En este recorrido que vamos haciendo por todo aquello que fue el paso de don Miguel Hidalgo y del ejército Insurgente por buena parte del país estamos por entrar en lo que sería el último tramo que Hidalgo y los otros principales pasarían en vida. Nos quedan por recorrer 19 estelas de Cabeza de Águila para llegar a la última de ellas, luego vendrían los juicios y las ejecuciones, la primera de ellas se dio junto un día como hoy, 10 de mayo, de hace doscientos años, es decir, hace un Bicentenario. Al consultar a los autores que nos resaltan la vida de los primeros tres ejecutados encuentro en Villasenor y Villasenor los datos y una serie de comentarios que son bastante reflexivos en torno a lo que es el rescate de la historia y, sobre todo, de los personajes que en ella participaron y no solamente los principales, pues todos en algo colaboraron para que la Independencia se diera, así pues, vemos hoy la biografía de dos de ellos.
La primera ejecución en Chihuahua, la de hace doscientos años, fue contra el Marsical Ignacio Camargo; el Brigadier Juan Bautista Carrasco y el Capitán Agustín Marroquín, de este último habíamos dado ya cuenta de su vida en un artículo anterior. Apuntemos también que hay quien no lo considera Capitán, sino Verdugo, otros lo mencionan como Guarda espaldas y muchos no consideran que debe estar incluido en el panteón de los héroes mexicanos... vemos:
Ignacio Camargo.La destrucción que han sufrido nuestros archivos a causa de las continuas guerras y revoluciones, impide comprobar muchos acontecimientos políticos y averiguar fechas, adquirir datos, etc., que ayudarían a resolver muchos problemas históricos y averiguar sucesos de los que ni remotamente se tiene idea.
La biografía de Morelos nos reserva algunas sorpresas, según tendremos ocasión de hacerlo constar y la del Mariscal Camargo, de la que vamos hacer un ligero esbozo, no nos ha sido posible completarla, por haber desaparecido las fuentes que habrían podido darnos algunos datos.
Don Ignacio Camargo, según las noticias que hemos podido adquirir, nació en Celaya, por el año de 1782 a 1783, y perteneció a una acomodada familia de la localidad, que con la revolución casi desapareció. Prestaba sus servicios en uno de los Batallones Provinciales de la localidad. Parece que Camargo, como muchos militares, estaba ligado por los vínculos de la amistad con don Ignacio Allende y don Miguel Hidalgo, y que por razón de vecindad se trataba con mucha frecuencia sobre todo con el primero; de esos tratos a pasar a ser compañeros de conspiración, no había más de un paso, el que sin duda se dio quedando apalabrado Camargo a pronunciarse en Celaya como lo estaba Arias en Querétaro, Sevilla en San Luis Potosí, Villagrán en Huichapan, Mier en Morelia y otros varios en distintos lugares.
Esta circunstancia así como la noticia que Hidalgo y Allende tuvieron, de que la conspriación había sido descubierta en Guanajuato y en Querétaro, fue lo que los hizo dirigirse a Celaya, población grande e intermedia entre las dos citadas, y desde la cual podrían escoger la dirección que más les conveniese. Los partidarios que tenían dentro de la ciudad les hicieron saber que ni el Subdelegado Duro ni los pocos soldados del escuadrón provincial que tenía a sus órdenes el comandante don Manuel Fernández Solano, pensaban hacer resistencia.
Entraron en la ciudad los Independientes y desde luego se ve la mano de un abogado, (don Carlos Camargo que fue nombrado Sub delegado), en la convocación del ayuntamiento y el discernimiento de grados para evitar discusiones como la que hubo en San Miguel entre los dos principales caudillos. En cuanto a don Ignacio Camargo, se unió al ejército Insurgente con el grado de Coronel, y con tal carácter acompañó a Abasolo, intimaren rendición a Bravo, en Guanajuato fue llevado a la Alhóndiga de Granaditas, donde el mismo Intendendente, después de oír ka opinión de los europeos y de los soldados, contestó a Hidalgo que ni le reconocía carácter oficial auno ni se rendía. Con esta contestación regresó el parlamentario a la Hacienda de Burras, donde se encontraba aquel jefe, y empezó el ataque de la ciudad.
