viernes, 13 de mayo de 2011

Estelas de Cabeza de Águila en el sur de Chihuahua. Números 245, 246 y 247

Chihuahua es, así como lo dice su publicidad turística: "El Estado Grande", por consecuencia es un poco complicado de entender para quienes no vivimos en el norte del país. Este recorrido que vamos haciendo por la Ruta de Hidalgo nos conduce ahora por el Camino Real de Tierra Adentro y vamos pasando por lugares en donde se establecieron haciendas, mismas que eran pobladas por poca gente en un territorio por demás vasto. Siguiendo la Ruta llegamos los siguientes puntos en donde, hasta donde lo he podido averiguar, no existen las Estelas de Cabeza de Águila, estos son:

245 Hacienda de Huejuquilla, actual Villa Jiménez
246 Hacienda de Tierra Blanca
247 Hacienda de San Isidro


Para entender un poco mejor las condiciones reinantes en Chihuahua, esta vez nos apoyamos en un libro editado en 1834, pocos años después de que el territorio de la Nueva Vizcaya se había dividido en varios estados:

"El gobierno político de los pueblos que antes fueron parte de la Provincia de la Nueva Vizcaya, y hoy pertenecen al Estado de Chihuahua, lo tenían con el militar y las demás omímodas facultades que la Corte de España les confirió, los comandantes generales como más inmediatos jefes, que residían ordinariamente en la capital de la Audiencia territorial, que era la de Guadalajara, ejercía a su vez la autoridad que el carácter de la legislación del tiempo le permitía en lo político; pero este ramo se hallaba con más ampliación y particularidad el cargo de los intendentes de la provincia que lo despeñaban por si, y en los pueblos de la comprensión de la Intendencia por medio de los subdelegados y de los ayuntamientos, que presidían estos funcionarios, donde los había.

Estos subdelegados, que eran al mismo tiempo, como ellos se titulaban, jueces de las cuatro causas de hacienda, guerra, policía y justicia, ejercían el más monstruoso despotismo a la sombra de tan cumplidas y poderosas atribuciones, cuyos límites eran sumamente desconocidos e inciertos [...] los únicos Ayuntamientos que había uno en el mismo Chihuahua y el otro en Parral, pues no tenían sino algunas diminutas facultades de las que las leyes daba a los cabildos de la península y todavía se registran en los cuerpos del derecho español; pero no obstante contribuían en gran manera a evitar contener los males públicos, que se experimentaban mayores cuando el bueno régimen de la policía se confiaba solamente a la vigilancia de los subdelegados.


Los empleos de subdelegación que por naturaleza requerían de probidad, desinterés y cierto grado de conocimientos para su buen desempeño, se confiaban generalmente y de por vida a los españoles o gentes miserables que los mandaban como un arbitrio de satisfacer sus deseos o de mejorar su suerte, a pesar de que nunca estuvieron ni medianamente dotados con sueldos o emolumentos por la ley. Amigos de los ricos, enemigos y opresores de los pobres, dedicados a sus negocios privados y desentendidos de lo de su ministerio, muchos subdelegados pasaban su tiempo vendiendo permisos para juegos públicos, protegiendo con su indolencia la ociosidad y dando todo margen al más escandaloso ejercicio de los vicios que tanto envilecen a la sociedad que no los evita o castiga". (1)


En la fotografía vemos los restos de la Hacienda de Tierra Blanca, la anterior, en blanco y negro, corresponde a una vista de Huejuquilla, actual Villa Jiménez, en 1900. Los mapas nos dan una idea de la vastedad del territorio chihuahuense y de cuan grande fue la Nueva Vizcaya.


Fuente:


1.- José Agustín de Escudero. Noticias Estadísticas del Estado de Chihuahua. 1834

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