negras y zapatos bajos con hebillas, se le quitaron los grillos y comenzaron las ceremonias de la Degradación.

Hidalgo ayudado por los prelados asistentes, se vistió el alzacuello, la Sotana y los ornamentos sacerdotales, como para ir a decir misa, a saber: el amito, alba ajustada con cíngulo, Manípulo (vestimenta), estola y casulla, estas tres piezas de color encarnado. Echó en el cáliz un poco de vino y una gota de agua, puso sobre él la patena con una Hostia sin consagrar y tomando el cáliz con la patena, fue a ponerse de rodillas a los pies del Ministro. Este le quitó de las manos el cáliz y la patena, pronunciando unas palabras rituales de execración (*) y los entregó a los asistentes. Luego con un cuchillo le raspó las palmas de las manos y las yemas de los dedos, con lo que en su vida sacerdotal había tomado la hostia para consagrarla y había tocado el Cuerpo de Cristo, pronunciando el doctor Valentín estas palabras de execración:

"Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir que recibiste con la unción de las manos y los dedos". Enseguida le fue quitado cada uno de los ornamentos sacerdotales y al despojarlo de cada uno pronunció unas palabras rituales de execración. Después le quitó la sotana y el alzacuello, pronunciando estas palabras solemnes: "Por la autoridad de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la nuestra, te quitamos el hábito clerical y te desnudamos del adorno de la religión y te despojamos, te desnudamos de todo orden, beneficio y privilegio clerical; y por ser indigno de la profesión eclesiástica , te devolvemos con ignominia al estado y hábito seglar". Enseguida con unas tijeras le cortó un poco de pelo de la cabeza y un peluquero siguió la operación cortándole todo el cabello, de modo que no se le conociese la corona, pronunciando el Ministro estas palabras: "Te arrojamos de la suerte del Señor, como hijo ingrato, y borramos de la cabeza tu corona, signo real del sacerdocio, a causa de la maldad de tu conducta".


Dice Alamán: "desnudó (el doctor Valentín) al reo de los ornamentos sacerdotales en la forma que describe el Pontifical Romano y lo entregó a la justicia secular, intercediendo con instancia que se le mitigase la pena no imponiéndole la muerte ni mutilación de miembro. La justicia civil en España y Nueva España, no hacía caso de tal intercesión, sino que, estando ya el reo pelón, lo aprisionaba y llegada la hora lo decapitaba, ahorcaba o quemaba según era la sentencia. Lo mismo pasó con Hidalgo, pasada la Degradación, los esbirros lo llevaron ante Avella, lo hicieron poner de rodillas y Avella le leyó la sentencia de muerte, pronunciada por el juez don Nemesio Salcedo y pasado un rato, le pusieron los grillos y lo llevaron a la capilla". (1)


Fuentes:


1.- Rivera, Agustín. Anales de la vida del Padre de la Patria, Miguel Hidalgo y Costilla. Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato. Guanajuato, 2003.


Nota: La primera fotografía corresponde al Museo de la Alhóndiga de Granaditas. Las siguientes son una curiosidad que me hicieron favor de hacer llegar en donde vemos como, durante los festejos del Centenario hubo incluso la publicación de esta biografía en inglés por un autor norteamericano y, como lo marcaba la tradición, se dedicó la obra a don Porfirio Díaz.

(*) Execración: Consiste en condenar o maldecir con autoridad sacerdotal o en nombre de cosas sagradas, a alguien o algo. Ejemplo: Dios supremo a cuya vista no se puede ocultar el corazón del hombre, levantad vuestro brazo omnipotente y descargadlo sobre mi cabeza.


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