Camargo siguió en el ejército con el grado de Mariscal, que se le dio en Acámbaro, y estuvo en Las Cruces, Aculco y Guanajuato, de donde pasó a Guadalajara; su carácter de subalterno hizo que no se le volviera a nombrar, no obstante que fue uno de los que en su esfera trabajó más por organizar el ejército y de que se batió bien en Calderón. Cayó prisionero en Baján y llevado a Chihuahua. Se le formó una breve causa que no duró ni quince días, y en la que no pudo defenderse el acusado, pues ni siquiera por vía de formalidad se ocuparon de dar los jueces defensores a los presos. El 10 de mayo de 1811 fue fusilado Camargo, en compañía del Brigadier don Juan Bautista Carrasco y de Marroquín, el ejecutor de las órdenes de Hidalgo.
La circunstancia de haber sido ascendido a Mariscal indica que Camargo prestó servicios más notables que los de otros muchos a la causa de la Independencia, y si no se conocen con exactitud, se debe al poco cuidado que hubo entre los Insurgentes de la primera época, de llevar un diario de las operaciones, donde constasen los hechos de la campaña y los de los jefes principales.
Aun cuando sea en pocas líneas debemos hacer mención de todos aquellos individuos que tomaron parte en la revolución desde sus comienzos y que fueron a morir en Chihuahua, ya que por falta absoluta de datos no nos es posible hacer la biografía de todos y cada uno de los veintitrés fusilados en aquella ciudad, los seis sacerdotes ejecutados en Durango y los varios que lo fueron en Monclova haciendo un total como de cincuenta personas.
Don Juan Bautista Carrasco fue de los primeros que tomaron parte en la guerra y probablemente desde Dolores o San Miguel siguió al ejército Independiente; para decir que desde Dolores lo hizo, tenemos el dato de que se ignora a ciencia cierta los nombres de las personas que en la casa de don Miguel Hidalgo la noche del 15 al 16 de septiembre, y aunque en diversas ocasiones se han publicado los de algunos individuos que se dice fueron los primeros Insurgentes, las listas respectivas nunca han coincidido unas con otras; para creer que Carrasco se incorporó en San Miguel, nos fundamos en la circunstancia de que siempre caminó en unión de don Luis Malo y don Luis G. Mireles, que se unieron en aquella población o en sus cercanías a las huestes de Hidalgo. Además figurando, como figuró, poco tiempo en el ejército, su nombramiento de Brigadier que se le dio en Celaya, solo se explica por su incorporación a aquel desde el principio. En fin, entre la multitud de jefes que hubo y entre los que cayeron prisioneros en Baján, Hidalgo, Aldama y los demás lo distinguían perfectamente, como se ve en las respectivas causas, lo que no hubiera sucedido si se hubiera unido después a las tropas independientes.
De Celaya fue despachado por Hidalgo a Acámbaro para hacerse de recursos y de gente y se incorporó en Silao a pocos días. Estuvo Carrasco en Guanajuato y en Las Cruces mandando el número de hombres que le correspondía y en esta última batalla se encontró a las inmediatas órdenes de Jiménez, como estuvo Malo. Después de Aculco se dirigió a Guanajuato en cuya defensa tomó parte y se retiró a Zacatecas con Allende; cuando éste jefe comisionó a Jiménez para que se dirigiese al norte, le dio como subalternos a Carrasco, a Malo y a Mireles, "personas apreciables de buenos sentimientos", dice un escritor. Estuvo en toda la campaña de las Provincias Internas y en la batalla de Agua Nueva y entró al Saltillo.
En esta plaza Jiménez que tenía que atender al Gobierno de una bastísima comarca decidió encargar la continuación de la campaña hasta Monterrey a sus subalternos y al efecto destacó a Carrasco y a Mireles con doscientos hombres sobre la capital del Nuevo Reino de León, donde mandaba don Manuel Santa María, que tenía el carácter de Gobernador de la Provincia.
En esta plaza Jiménez que tenía que atender al Gobierno de una bastísima comarca decidió encargar la continuación de la campaña hasta Monterrey a sus subalternos y al efecto destacó a Carrasco y a Mireles con doscientos hombres sobre la capital del Nuevo Reino de León, donde mandaba don Manuel Santa María, que tenía el carácter de Gobernador de la Provincia.
