Como lo hemos visto, fue en 1895 que el gobierno de don Porfirio Díaz gira órdenes para que los restos de Hidalgo sean trasladados a un sito de reverencia, se sacan de la urna depositada en el Altar de los Reyes, lugar en donde tradicionalmente se habían sepultado a los virreyes y en el que, los restos del último de ellos, Juan de O'Donojú son retirados para que allí sean depositados los de Hidalgo y demás iniciadores del movimiento Insurgente. Se considera que, por un lado es necesario limpiar y clasificar los huesos existentes y por otro que estén en permanente exhibición. Habían transcurrido ya 85 años del inicio de la guerra, se había pasado por dos gobiernos imperialistas, se habían sufrido las invasiones de Estados Unidos y de Francia y ahora se mitificaban a los héroes, pasaban de ser seres humanos con debilidades y fortalezas a ser los seres utópicos que toda nación requiere para determinar sus símbolos, los restos de Hidalgo son ahora venerados en un altar en el máximo recinto del catolicismo en México, no era suficiente, ahora se buscarían otros símbolos para completar esa idea de nacionalismo y toca el turno a la Campana de Dolores.
La imagen que vemos, corresponde al día en que la campana de San José de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores en Dolores Hidalgo, Guanajuato es bajada de la torre en donde había sido colocada desde su bendición a finales del siglo XVIII, por más esfuerzos que hizo don Pedro González, el entonces Jefe Político de Dolores Hidalgo, para evitar que la campana fuera quitada de su lugar, de nada valió, pues el general Sóstenes Rocha tenía el encargo de custodiarla para que llegara a la ciudad de México. Era el 28 de julio de 1896.
La imagen que vemos, corresponde al día en que la campana de San José de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores en Dolores Hidalgo, Guanajuato es bajada de la torre en donde había sido colocada desde su bendición a finales del siglo XVIII, por más esfuerzos que hizo don Pedro González, el entonces Jefe Político de Dolores Hidalgo, para evitar que la campana fuera quitada de su lugar, de nada valió, pues el general Sóstenes Rocha tenía el encargo de custodiarla para que llegara a la ciudad de México. Era el 28 de julio de 1896.
El día 30 a las 7 de la mañana llega por ferrocarril, en el carro número 8 la campana que inicia en ese momento su ascenso al altar de la patria en cuanto a simbolismos se refiere, la recibe el noveno regimiento con los debidos honores y en carro especialmente decorado para tal ocasión es trasladada al Palacio Nacional.
En buena medida, este día 30 de julio de 1896, por cierto, día del LXXX aniversario del sacrificio del cura Hidalgo en Chihuahua, se estaba generando la idea de lo que serían las magníficas fiestas del Centenario en la ciudad de México.
La Campana de Dolores fue colocada al centro del Palacio Nacional y en ese año, 1896, el 15 de septiembre por la noche, se institucionalizaría lo que conocemos en la actualidad como Ceremonia del Grito. Las cosas no terminarían allí, para 1960, en el marco de las fiestas del Sesquicentenario, don Adolfo López Mateos, gira instrucciones para que sean hechas 31 réplicas de la campana de Dolores y enviadas a las capitales de cada uno de los estados (y los entonces dos territorios), la campana, indudablemente, pasaba a ser otro símbolo más del movimiento de Independencia.
Las fotografías vienen del libro 6 siglos de historia gráfica de México de Gustavo Casasola.
Las fotografías vienen del libro 6 siglos de historia gráfica de México de Gustavo Casasola.
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