Seguramente has visitado la Villa de Guadalupe y te has maravillado con todo lo que hay allí, independientemente de los sentimientos religiosos, allí lo que hay es cultura viva. Por un lado las añejas tradiciones que implicar el bailar en la explanada del templo, transformada en atrio con el matiz que la religión Católica le impuso, nos deja ver que las ideas antiguas siguen vigentes. Por otro lado, la abundancia de arte que hay, especialmente en la antigua Basílica y su Museo es impresionante, más aun cuando enfocamos al arte novohispano que allí se conserva y se exhibe. Por si todo esto no fuera suficiente, aunemos el patriotismo, que allí también se refleja. Lo que vemos en la toma es la Capilla de Indios de Guadalupe, construida junto a la Ermita que originalmente se construyó luego de las apariciones y que, se dice, estuvo custodiada por Juan Diego Cuahutlatoatzin, sí por el mismo San Juan Diego.
Y es allí, en esta Capilla de Indios en donde se localiza la placa conmemorativa que nos recuerda que en ese recito estuvo depositado al que se cree fue el estandarte que portó don Miguel Hidalgo al salir del Santuario de Atotonilco, cercano a San Miguel el Grande, cosa que ocurrió por la tarde del 16 de Septiembre de 1810. La placa dice que estuvo allí depositado el estandarte del 12 de diciembre de 1853 al 17 de febrero de 1896. Quien lo mandó depositar allí fue Antonio López de Santa Anna, que tenía poco de haberse autonombrado como "Su Alteza Sentenísima", el ocupó definitivamente el cargo de Presidente de la República el 20 de Abril de 1853 y para el 12 de Diciembre de ese año, en solemne ceremonia, llevó personalmente el estandarte para quedar en custodia en el recinto. Quizá en buena medida lo hizo presintiendo la inminente proclamación a las Leyes de Reforma, con las cuales, quizá, se hubiera perdido este singular estandarte. Lo más seguro es que el estandarte fue colocado para presidir una solemne ceremonia que encabezó el día 19 Su Alteza Serenísima:
"1853.- 19 Diciembre. Acto solemne de la restauración de la Orden de Guadalupe hecha por don Antonio López de Santa Anna en la Colegiata. “La salida de la comitiva del Palacio se hizo en este orden: a una descubierta de gastadores del Regimiento de Granaderos seguían los coches de los condecorados Caballeros, Comendadores y Grandes Cruces, cuyos cocheros llevaban en el hombro izquierdo un listón blanco; los carruajes de los Ministros precedían la elegante carroza del Gran Maestre, tirada por seis arrogantes caballos, retintos, guiados por tres cocheros y postillones de lujosa librea; seguían, después, los brillantes oficiales del Estado Mayor; cuatro picadores a caballo con librea de la Casa del Gran Maestre; una bellísima estufa dorada y pintada con emblemas y las armas nacionales, de la cual tiraban cuatro hermosos caballos anaranjados, y por último el vistoso Regimiento, de Lanceros de la Guardia”. “El Gran Maestre, revestido con un rico manto, tomó asiento bajo el dosel de terciopelo que del lado del Evangelio se había colocado, cerca de Monseñor Clementi, Delegado Apostólico, que era el oficiante. Apartadas del presbiterio y a la altura de éste se hallaban dos tribunas, una a la derecha, que ocuparon la esposa y la familia del presidente y otra a la izquierda, en que se colocó el cuerpo diplomático. En la crujía central, limitada por balaustradas de plata, se colocaron los Caballeros de la Orden”. “La ceremonia dió principio a las diez de la mañana y terminó a las tres de la tarde, dando asunto al hábil pintor Francés Pingret para la ejecución de un hermoso cuadro al óleo. El artista eligió para el efecto, los momentos en que el Gran Maestre de la Orden entregaba las insignias al Ilustrísimo Arzobispo de México”. (García Cubas El libro de mis recuerdos). El “Álbum de la Coronación” añade que concurrieron los Ilustrísimos Señores Obispos Becerra, Belaunzarán, Pardío y Madrid, y que predicó el célebre P. Francisco Javier Miranda". (Tomado de la página electrónica de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.)
El momento cuando se retiró el Estandarte Guadalupano de la Capilla de Indios en la Basílica de Guadalupe fue cuando el Presidente Porfirio Díaz comenzó a colectar todos los símbolos relacionados con el inicio de la Guerra de Independencia a la ciudad de México, el Estandarte ya estaba allí, pero en la Villa de Guadalupe, que entonces tenía la categoría de Municipio. Llegaría luego la Campana de Dolores, trasladada desde la Parroquia de Dolores en Dolores Hidalgo, Guanajuato; luego llegaría la Pila Bautismal en donde fuera bautizado don Miguel Hidalgo en el templo de Cutizeo de los Naranjos, actual Abasolo, Guanajuato. Y así, con la Campana de Dolores en el Palacio Nacional y los demás emblemas en el Museo de Historia del Castillo de Chapultepec, se irían preparando, con la debida anticipación, las emblemáticas Fiestas del Centenario.
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