El señor Marín, obispo de la Diócesis, no esperó a los Insurgentes, sino que abandonó la ciudad y se embarcó rumbo a Veracruz. Santa María, encontrándose con poca fuerza, y sobre todo, teniendo en cuenta el estado de la opinión pública no se atrevió a resistir a Carrasco y se declaró por la revolución, que le dio el empleo de Mariscal. De esta manear quedó por la Independencia toda la basta región de las Provincias Internas de Oriente y sin gobernantes españoles, pues Cordero, que lo era en Coahuila, era prisionero de Jiménez; Salcedo, de Texas, lo era de Casas y el de Nuevo león se había declarado Insurgente. La ocupación de Monterrey se verificó a mediados de enero de 1811 y a los pocos días de ella entraron a la ciudad Jiménez y los demás jefes Insurgentes, siendo perfectamente recibidos, pues ni el más insignificante acto de desorden permitió Carrasco; el Ayuntamiento y las autoridades salieron a recibir a Jiménez, y en la puerta de la catedral fue recibido bajo palio por el Cabildo, entonándose en seguida el Te Deum al que siguió un banquete, como era de rigor en esos casos.
Carrasco permaneció en Monterrey aun después de salido Jiménez, y solo dejó la ciudad cuando supo del viaje de los caudillos y los rumores de que Ochoa y Melgares trataban de atacarlos en el camino; en unión de Santa María salió de la ciudad y se adelantó hasta la Hacienda de Patos, donde encontró a Allende, que fue el primero que llegó. Resuelto definitivamente el viaje a los Estados Unidos, fue de los designados a tomar parte en la expedición, dato que corrobora nuestro aserto de haberse pronunciado desde el principio, pues los caudillos procuraron ir acompañados de toda la gente que conocían bien.
Cayó prisionero en Baján y se le llevó prisionero a Chihuahua, juzgando que su persona era de gran importancia como sí lo era ya, por el papel tan principal que había despeñado en la campaña de Nuevo León. Su causa fue una verdadera sumaria que terminó en pocos días con una sentencia de muerte; Carrasco fue fusilado en la mañana del 10 de mayo de 1811, en compañía del Mariscal Camargo y de Marroquín; estas ejecuciones fueron el preludio de las numerosas que se hicieron en Chihuahua.
En la imposibilidad de adquirir más datos acerca de los individuos cuya carrera y fin fueron muy parecidos a los de carrasco, nos conformamos con mencionarlos aquí. Estos individuos fueron: don Pedro León, que tuvo el carácter de Mayor de Plaza, y del que se ignoran sus antecedentes, cuando se incorporó al ejército Insurgente, y lo hizo con él, fue fusilado el 6 de junio; don Nicolás Zapata, Mariscal; companero de Carrasco en toda la compañía del norte y que ayudó a la revolución de San Luis Potosí; fue fusilado el mismo día 6; y el Intendente del Ejército, don José Solís, que por el cargo que tenía, parece que desde Dolores o San Miguel se adhirió a la insurrección, fue fusilado el 27 de junio. Sirvan estas líneas para recordar los nombre de estos humildes colaboradores de la obra de nuestra Independencia, ya que no es posible conocer los hechos de su vida; con su muerte en un cadalso adquirireron el derecho de que la posteridad recuerde siquiera sus nombres con agradeciemiento y veneración.
Del único que intencionalmente no hemos hecho referencia, no obstante que disponemos de datos para hacer su biografía, es de Marroquín, porque en concepto nuestro, ese hombre ningún servicio prestó a la causa nacional, antes contribuyó a desacreditarla, con su conducta". (1)
Fuente:
1.- Villasenor y Villasenor, Alejandro. Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia. Editorial Jus. México, 1962. Edición electrónica. Biblioteca Digital Bicentenario DBD. www.vicentenario.gob.mx
Para ver datos biográficos de Agustín Marroquín, entra aquí:
http://cabezasdeaguila.blogspot.com/2010/12/vicente-loya-y-agustin-marroquin-los.html
Para ver datos biográficos de Agustín Marroquín, entra aquí:
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