
En la marcha de Altamira y Tampico, aunque expuesta continuamente a las chanzas y desprecios de la escolta se sostuvo con la mayor fortaleza. Sirvió de gran consuelo a los prisioneros, tanto por su buen humor como por sus auxilios que les proporcionaban. Fue enviada a Veracruz y destinada a servir en un hospital en las más penosas y repugnantes ocupaciones. Al fin pudo escaparse, dejando una carta al gobernador de Veracruz y otra al virrey llenas de amargas reconvenciones por las violaciones de la capitulación, y amenazándolas con la venganza de los patriotas. Llegó a la división de Guadalupe Victoria, con la que permaneció algún tiempo, pero tuvo la desgracia de caer otra vez en manos de los realistas.
En julio de 1819, fue trasladada a Xalapa y obligada a servir en una familia particular. En vano presentó memoriales pidiendo permiso para regresar a su país. No lo consiguió y quedó en penoso cautiverio. (2)
La dama de este nombre que tanto llamó la atención pública en su tiempo, por su inteligencia despejada, personal denuendo, conducta ejemplar y desprendimiento patriótico, fue una joven rica en bienes de fortuna, que con el mayor entusiasmo lo supo emplear en el fomento de la causa que sostuviera la Independencia Mexicana. Siendo todavía menor de edad, vivió con su madre y un hermano suyo en una de sus haciendas, y como por esos días estalló la revolución de mil ochocientos diez, la joven citada desde luego manifestó sin embarazo las simpatías que le inspiraban el grito de Dolores, de tal suerte, que cuando llegaron los Insurgentes a su misma Hacienda, al instante les ofreció la más espontánea hospitalidad y cuanto ahí había lo puso a sus órdenes para el desenvolvimiento de la campaña.
Falleció su madre que era la única persona que la exortaba a conducirse con cautela, para evitar compromisos en lo porvenir. Entonces nada pudo contener sus liberalidades, porque profesaba el principio de que todo pertenece a la patria cuando esta se halla en peligro y se trata de su salvación. Bien pronto su nombre fu uno de los más populares, y ello fue origen de que la señorita Herrera sufriese una serie de importunios y penalidades que solo pudo soportar con la fortaleza del patriotismo.
Como es bien sabido, después de la primera campaña de la Guerra de Independencia, se desarrolló una terrible reacción realista, que puso en riesgo las ideas y sentimientos de los buenos mexicanos. Una fuerte partida de defensores del rey se acercó a la hacienda de doña Manuela, con un encono manifesto en contra de ella, por lo que desde luego conoció que nada bueno debía esperar. Sin embargo no se amedrentó, y antes por el contrario, con bríos de mujer numantina (Defensa numantina) puso fuego a su hacienda y a todo cuanto poseía para que no prestase utilidad a los enemigos de la patria. Luego se lanzó a la lucha, y perseguida de cerca por el feroz guerrillero realisra Encarnación Ortíz, conocido con el apodo del Pachón, no consiguió darle alcance.
Cuando el célebre español don Francisco Xavier Mina se presentó en el territorio mexicano, con objeto de derrocar la tiranía de sus paisanos, doña Manuela Herrera y su hermano se le presentaron ofreciéndole sus servicios. La joven lo hospedó en su rancho de El Venadito, más en este lugar recibió una sorpresa y tanto el nuevo caudillo como la señorita Herrera fueron hechos prisioneros. Doña Manuela fue conducida a otro punto, amarrada, descalza y a pie por una soldadesca desenfrenada que de ella se mofaba, hasta que, habiendo inspirado compasión al jefe Orrante, le mandó poner en libertad absoluta.
Cuando el célebre español don Francisco Xavier Mina se presentó en el territorio mexicano, con objeto de derrocar la tiranía de sus paisanos, doña Manuela Herrera y su hermano se le presentaron ofreciéndole sus servicios. La joven lo hospedó en su rancho de El Venadito, más en este lugar recibió una sorpresa y tanto el nuevo caudillo como la señorita Herrera fueron hechos prisioneros. Doña Manuela fue conducida a otro punto, amarrada, descalza y a pie por una soldadesca desenfrenada que de ella se mofaba, hasta que, habiendo inspirado compasión al jefe Orrante, le mandó poner en libertad absoluta.
Dotada de un temple a toda prueba nunca quiso ampararse al perdón ni aprovechar la devolución que de sus bienes se le ofrecía prefiriendo mejor en los días en que pareció extinto el sacro fuego de la patria vagar al acaso por sendas desconocidas y campos agotados por el azote de la guerra como una mendiga desterrada de su propio suelo que sujetarse al sello infamante del realista. En cierta ocasión en que llevando esa tan miserable existencia llegó a un punto solitario donde se encontraban unas fuentes termales, se quitó sus vestidos y los echó al agua caliente con objeto de matar los parásitos de que estaban pletóricos. Ella se puso a bañar, más grande fue su desconsuelo porque al recoger su ropa la encontró enteramente deshecha por la acción de los minerales de dicha agua.
No le quedó más recurso en su plena desnudez, que refugiarse en una gruta inmediata, donde arregló un sendal de hojas para cubrirse. Y hubiera continuado en aquella vida salvaje, si casualmente no la hubiesen visto unas indias que, asombradas y compadecidas le facilitaron una falda de jerga y una camisa convertida en guiñapos.
No le quedó más recurso en su plena desnudez, que refugiarse en una gruta inmediata, donde arregló un sendal de hojas para cubrirse. Y hubiera continuado en aquella vida salvaje, si casualmente no la hubiesen visto unas indias que, asombradas y compadecidas le facilitaron una falda de jerga y una camisa convertida en guiñapos.
Por lo expuesto se comprenderá, como en las regiones donde existen mujeres de tal índole no es posible echen profundas raíces el monstruo cardo del despotismo y la esclavitud. Esta fue doña Manuela Herrera, cuyo supremo ideal fue siempre el que México llegase a figurar en el grupo de las naciones cultas y modernas, de un modo libre, próspero y feliz". (6)
Fuentes:
1.- Miquel i Vergés. Diccionario de Insurgentes. Editorial Porrúa. México, 1980.
2.- Robinson, William Davis. Memorias de la Revolución de México y de la expedición del General Mina. Traducción de José Joaquín de Mora. Londres, 1824.
3.- Robinson. Op. cit.
4.- Guzmán, Martín Luis. Javier Mina. Grandes Novelas de la Historia Mexicana. Conaculta, Barcelona, 2003.
2.- Robinson, William Davis. Memorias de la Revolución de México y de la expedición del General Mina. Traducción de José Joaquín de Mora. Londres, 1824.
3.- Robinson. Op. cit.
4.- Guzmán, Martín Luis. Javier Mina. Grandes Novelas de la Historia Mexicana. Conaculta, Barcelona, 2003.
5.- Guzmán. Op. cit.
6.- Hernández, Carlos. Mujéres Célebres de México. Casa Editorial Lozano. San Antonio, Texas. 1918.
7.- Guzmán. Op. cit.
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