En 1838 hubo un traslado más a la Catedral de México, este fue el del consumador de la Independencia, Agustín de Itrubide. Se dice que ha sido el funeral más fastuoso que registre la Historia de México. La escena que vemos corresponde a las honras fúnebres que se le rindieron en el templo de San Francisco, a un lado del que fuera su palacio imperial, la mansión más espectacular de la capital Novohispana, la del Marqués del Jaral de Berrio, mejor conocida en la actualidad como Palacio de Iturbide. En noviembre de 1833 hubo un decreto por parte de López de Santa Anna para trasladar los restos de Iturbide del lugar de su ejecución, Padilla en el actual Tamaulipas, a la Catedral. Debido a los convulsionados tiempos, esto no se realizó hasta la presidencia de Anastasio Bustamante, quien el 6 de agosto de 1838 emite un nuevo decreto para que, finalmente, el 22 de agosto sean exhumados los restos, encontrando también los de Manuel Mier y Terán, personaje no tan conocido que participó en la guerra de Independencia y que se suicidó en el camposanto donde estaba la tumba de Itrubide. El 24 y 25 de octubre, los restos de Iturbide se mantienen en el templo de San Francisco, el 26 hay una suntuosa procesión hacia la Catedral Metropolitana.
"Ese día (24 de octubre), desde temprano, sonaron cada cuarto de hora las campanas de muchas iglesias y tronaron los disparos de la artillería, que continuarían después cada hora hasta el 26 que saldrían a su destino en Catedral. Durante estos dos días y fracción que los restos estuvieron con los padres franciscanos, se dijeron más de cien misas, algunas de réquiem -tanto en los altares laterales como en el principal- en un escenario elegantemente arreglado en el que sobresalían, sobre el lienzo negro que cubría el fondo, el verde, el blanco y el rojo de las banderas trigarantes que enmarcaban el catafalco y la enorme cantidad de velas encendidas que confundían su humo con el que salía de cuatro jarrones de plata maciza que hicieron las veces de perfumeros.Vázquez Mantecón, María del Carmen. Las reliquias y sus héroes. Estudios de Historia Moderna y Contemporanea. IIH-UNAM. México, 2005.
"...El catafalco medía un poco más de nueve metros y en él se colocaron los restos en una urna de cristales con bronce dorado y con el águila nacional en su tapa. De nuevo es José Ramón Pacheco quien dio cuenta de que los huesos estaban sobre un almohadón de terciopelo negro "en un cuadrado tejido y piramidal comenzando por los fémures y los radios y acabando por las clavículas, atadas todas las piezas con listones para mantenerlas firmes". Ese cuadrado daba cabida a las vértebras, falanges y demás fragmentos, sobre los que estaba el cráneo, que remataba así la cima de la pirámide. En una cornisa sobre la que se sostenía la urna, pusieron los que llamaron sus "despojos": el sombrero y el manto que usó como fundador de la Orden de Guadalupe, su uniforme de "general mexicano", su banda, su bastón, su sombrero y su espada..."
es excelente la forma de narrar un acontecimiento de esa magnitud para un patriota que si bien tuvo errores importantes niunca debio ser jusgado ta duramente por la historia y por sus gobernantes .todo hombre y mujer tenemos claro obscuros deberiamos tener mas objetividad y ser mas justos en nuestras apreciaciones en nuestros dias hay personajes que debian ser pasados por las armas por ser causantes de actos morbidos para la nacion que nos mira y nos observa felicidades amigos y adelate afectuosamente su amigo para lo que se sirvan decir alejandro
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ResponderEliminarGracias por la info <3
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